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Que alguien me explique por qué Ciudadano Kane es una obra maestra

Transcurren los años en el universo cinematográfico y dos hechos permanecen inamovibles: 1) Ciudadano Kane (Citizen Kane) aparece entre los tres primeros puestos de toda lista que recoja las mejores películas de la historia del cine y 2) un gran número de aficionados al séptimo arte se preguntan el porqué. No falla. Parece como si el debut de Orson Welles siguiera siendo tan ¿moderno, críptico, aburrido? para el espectador actual como lo fue para el de la época de su estreno. Al igual que en 1941, el público sigue chocando contra una obra que es al cine lo que la piedra Rosetta a la interpretación de los jeroglíficos egipcios.

Puede resultar sorprendente que Welles realizara esta producción a los veinticinco años, que fuera su ópera prima, que su argumento atacara ferozmente a uno de los personajes más poderosos e influyentes de su época poniendo en riesgo una de las filmografías más prometedoras de su tiempo… Sin embargo, la verdadera razón que convierte Ciudadano Kane en un hito es su vanguardismo narrativo, la expresividad de su fotografía, la imaginación en su puesta en escena y su atrevida estructura argumental. Por este mismo motivo, merece la pena orientar la mirada del espectador neófito o la del simple aficionado al cine que no acaba de entender los motivos de su veneración.

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Charles Foster Kane, un protagonista prepotente, ambicioso y egoista

A primera vista, no es fácil dejarse seducir por las virtudes de Ciudadano Kane, una película que no es precisamente cálida y acogedora. En realidad, se trata de una obra aparentemente fría y cerebral que rechaza el afecto y la compasión del espectador a través de un protagonista ambicioso, egoísta, prepotente y orgulloso. Sin embargo, todos tenemos nuestras razones (como diría Renoir) y descubrimos las de Charles Foster Kane en el primer tercio del film: un niño es arrancado del seno familiar a cambio de un futuro lleno de posibilidades y es educado sin el amor de una madre y en ausencia del entorno idóneo para una infancia ideal. Garantías suficientes para ser un infeliz el día de mañana.

Y precisamente esa es la piedra angular que articula la narración del film. Porque ¿qué es Rosebud sino la añoranza del amor de una madre, el calor de un hogar, acudir a la cama de los padres durante una noche tormentosa, un beso antes de dormir, recibir un abrazo cuando el mundo parece desmoronarse a tu alrededor? ¡Cómo no comprender a un amargado como Kane! La película arranca en el momento de su muerte, al que llegamos a través de un narrador omnisciente que nos ofrece la clave de su último pensamiento: una pequeña esfera que al ser agitada provoca una nevada en torno a la casita que contiene en su interior. Justo igual que la de la familia del pequeño Charles, pero en versión de souvenir decorativo.

La nieve excede los contorno de la bola en Ciudadano Kane

La nieve excede los contorno de la bola en Ciudadano Kane

Algunos pensarán que son demasiados datos a tener en cuenta para enlazar la narración fragmentada del film. Sin embargo Welles los gestiona de la manera más eficiente posible y facilitando su digestión, tal vez no en un primer visionado pero sí en los siguientes. Por ejemplo, la nieve que observamos en el primer plano de esa bola (que rebasa las fronteras de su contorno) remite a la que cierra la secuencia en la que el pequeño Kane abandona el hogar familiar. De esta manera identificamos el significado de Rosebud inmediatamente, aunque los más despistados tendrán la ocasión de hacerlo a lo largo de numerosas conversaciones (en concreto, la primera que mantiene con la que será su segunda mujer) y, por supuesto, en los últimos planos del film.

Más allá del significado de Rosebud, un mero recurso de guión para justificar la reconstrucción de la vida y personalidad del protagonista, el principal interés del film radica en su forma y estructura. Orson Welles recorre varias décadas a lo largo de 120 minutos y para ello explota las posibilidades de la elipsis como nadie lo había hecho antes en cine (basta con recordar ese matrimonio que empieza a quererse, se desencanta y posteriormente se rompe con la mesa del desayuno como único testigo). Asimismo, ofrece un retrato a varias manos mediante el empleo de diferentes puntos de vista en la narración. En realidad, buceamos en las intimidades de Kane a través del reportaje televisivo, que ofrece un repaso objetivo de su trayectoria, y de varios testimonios de amigos y conocidos que exponen «su verdad» subjetiva sobre los acontecimientos que vivieron con él.

