Coriolanus (2011)

Nota: 8

Dirección:Ralph Fiennes

Guion: John Logan, sobre obra de William Shakespeare

Reparto: Ralph Fiennes, Gerard Butler, Vanessa Redgrave, Jessica Chastain,  James Nesbitt, Brian Cox.

Fotografía: Barry Ackroyd

Duración: 128 min

Pensaba que Laurence Olivier y el en ocasiones empalagoso Kenneth Branagh ya me habían enseñado todo lo que tenía que saber de Shakespeare, pero Ralph Fiennes, con su sangrienta, terrible y brutal adaptación de Coriolanus, me ha hecho cambiar de opinión. Creo que la obra original del escritor inglés no ha tenido el protagonismo que se merece, a diferencia de otras obras suyas. Quizá sea porque en ella no pasan muchas cosas. Pero, ay, ¡cuánto dice de la naturaleza humana! Dan ganas de pausar la película para reflexionar sobre prácticamente cada frase que pronuncian los personajes. La película narra la historia de un general romano, Caius Marcius, que ha acometido grandes hazañas bélicas para Roma, lo que lo empuja hacia una carrera política para la que no está hecho su carácter guerrero, con terribles consecuencias. Desprecia a la plebe, es orgulloso y no quiere oír a aduladores. Se parece a los políticos de hoy;  al menos en dos cosas.

Coriolanus es la primera película de Ralph Fiennes como director. Un fantástico ejercicio, en mi opinión. Cierto es también que el hecho de que Shakespeare te escriba el diálogo te facilita mucho las cosas. La película tiene un claro aire teatral, con sus primeros planos y ordenados diálogos. Las escenas bélicas, no obstante, son filmadas al estilo mareante habitual. La actuación de Fiennes como Coriolanus es inefable. Por su parte, Vanessa Redgrave, en el papel de Volumnia, la madre manipuladora y dominante, es prodigiosa: su belleza, su voz, su actuación… debe de haber otras buenas actrices, pero no te acuerdas ni de cómo se llaman. Tanto Fiennes como Redgrave, veteranos del escenario teatral británico, están en la estratosfera de la interpretación. El escocés Gerard Butler interpreta bien a Aufidius, némesis del protagonista. Jessica Chastain, la actriz del momento, no está mal, a su típica manera compungida.

La película no presenta las exageraciones y ganas de ‘innovar’ habituales cuando a algún moderno se le ocurre dar un nuevo aire a un clásico. Fiennes ha tomado una obra de Shakespeare, ha mantenido el inglés de la época y ha situado la acción en un contexto anacrónico, con un espléndido resultado, y el plus de ostentar el segundo puesto, si no me equivoco, en el podio de películas en las que aparecen pintadas en latín.

Parece que en la época de los romanos no había peor ofensa que la de ser acusado de traidor. Algunas cosas cambian, pero otras, desgraciadamente, son eternas: las diferencias de clase, las guerras, las presiones políticas, y las relaciones humanas subyacentes: lo de siempre. Esta obra es grande, por sus insuperables interpretaciones y su relevancia: siempre habrá una guerra con la establecer paralelismos. Y porque nos recuerda que no es cierto que no aprendamos nada de la historia: nos enseña una y otra vez que seguimos siendo unos descerebrados.

Marina Torron