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El Arte de Defender la Comedia: Los Viajes de Preston Sturges

«Los Viajes de Sullivan» no es sólo una comedia, sino una de las mayores defensas del género que se han hecho en la historia del Séptimo Arte. Curiosamente, el responsable de la misma es, a su vez, un director que merecería ser reivindicado como uno de los grandes guionistas y directores del Hollywood Clásico. Por todo ello, como amante del género y admirador del cineasta en cuestión, me siento en la obligación de aportar mi granito de arena en la defensa de uno y la reivindicación de otro.

Hasta 1941, y probablemente a día de hoy, la comedia había sido considerada un género ligero e intrascendente; un mero entretenimiento para el espectador, y una maquina de hacer dinero para los directivos de los grandes estudios. Efectivamente, podía ser concebida con el único objetivo de hacer reír, al igual que el drama podía serlo para provocar el llanto; pero ello no implicaba que ambos géneros no tuvieran infinitas posibilidades más allá de estas pobres concepciones.

Siempre ha sido más sencillo hacer llorar que hacer reír, hacer drama que hacer comedia; por eso, figuras como la de Preston Sturges son tan escasas como importantes en la historia del cine; porque no solo han sido capaces de hacernos pasar buenos momentos, sino también de hacernos reflexionar a cerca del poder terapéutico de este género tan injustamente infravalorado. En «Los Viajes de Sullivan», el director americano no solo defiende este tipo de cine, sino que examina las razones por las que un director de dramas puede ser considerado autor, mientras que uno de comedias ni siquiera es tomado en serio por muy talentoso que sea o muchos éxitos que coseche (recordemos que Woody Allen era considerado poco mas que un bufón hasta que realizó «Annie Hall», «Interiores» y «Manhattan»).

«Los Viajes de Sullivan» es un caramelo envenenado; y no solo lo es a partir de la segunda mitad de su metraje -en la que se convierte progresiva y sorprendentemente en un drama- sino ya desde su brillante punto de partida: un magnifico ejercicio de «comedia de enredo» cargado de brillantes diálogos que escondían una critica furibunda contra los que banalizaban sus obras. En la película, John Sullivan (Joel McCrea), un director de comedias ligeras de éxito, decide repentinamente que quiere trascender como cineasta, que quiere transmitir miseria y tristeza en su próxima película -dejando de lado la alegría y las ganas de vivir-, y así llegar a ser considerado un artista «serio».

En definitiva, Preston Sturges utiliza su cuarto largometraje a modo de reivindicación, presentando un protagonista que cuestiona su propia relevancia como cineasta, y resolviendo contundentemente sus dudas mediante un desenlace tan genial como inesperado; en un alarde de inteligencia, y demostrando una habilidad innata en el siempre complejo arte de mezclar géneros, el director de «Las Tres Noches de Eva» decide recurrir al drama para demostrar la importancia de la comedia, consiguiendo como resultado una obra innovadora, atrevida, conmovedora y divertida.

De esta manera, demostró a todos aquellos que le consideraban un director de segunda categoría que podía dirigir dramas con la misma facilidad con la que dirigía comedias; lo suyo era tan solo una elección, en ningún caso una falta de talento para afrontar empresas supuestamente mayores. De hecho, en esta película podemos encontrar reflexiones de una gran profundidad, en un contexto -La Gran Depresión- en el que el cine era una de las escasas vías de escape para una población inmersa en la mayor crisis de la historia de los Estados Unidos. Posteriormente, el director americano retomaría su tono característico y realizaría algunas de las comedias más deliciosas, ingeniosas y revolucionarias de los gloriosos años 40.

En «Los Viajes de Sullivan», se cuestiona la posibilidad de que un cineasta como John Sullivan pueda llegar a saber qué es la miseria, con el fin de plasmarlo en su próxima película; después de todos sus intentos por ponerse en la situación de un auténtico vagabundo, concluye que para saber qué es la miseria es necesario vivirla, no fingirla; puedes vestirte como un pordiosero, vagar por las calles sin un trozo de pan que echarte a la boca, pero en el fondo sabes que tu vida real te estará esperando cuando el experimento haya terminado; sin embargo, cuando caes en la pobreza, nada puede salvarte de ella.

Tanto Preston Sturges como John Sullivan -su alter ego en el film- eran conscientes de la posición privilegiada en la que se encontraban, y sabían que su deber como directores de comedias consistía en regalar pequeños momentos de evasión y diversión a aquellas personas que desgraciadamente conocían muy de cerca la miseria, la tristeza y sus variantes posibles. Al igual que John Ford afirmaba de sí mismo: «Me llamo John Ford y dirijo películas del oeste», podríamos decir que Preston Sturges, a través de esta magnífica película, realiza toda una declaración de intenciones no menos importante: «Me llamo Preston Sturges y dirijo comedias«. ¿Qué más podríamos pedir?.

Carlos Fernández Castro

Los Viajes de Sullivan (Sullivan’s Travel) (1941)

Dirección: Preston Sturges

Guión: Preston Sturges

Reparto: Joel McCrea, Veronica Lake, Robert Warwick, William Demarest

Fotografía: John F. Seitz

Duración: 90 Min.


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