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El Hobbit: La Desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug) (2013)

Nota: 8

Dirección: Peter Jackson

Guión: Philippa Boyens, Peter Jackson, Fran Walsh, Guillermo del Toro (Novela: J. R. R. Tolkien)

Reparto: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage,  Benedict Cumberbatch

Fotografía: Andrew Lesnie

Duración: 161 Min.

Bienvenidos de nuevo a la Tierra Media. La espera ha sido larga pero por fin llega a las carteleras de todo el mundo, El Hobbit: La Desolación de Smaug, segunda parte de la trilogía que dirige con maestría Peter Jackson. Hace justo un año celebrábamos la vuelta al universo Tolkien del director neozelandés que, como recordamos, no estaba por la labor de volver a dirigir. Guillermo del Toro era el director elegido para que le diera una vuelta de tuerca a todo el imaginario creado por el escritor británico. Tras el estreno de El Hobbit: Un viaje inesperado, más de uno pensó en lo que hubiera podido hacer el director mexicano. Yo era uno de ellos. No es que hubiera perdido la fe en Jackson, Dios me libre. La trilogía del El Señor de los Anillos ha entrado en la historia del Cine como una de las más espectaculares, innovadoras y visualmente impactantes obras de arte. Lo que yo demandaba era aire fresco, nueva mentalidad y savia nueva. No quería que la adaptación de El Hobbit se convirtiera en una continuación de LOTR (Lord of the rings). Necesitaba una ruptura.

Ésta no se ha producido y el continuismo ha triunfado, y a tenor de lo visto, Peter Jackson me ha cautivado de nuevo, aunque sigo exigiendo un cambio de rumbo.

Como ya sucediera con El Señor de los Anillos: Las Dos Torres, Jackson se encuentra más liberado, sin tantas ataduras argumentales. No es necesario perder el tiempo en presentaciones, únicamente debe continuar su viaje. Un viaje, eso sí, plagado de peligros y aventuras, que tendrá su epílogo cuando se estrene El Hobbit: Partida y Regreso a finales del año que viene.

Bilbo (Martin Freeman), Gandalf (Ian Mckellen), Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage) y el resto de la Compañia, continúan su viaje hacia la ciudad de Erebor, donde les aguarda el peligroso dragón Smaug, guardián de la ciudad y del impresionante tesoro que custodia. Para ello deben cruzar el Bosque Negro, donde moran los elfos silvanos, comandados por Thranduil (Lee Pace), mientras Gandalf se enfrenta con el desconocido Nigromante. Para llegar a Erebor deben pagar un doloroso peaje cuando conocen a Bardo el Arquero (Luke Evans), un contrabandista de la ciudad de Esgaroth, antesala del peligro que les espera «dormido».

Peter Jackson, a pesar de sus manidos y habituales excesos visuales, ha sido capaz de gestar la película de aventuras perfecta, con un dominio del ritmo extraordinario. La fuerza y el nervio con el que están realizadas escenas como la huida de los enanos de la ciudad de los elfos o el ataque de las arañas gigantes, deberían ser enseñadas en las escuelas de cine. La psicológica batalla final entre Bilbo y Smaug es otra de las joyas de esta película, magnificada por las interpretaciones de Martin Freeman y Benedict Cumberbatch, que aunque no se le ve, se le escucha, poniendo la voz en la versión original al dragón Smaug. Desconozco cual será la fórmula empleada en la versión española, pero soy incapaz de imaginarme a otro actor que no sea Cumberbatch en la piel de Smaug, gracias al profundo y grave tono de su voz que transmite, con maestría, la fiereza y la grandeza de la que hace gala el dragón Smaug en todas las leyendas.

En La desolación de Smaug somos ya conscientes de la evolución de Bilbo. Dejamos atrás al bonachón, torpe e indeciso hobbit, para dar paso a uno más batallador y resolutivo, y a su vez más comprometido con la causa de los enanos. Pero, también asistimos a la primera demostración del poder que ejerce el Anillo Único en Bilbo.

Otros dos personajes que cobran protagonismo a medida que avanza la historia son, en esta ocasión, el líder de la compañía, Thorin, frustrado en su intento de finalizar con éxito la misión que les han encomendado, y el pequeño Kili, que se involucra en demasía con un elfo, enemigo natural de los enanos.

Polémicas aparte, debido sobretodo a la introducción de un nuevo personaje, interpretado por Evangeline Lilly, y la vuelta a la saga de Orlando Bloom como Legolas, Peter Jackson vuelve a regalarnos un gran espectáculo visual, pleno de acción y humor. Como era de esperar, La desolación de Smaug se convierte en una película puente entre la primera entrega y la última. Hasta que llegue ese momento, no podemos restarle méritos al director neozelandés que ha conseguido volver a divertirnos en una sala de cine.

Hillman

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