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El Abrazo de la Muerte (Criss Cross) (1949)

Nota: 8,5

Dirección: Robert Siodmak

Guión: Daniel Fuchs

Reparto: Burt Lancaster, Dan Duryea, Yvonne de Carlo, Stephen McNally

Fotografía: Franz Planner

En “El Abrazo de la Muerte”, Robert Siodmak repite la fórmula que con tanto éxito había utilizado en “Forajidos”: consigue un buen argumento, propio del cine negro, y escoge a Burt Lancaster, un actor al que ya había hecho debutar con la obra mencionada anteriormente, para protagonizarlo. El resultado es incluso superior, a pesar de que la primera, basada en un relato corto de Hemingway, es mucho más famosa y citada a la hora de repasar las grandes obras del género.

Argumento: Paul (Burt Lancaster) retorna a su ciudad natal tras una temporada fuera. No vuelve porque eche de menos a su familia o a sus antiguos amigos; a pesar de querer engañarse a si mismo, sus subconsciente le traiciona constantemente y revela que la verdadera razón de su regreso es recuperar a su antiguo amor (Yvonne de Carlo), que ahora tiene una relación con un peligroso gangster (Dan Duryea). Paul encuentra una manera de recuperarla, pero tendrá que adentrarse en el oscuro mundo del crimen para ello y ejecutar un plan suicida.

Como casi toda película de cine negro que se precie, “El Abrazo de la Muerte” está estructurada a base de flashbacks, los cuales Siodmak utiliza de manera brillante, con el objetivo de mantener la tensión hasta el plano final. Este recurso suele ser utilizado de manera que, al comenzar el metraje, se muestre el momento previo al desenlace, para pasar a un flashback que explique todos los antecedentes y, a continuación, se retome la acción inicial; pero en este caso, el flashback nos deja a falta de media hora para el tramo final, una muestra más de la habilidad de Siodmak, que, con su maniobra, intensifica y prolonga la incertidumbre del espectador de manera considerable.

Acción, suspense, traición y amor, envueltos en un ritmo trepidante y una trama muy elaborada, repleta de giros inesperados de guión, que en momentos la convierten en desconcertante; pero no os preocupéis, a medida que avanza el metraje, todo acaba cobrando sentido, encaminándose hacia el único final posible. Por cierto, si en determinados momentos notan algo extraño y fuera de lo normal al ver este film, no se preocupen, se llama carisma y es el que derrocha Burt Lancaster.

Carlos Fernández Castro

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