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Yo vengo aquí a hablar del libro: La princesa prometida: relato clásico de grandes aventuras y amor verdadero

El objetivo de estas líneas es comparar , de forma muy resumida, las películas con los libros en los que se basan. El cine ha bebido de la literatura desde siempre y puede resultar interesante ver cuáles son las similitudes y diferencias entre las dos representaciones de una misma obra: veremos finales que se cambian, cómo algunos personajes desaparecen, aparecen o cambian, los giros en la trama para que teóricamente ésta resulte más interesante en pantalla, qué se corta, qué se alarga y qué se añade, etc. Para ello tendremos a veces que contar detalles que es mejor no desvelar a aquellos que no han visto la película o leído el libro pero bueno, ya estáis avisados…

La película “La princesa prometida” del año 1987 está basada en una novela de William Goldman en 1973. Goldman es conocido como escritor (“Marathon Man”) pero sobre todo como guionista. En 1970 ganó el Oscar al mejor guión original por “Dos hombres y un destino” y en 1977 repitió con “Todos los hombres del presidente” (esta vez consiguió el premio al mejor guión adaptado).

Como indica su título, “La princesa prometida” es una historia de aventuras y amor verdadero en la que todas las figuras tradicionales de los cuentos están presentes: príncipes y princesas, piratas, espadachines, duelos, intriga, magia y monstruos. Buttercup (Robin Wright) es la chica más bella del mundo (al menos “en potencial” según nos cuenta Goldman), que vive con sus padres granjeros en el mítico Florin. El chico que ayuda en los quehaceres de la granja es Westley (Cary Elwes): guapo, inteligente y enamorado de Buttercup, aunque esto último muy a pesar de ella, que lo ha visto siempre como un esclavo hasta que otra mujer se interesa por él. Cuando Buttercup se declara, Westley emigra a América para buscar fortuna y volver a por ella; pero aparentemente muere en el viaje de ida a manos del temible pirata Roberts. A partir de aquí, Goldman urde una trama de secuestros, rescates, duelos e intrigas que hacen honor al subtítulo de la obra.

El autor presenta su libro como una historia dentro de otra historia. Se inventa a sí mismo en el prólogo y cuenta cómo “La princesa prometida” que el lector tiene en sus manos es el resultado de una selección de las mejores partes del original de Simon Morgenstern. Por ello, Goldman nos interrumpe cada dos por tres en la lectura, indicándonos por qué ha suprimido esta parte y esta otra, los posibles motivos de Morgenstern para escribir cierto párrafo, nos comenta posibles anacronismos, hechos supuestamente históricos, etc.

Algo que, a mi entender, fue muy acertado a la hora de hacer la película, fue ahorrar al espectador el interminable prólogo de casi 100 páginas. En él Goldman nos cuenta cómo su padre le había leído la historia de niño, sus intentos de encontrar el libro para regalárselo a su hijo (un niño mimado, apático y decepcionante en todos los sentidos) y cómo, tras regalárselo, el niño le dice que es un tostón infumable.  Su padre, sorprendido, se da cuenta de que lo que había escuchado de pequeño fueron sólo “las partes buenas” y decide editar el original suprimiendo “las partes aburridas”. También nos habla de su trabajo en Hollywood como guionista, su matrimonio (y divorcio) con una psiquiatra fría como el hielo y nos transmite su decepción con la vida que al final no ha resultado ser esa gran aventura con amor verdadero incluido, sino algo bastante gris e injusto. De alguna forma, la gris realidad de este prólogo inventado se cuela en el cuento de hadas de forma que el amor verdadero no es tan verdadero, las aventuras no siempre salen bien y la vida, en general, no cumple las expectativas que uno tiene. El texto es ingenioso, escrito con muchísimo humor, con acción trepidante y personajes fabulosos pero al acabarlo, se ve que el amor entre Westley y Buttercup no es perfecto, que la vida de Iñigo ha sido desperdiciada planeando su venganza y que el final feliz de la película puede que no sea tal en el libro, ya que Goldman nos recuerda que en la huida a Iñigo se le abre la herida, el caballo de Buttercup pierde una herradura, la píldora que le devuelve temporalmente la vida a Westley dejará de hacer efecto de un momento a otro y les persiguen los soldados de Humperdinck. Y así termina, dejando al lector con un final que no es final (no como en la película). La película en cambio, no deja ver ese tono oscuro que subyace en la historia (como dice Westley a Buttercup «la vida es dolor, alteza, y cualquiera que diga otra cosa está vendiendo algo”) y nos deja con buen sabor de boca.

