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Que nadie exprima mi Naranja: defendiendo la película mecánica de Stanley Kubrick

Este no es un texto para atacar a los detractores de “La Naranja Mecánica”, sino tan solo una serie de argumentaciones para defender a esta obra de las iracundas embestidas que ha recibido sistemáticamente desde su estreno en 1971. Con ello, no pretendo insinuar que todo cinéfilo tenga que idolatrar este polémico film; pero sí analizar las intenciones de su director .

Alex y sus Drugos

La buena noticia es que hay esperanza para los que odian, o simplemente no entienden, esta película. Algunos os preguntaréis por qué estoy tan seguro de ello. La explicación es muy sencilla y está basada en mi propia experiencia: la primera vez que intenté verla no pude superar el minuto 20; la segunda vez lo conseguí, pero he de reconocer que me dejó bastante frío; la tercera vez, para mi sorpresa, me invadió la certeza de estar ante una auténtica obra maestra; desde ese momento, cada vez que he vuelto a revisitarla he tenido la misma sensación.

Pero hay algo que entendí desde el primer momento: “La Naranja Mecánica” no es una apología de la violencia, sino una auténtica declaración en contra de la misma; cualquiera que no lo haya entendido de esta manera es sospechoso de haberse aproximado excesivamente a sus personajes y haberlos juzgado; personalmente, considero que la película está planteada en otro sentido. La frialdad en la narración es perseguida desde la primera secuencia, con la única intención de evitar lo comentado anteriormente.

Malcolm McDowell es Alex

Kubrick plantea una película de extremos, tan separados entre sí que resulta evidente su voluntad de no reflejar la realidad; cuando Alex y sus drugos salen por la noche y cometen sus fechorías, comprobamos que su maldad va mucho mas allá de lo imaginable, y sentimos una sensación incontenible de rechazo hacia tan despreciables personajes.

No cabe la menor duda de que Kubrick ni busca la identificación del espectador con el protagonista, ni ensalza sus actos; es mas, le castiga severamente por haberlos cometido. Es el momento en que el cineasta americano lanza una pregunta al aire: ¿Es posible reinsertar a un individuo de esta calaña? Como ocurre a lo largo de todo el metraje, el director de «Atraco Perfecto» no ofrece respuesta alguna; tan solo invita a la reflexión, proponiendo disparatadas soluciones, descartables con el solo uso de la lógica, y demasiado próximas a determinados pensamientos radicales como para ser tomadas en serio.

Repasemos esos extremos a los que hacíamos referencia anteriormente: un comportamiento tan deplorable -casi inimaginable- y atroz como el de Alex, recibe un castigo que va mas allá de lo ejemplar o de cualquier intención de buscar su reinserción; mientras Alex propina una brutal paliza al propietario de una vivienda que ha asaltado junto a sus drugos, canta jovialmente «Singing in the Rain», una canción que habla sobre los efectos del enamoramiento; cuando Alex recibe el tratamiento pactado para salir de la cárcel, es sometido al visionado de imágenes inhumanas, al son de una música tan pretendidamente bella como la Novena Sinfonía de Beethoven (paradójicamente el músico predilecto de tan siniestro personaje); independientemente de la utilización de palabras inexistentes y pertenecientes a un lenguaje inventado, Alex y sus drugos hablan un inglés exquisito, primorosamente pronunciado y hacen gala de un léxico envidiable (algo que jamás asociaríamos a semejantes personajes); cuando un «reformado» Alex sale de la cárcel, los energúmenos que tenía por amigos se han convertido en policías durante su estancia entre rejas. Podríamos continuar así «ad infinitum», pero considero que estos ejemplos son lo suficientemente descriptivos como para justificar mi explicación.

Alex a punto de sufrir su terapia

Pero Stanley Kubrick no solo denuncia el uso de la violencia en nuestra sociedad, sino también la incapacidad de nuestros dirigentes para erradicarla, y sus fallidos intentos para lograrlo (mas enfocados al populismo que a la búsqueda de soluciones reales). Cuando Alex sale de prisión, el mismo sistema que le ha «curado» es el que le impide reinsertarse; la misma sociedad que fue protegida de sus comportamiento perturbado es la que rechaza su versión corregida. Kubrick expone un mundo repleto de contradicciones; teóricamente, muy alejado del nuestro; en la práctica, alarmantemente similar.

Por las razones expuestas, considero elogiable la táctica utilizada por el cineasta americano para denunciar algo tan detestable como el empleo de la violencia en nuestra sociedad. Probablemente, si hubiera intentado reflejarlo de una manera realista, hubiera resultado tan familiar que ni siquiera hubiera llamado la atención del espectador. Considerémoslo un inteligente toque de atención, aunque, ¿estamos a tiempo de remediarlo? Que cada cual saque sus propias conclusiones.

Carlos Fernández Castro

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3 Comentarios

  1. Hola Carlos, enhorabuena por el blog que tienes, que, és muy pero que muy interesante, lo he encontrado de casualidad y me ha enganchado desde el primer Artículo. Enhorabuena y espero que sigas por mucho tiempo, porque de verdad és que se disfruta mucho tanto tus críticas como la información que aportas, que, para cinéfilos de estar por casa como yo, es un disfrute.

    P.D. Qué casualidad que leyendo tu artículo de La Naranja Mecánica, justamente hace 1 año hiciste también la crítica de El Resplandor, jajaja, ni que lo hubieras hecho queriendo…!!!

    Un saludo, Carlos.

    • ¿Qué puedo responder a tus palabras, Jordi? Que me siento enormemente halagado por tus comentarios, y que me alegro tanto de que una persona valore tanto nuestro duro trabajo…
      Como digo siempre, esto es tan solo el fruto de nuestra pasión por el cine y las series de televisión, y nuestras ganas de transmitirla. Vosotros sois los que juzgáis si conseguimos nuestro objetivo; y ver comentarios como el tuyo motiva como no te puedes imaginar.

      Muchas gracias de parte de todos y un fuerte abrazo,

      Carlos

  2. Es curioso. Yo nunca he entendido las críticas en contra de «La Naranja Mecánica». Como dices tú, yo creo que simplemente no entienden (ni quieren entender) la película. Yo no necesité tantas veces para apreciarla. Solamente la he visto una vez, pero me encantó. Me gustó tanto su denuncia de la violencia en la sociedad en que vivimos: tanto la ejercida por Alex y su pandilla como la empleada por la «sociedad» para «curarlo» (curar violencia con violencia?), como la fotografía, que es simplemente maravillosa. Una película intemporal.