A traves de los desayunos recorremos el nacimiento, desencanto y muerte de un matrimonio

A traves de los desayunos recorremos el nacimiento, desencanto y muerte de un matrimonio

Porque en Ciudadano Kane el espectador es un ser privilegiado; el único que, por obra y arte del director, dispone de un acceso privado a las intimidades mejor guardadas del magnate. A la secuencia inicial, mencionada en líneas superiores, podríamos añadir algunos pasajes en los que los supuestos narradores desaparecen momentáneamente de escena mientras que, sin acusar su ausencia, las imágenes siguen mostrando el devenir de los acontecimientos (Kane destrozando en solitario la habitación de su esposa). Esto sucede en todos los testimonios que jalonan el film gracias a las aportaciones de un narrador omnisciente que completa las lagunas resultantes y contribuye a la continuidad del conjunto.

En este sentido es digna de admiración la fotografía de Gregg Toland, artífice de su contundente estética y corresponsable de un estilo narrativo que derrocha imaginación, inteligencia y una portentosa economía narrativa. Bien cierto es que el propio Toland ya había trabajado la profundidad de campo en anteriores películas de John Ford y William Wyler (Las uvas de la ira, La loba) pero en ningún momento lo había hecho siguiendo las instrucciones de un Welles que ofrecía al espectador un torrente de información en los diversos niveles espaciales de un mismo plano y que disponía estratégicamente a sus personajes según su relevancia en el encuadre. Sin ir más lejos, la secuencia en la que se discute el futuro del niño en el interior de la casa: a través de la ventana, se puede apreciar a Charlie jugando despreocupadamente en el exterior (profundidad) mientras los adultos deliberan sobre su destino confirmando la nula repercusión del padre en el proceso (disposición espacial).

Profundidad de campo y disposición de personajes en base a su importancia narrativa

Profundidad de campo y disposición de personajes en base a su importancia narrativa

Del mismo modo, cabe mencionar el extraordinario talento de Welles en la puesta en escena. En su planificación se mueven mas los actores que la cámara, en aras de lograr una mayor naturalidad en las interpretaciones y de evitar cortes innecesarios en el ritmo narrativo. No es de extrañar que proliferen las secuencias especialmente largas, que permiten la inmersión del espectador en la narración y justifican el empleo de la profundidad de campo. Sin embargo no estamos ante un estilo encorsetado, ya que cuando necesita recurrir al montaje lo hace sin miramientos y mostrando tanta creatividad como capacidad de síntesis.

Pero, en este aspecto, no menos importante es el guión, escrito a dos máquinas entre Orson Welles y Herman Manckiewicz. A pesar de su naturaleza esquemática, hace gala de una gran fluidez basada en el avance cronológico que representa cada uno de los relatos sobre la vida del protagonista. Apenas encontramos solapamiento en sus diferentes narraciones; y cuando los hay, están concebidos para arrojar una nueva luz sobre el primer acercamiento al hecho narrado.

Todo esto convierte Ciudadano Kane en una película técnica y artísticamente prodigiosa. Pero ¿que hay de sus vertientes humana y emocional? Entre otras cuestiones, este texto nace con la intención de incitar a la reconsideracion de algunas ideas preconcebidas sobre esta película: ¿puede ser fría y cerebral una obra que aborda el vacío existencial de una persona que lo tiene todo, los efectos de un exceso de poder mal digerido, la degradación de un ser ambicioso que solo piensa en si mismo? Puede ser, pero una mayor profundización en esos aspectos hubiera supuesto el sacrificio de sus inmensas ambiciones formales y nos hubiera privado de la obra esencial que todavía sigue explicando la esencia del cine moderno.

Carlos Fernández Castro

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