En cuanto a los personajes, están muy bien llevados a la pantalla y se corresponden con los descritos en el libro. Lo mismo puede decirse de la ambientación; y la banda sonora, también merece una mención especial ya que acompaña a la perfección  las imágenes. No obstante, en la película Buttercup parece más dulce y menos ignorante que en el libro (en uno de los pasajes Westley le pregunta si ha leído algo que no tuviera dibujos) y Westley es, por el contrario, más duro e inflexible. Esto último se ve muy bien en la escena en la que rescata a Buttercup.

Como ya comentamos, hay partes de la novela que se han suprimido en la película. Por ejemplo, echo de menos a los padres de Buttercup siempre peleándose y agobiando a su hija para que se bañe y se peine; el episodio de la humillación del príncipe Humperdinck ante toda su corte cuando un golpe de viento le revela que su potencial esposa , la princesa Noreena, es calva como una bola; o el descenso de Fezzik e Iñigo por los niveles del Zoo de la Muerte. Tampoco aparecen en la película las historias completas de Iñigo y Fezzik. Por el libro nos enteramos de que Iñigo se enamoró de su princesa particular, la bella Marieta, mientras se preparaba para su venganza, y de la difícil decisión que tuvo que tomar. También sabemos que Fezzik tuvo una infancia bastante horrible por ser un gigante de buen corazón y algo retardadillo; que los vaqueros ya existían en esos tiempos y que la mujer del conde Rugen fue quien inventó el glamour tal y como lo conocemos hoy en día.

Este es uno de los casos en los que tanto la película como el libro parecen estar perfectamente adaptados al medio correspondiente: partiendo de la misma historia , el libro está hecho para ser leído y la película para ser vista. Por ejemplo, la película deja de lado las frecuentes interrupciones del narrador , que es el mismo W. Goldman, y los flashbacks relativos a las historias de Fezzik, Iñigo y de la propia Buttercup. La inclusión de estos elementos en la película solo serviría para despistar y cabrear al espectador que espera divertirse viendo una película de aventuras y amor verdadero.  En esto se nota que Goldman también es guionista y que fue él mismo quien adaptó la obra a la pantalla. También se nota que no es un guionista cualquiera, sino el autor de los libretos de “Dos hombres y un destino” y “Maverick” entre otros, y ¿quién mejor que él para adaptar la obra al cine cuando además, es responsable de semejantes guiones?. Por tanto, lo que en la película hubiera sido cargante y superfluo, encaja perfectamente en el libro. Como siempre ocurre, según mi experiencia, el libro se considera mejor que la película porque ofrece mas matices, detalles y en general, mas material que la película; pero el autor-guionista ha sabido podar, pulir y dar brillo a la historia para que tanto el libro como la película gusten al lector y al espectador respectivamente.

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Curiosidades: La princesa prometida” hace un guiño a otra de las obras de Goldman, “Dos hombres y un destino”, cuando nos cuenta que el verdadero pirata Roberts esta viviendo de rentas como un rey en la Patagonia.

Fue el propio director de la película Rob Reiner, quien puso voz a los R.A.G.s (Roedores de Aspecto Gigantesco).

La edición que leí incluía un adelanto de “El hijo de Buttercup” (nunca se llegó a terminar) que retomaba la historia de “La princesa prometida” pero no me gustó nada y pienso que la decisión de no incluir ningún elemento de esta continuación en la película fue la correcta.

Mercedes Cal González.

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