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Secuencias Inolvidables: “Tener y no Tener” (To Have and Have Not)

En 1944, el maestro Howard Hawks hizo coincidir por primera vez en la gran pantalla a Humphrey Bogart y Lauren Bacall, sin saber que, al hacerlo, estaba creando una de las parejas mas arrolladoras de la Historia del Cine, tanto detrás como delante de las cámaras.

En esta película se conocieron y se enamoraron. Los planos que comparten demuestran la desbordante química que había entre ambos. Con la inestimable ayuda de los textos escritos por William Faulkner y Jules Furthman, protagonizaron secuencias inolvidables, haciendo que el Señor Hawks se desentendiera de todo y tan sólo tuviera que gritar «Acción», sentarse junto a la cámara y disfrutar de dos animales de la interpretación frente a frente, escupiendo sus ingeniosas frases con la chispa y la mala leche que les caracterizaba. No tenían que actuar; tan solo tenían que ser ellos mismos y por eso queda tan natural, por eso se miran como si se conocieran de siempre.

Lauren Bacall: «¿Sabes, Steve? No eres muy difícil de predecir, solo a veces; a veces sé perfectamente lo que vas a decir, la mayor parte de las veces. El resto de las veces…el resto de las veces eres simplemente un canalla. (Se sienta en su regazo y le besa sin que él haga mucho por corresponderle)

Humphrey Bogart: «¿Por qué has hecho eso? (refiriéndose al beso)

Bacall: «Me preguntaba si me gustaría»

Bogart: «Y ¿cual ha sido el veredicto?»

Bacall: «Todavía no lo sé» (Vuelve a besarle y esta vez él le corresponde) ……Es incluso mejor cuando colaboras.

Y un poco mas adelante Lauren Bacall, tal y como acabamos de ver en el vídeo, pronuncia la famosa frase que la inmortalizó:

Bacall: «¿Sabes que no tienes que actuar conmigo Steve? ….No tienes que decir nada y no tienes que hacer nada. Nada de nada……O simplemente silbar….¿sabes como silbar, verdad Steve?…simplemente junta tus labios y…sopla. (Cierra la puerta y se va).

Bogart se queda mirando la puerta; está abrumado, estupefacto, alucinado, pensando en la conversación que acaban de tener. No es capaz de articular palabra pero sus ojos hablan por si solos y están exclamando: «¡Madre mía!». Junta sus labios, sopla y un silbido sale de su boca. De repente, deja aparecer una sonrisa en sus labios, como si supiera que acaba de conocer a la mujer de su vida. Y qué razón tenía.

¿Habéis visto muchas otras veces tanta química entre dos actores? Si es así, os invito a que comentéis vuestras secuencias favoritas.

Carlos Fernández Castro

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