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Crónica desde el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges: 11 de Octubre de 2012

Después de nuestra fracasada primera jornada en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges -al menos en términos de películas visionadas y debido a la torpeza propia de un par de novatos-, a lo largo del día de ayer nos resarcimos con un triplete tremendamente meritorio; y digo meritorio porque aguantamos estoicamente, y con la mejor predisposición posible, sendas agresiones cinematográficas. Desgraciadamente, la cantidad no se vio correspondida con la calidad de las propuestas.

También pudimos corroborar la mala organización de esta 45º edición del festival, que junto a diversos atentados cinematográficos en forma de interrupciones en las proyecciones y un sinfín de dificultades para ejercer nuestro trabajo, nos dejaron un mal sabor de boca que difícilmente desaparecerá en las jornadas restantes.

La primera decepción no se hizo esperar; su responsable es Daniel Calparsoro, quien ha debido dejarse un dineral en la producción de «Invasor«, a tenor de la infinidad de organismos que han financiado el proyecto (ICO, Ayuntamiento de la Coruña, TVE, Canal +…). El resultado es bochornoso e indignante; sobre todo si tenemos en cuenta que parte del dinero empleado en rodar este engendro con guión ridículo y claramente tendencioso, ha salido de nuestros bolsillos. Bien cierto es que las secuencias bélicas están excelentemente rodadas y nada tienen que envidiar a producciones americanas del mismo género; pero desde luego no compensan la esperpéntica trama argumental centrada en los protagonistas una vez vuelven a sus hogares tras sufrir un atentado en Irak.

«Sinister» fue el segundo chasco de la jornada. Scott Derrickson, irresponsable del remake de «Ultimátum a la Tierra», ha rodado un lamentable espectáculo en forma de película de terror; su escaso impacto está basado en los efectos sonoros de siempre y en una serie de sustos efectistas que no hacen más que intentar ocultar un lamentable y endeble guión. Su interesante punto de partida (un novelista, cuyos libros se centran en la investigación de crímenes sin resolver, se instala en la casa de una familia recientemente asesinada) se convierte enseguida en un cúmulo de despropósitos que desembocan en un desenlace de los más decepcionante y simplón. En ocasiones, las situaciones alcanzan un nivel tan forzado y absurdo que provocan risas incrédulas en lugar de inquietud y tensión.

Desesperados ante tanta mediocridad, nos refugiamos en la sección «Casa Asia» para ver «War of Arrows«, una película coreana que prometía grandes dosis de aventura y acción. Como podréis sospechar, todo quedó en promesas incumplidas; Kim Han-nim dirige una suerte de eterna persecución que nunca parece terminar. Paisajes preciosos, luchas de espada espectacularmente coreografiadas, y flechas, muchas flechas (una pena que ninguna de ellas acabara accidentalmente en el objetivo de la cámara del director oriental); pero ni un conato de profundización en unos personajes vacíos que no consiguen implicar al espectador más allá de saber que unos son los buenos y otros los malos.

Hoy tendremos ocasión de ver «Seven Psycopaths», lo nuevo de Martin McDonagh (Escondidos en Brujas), y una adaptación del manga «Ruroni Kenshin» a cargo del debutante Keisho Ohtomo. Ya os contaremos.

Carlos Fernández Castro

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4 Comentarios

  1. No crees Carlos que lo tendencioso es criticar la forma de financiar la película por que no te ha gustado??
    Te vas a fijar también como esta financiada la película coreana de turno para criticarla?? O es que te crees que sólo se financia con dinero público el cine español?

    Por supuesto esto no tiene nada que ver con que no te haya gustado, si es así es así y punto, pero vamos que la financiación no sea argumento, igual hay muchos estamentos públicos por que para levantar una película ahora hace falta más fuentes para financiar el mismo dinero que antes.

    Y ojo que digo financiar que no recaudar, ya sabes lo que te digo.
    Un salo

    • Buenas noches David,

      creo que en mi comentario queda claro por qué no me ha gustado la película; en mi opinión, 1) su guión es lamentable, 2) las interpretaciones dejan bastante que desear, 3) su voluntad manipuladora, marcada ideología y mensaje sectario me parecen inaceptables teniendo en cuenta que es una película financiada con dinero público, es decir, de todos los españoles, que son muchos y de diferentes tendencias políticas.

      No podemos proteger al cine español porque sí. Si es malo, hay que decirlo; hay que ejercer un mínimo de autocrítica para aprender de los errores que continuamente cometemos, porque si no lo hacemos jamás rectificaremos la desastrosa inercia que nos arrastra desde hace décadas.

      Por último, lanzo una pregunta al aire: ¿por qué no hay financiación privada en el cine español desde tiempos inmemoriales? Porque no es rentable. Nueva pregunta: ¿por qué no es rentable? Porque a la gente no le gusta y no acude a las salas de cine a verlo. ¿Por qué tiene que financiar el estado algo que no gusta realmente a sus ciudadanos, es decir a sus contribuyentes, y no les reporta ningún beneficio (monetario o cultural)?

      Espero haber resuelto tus dudas o haberte aclarado lo expresado en mi texto.

      Un saludo

      Carlos

  2. Yo creo que todo lo que se paga con dinero público es criticable, tanto para lo bueno como para lo malo. Más aún cuando se trata de una «industria» como es el cine español financiada por un Ministerio de «cultura» (¿soy el único que ve una incongruencia entre ambos términos?) y otras entidades públicas. Y si alguien considera que se (mal)gasta dinero en una película de Calparsoro o en un edificio de Calatrava o en una cadena autonómica de televisión, por supuesto que tiene derecho a quejarse y criticarlo. Y con mayor motivo si considera que ese gasto se ha realizado sólo para alimentar el ego de alguien. Otra cosa es que podamos estar de acuerdo o no con ese juicio.

    ¿Que el cine español no se financia principalmente con dinero público? Si te refieres a la inversión de canales de televisión privados, se trata de una inversión «obligatoria» que todos los canales deben hacer desde el año 1999, desde tiempos de Aznar. Un canon que asciende como mínimo al 5% de sus ingresos y que, por cierto, el actual gobierno ha planteado retirar con el lógico ataque de pánico de González Macho y la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España. Además, creo que todos recordamos los distintos proyectos para cambiar el modelo de financiación del ex director del ICAA Ignasi Guardans y cómo el sector audiovisual afiló los cuchillos. Sin financiación pública NO hay cine español. Y esta es una realidad innegable.

    Por otra parte, los mal llamados «productores» de cine español como Enrique Cerezo y Andrés Vicente Gómez (por citar algún ejemplo), no han puesto un duro de su bolsillo en toda su vida para hacer una película. Así que me gustaría saber a qué inversión privada te refieres y, sobre todo, qué porcentaje alcanza ese dinero respecto a la inversión total del cine español, porque sospecho que debe ser bastante escasa.