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A Propósito de Llewyn Davis (Inside Llewyn Davis) (2013)

Nota: 8,5

Dirección: Joel Coen

Guión: Ethan Coen (Biografía: Dave van Ronk)

Reparto:Oscar Isaac, Carey Mulligan, Justin Timberlake, Garrett Hedlund, Adam Driver, F. Murray Abraham

Fotografía: Bruno Delbonnel

Duración: 105 Min.

En su nueva película, los hermanos Coen vuelven a recurrir a la figura del perdedor, uno de sus recursos cinematográficos predilectos. A lo largo de su filmografía, hemos sentido compasión por Nicolas Cage en «Arizona Baby», Gabriel Byrne en «Muerte entre las Flores», Jeff Bridges en «El Gran Lebowski», Billy Bob Thornton en «El Hombre que nunca estuvo Allí», o Michael Stühlbarg en «Un Tipo Serio». Sin embargo, como ya ocurriera con el William H. Macy de «Fargo», los cineastas judíos no parecen profesar el mismo cariño hacia su último antihéroe, que a los personajes mencionados en líneas superiores

El cantante de folk al que hace referencia el título de su último film, es un tipo egoísta, irresponsable y arrogante, que a pesar de su inmenso talento, parece repeler a la esquiva y caprichosa diosa fortuna. Llewyn Davis no reclama una mirada bondadosa, sino más bien todo lo contrario. Evidentemente, es menos doloroso negar el reconocimiento a un ser que no despierta simpatía alguna, que a una persona por la que el espectador pueda sentir un cierto aprecio. «A Propósito de Llewyn Davis» es una película que trata sobre el folk y el Greenwich Village de los años 60; pero por encima de todo, es un tratado sobre el fracaso. Podríamos decir que el éxito es una cuestión de precisión; lo único que diferencia a Llewyn de un triunfador como Bob Dylan, es la teoría del lugar preciso y el momento adecuado.

Cualquiera que haya visto «No Direction Home: Bob Dylan – A Martin Scorsese Picture», identificará inmediatamente la época que recrean los Coen en su último trabajo, tan fascinante desde un punto de vista musical como cultural; artistas de un inmenso talento coexistían con fórmulas comerciales que arrasaban con estúpidas canciones de amor en nombre del folk y el aborregamiento popular. La película respeta el contexto y lo plasma con una fidelidad encomiable, pero no disimula su mirada burlona hacia un panorama musical contaminado por el conservadurismo más radical, y una sociedad dominada por la hipocresía y el conformismo.

En cuanto a la temática, «Inside Llewyn Davis» podría recordar vagamente a la reciente «Corazón Rebelde» (2009), película en la que Jeff Bridges interpretaba a un cantante country en horas bajas. Pero el tratamiento es diametralmente opuesto, ya que Scott Cooper dirige una mirada compasiva a su personaje, negada en todo momento al interpretado por Oscar Isaac. Los hermanos Coen son inusualmente implacables con su protagonista, instalado permanentemente en el pesimismo y la decepción, impregnan sus fotogramas de melancolía, y evitan los sobresaltos emocionales en pos de la linealidad argumental (únicamente comprensible al contemplar la obra en su conjunto).

Esta maniobra implica unos riesgos que los cineastas judíos sortean con gran habilidad. Para evitar la monotonía, recurren a los secundarios marca de la casa y al sentido del humor que desprende toda su filmografía, materializado en secuencias impagables como la reunión de Llewyn con su manager, la esperpéntica y reveladora grabación de una canción folk en un estudio de música, o el viaje en coche acompañando al inclasificable personaje interpretado por John Goodman. Una vez más, los Coen demuestran un excelente olfato en la selección de actores; destaca la armoniosa presencia de Justin Timberlake, la refrescante comicidad de Adam Driver, o la solemnidad de F. Murray Abraham entre otros. Pero lo que verdaderamente sorprende es la solvencia con la que Oscar Isaac asume el protagonismo del film, e interpreta las maravillosas canciones que T. Bone Burnett compone para la ocasión.

En definitiva, Joel y Ethan Coen rinden su personal homenaje al folk, un género que nunca lo tuvo fácil entre el gran público; pero también presentan sus respetos a todos aquellos que se quedaron en el camino, a los que intentaron triunfar por todos los medios hasta perder el aliento, a los que creyeron en sí mismos contra todo pronóstico. Pero como ocurre en la vida real, la justicia divina no existe. «A Propósito de Llewyn Davis» necesita una digestión pausada, para acto seguido crecer descontroladamente en la mente del espectador. Puede que no sea un hit instantáneo, pero sí es una de esas melodías que acaban dejando poso más allá de las listas de ventas.

Carlos Fernández Castro

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3 Comentarios

  1. ¿Por qué tantas menciones a que los cineastas son judíos? ¿Es un dato relevante, a tener en cuenta?
    Quiero creer que los enaltece el hecho de ser judíos ¿no es así, Sr Fernández Castro?

    • Por el tono capcioso de sus preguntas, no debería responderlas, pero lo haré. Si repito el término «judíos» a lo largo de la crítica, es porque me parece importante resaltarlo, y así incidir en la enorme importancia que han tenido los «judíos» en la creación de la industria cinematográfica: Carl Laemmle, Wilhelm Fuchs, Samuel Goldwyn, Adolph Zuckor…creadores de la Universal, Paramount, Fox, y la Metro a principios de los años 10. También siento especial admiración por Woody Allen, y estoy en contra de la demonización sisémática de los medios de comunicación españoles hacía el publo «judío».

      ¿contenta, Elda?

      • Está bien.Y si todo lo que usted me contesta lo hubiese dicho en su crítica ( es decir: mencionar con
        admiración que son buenos porque además, como la mayoría de los realizadores, son judíos) no habría dado lugar a las suspicacias. Y nos hubiéramos evitado un «malentendido».
        Gracias. Y contenta.