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Jane Eyre (2011)

Nota: 6

Dirección: Cary Fukunaga

Guión: Moira Buffini (Novela Charlotte Bronte)

Reparto: Mia Wachikowska, Michael Fassbender, Judi dench

Fotografía: Adriano Goldman

Cuando Carlos Fernández Castro -ideólogo de Bandeja de plata y gurú cinematográfico personal- me ofreció cubrir el preestreno de “Jane Eyre”, no supe ni pude negarme. Y eso que no creía que fuera el más adecuado para la tarea: cascaba gripazo categórico, profesaba odio declarado a los dramones decimonónicos, y en consonancia con lo anterior, me aburría soberanamente la literatura de Charlotte Brontë -autora del texto original en que se basaba la película-. Pero como hombre precavido vale por dos, y como internet ha conseguido agilizar los trámites de documentación hasta alcanzar la velocidad del sonido; averiguar que el director de la cinta en cuestión era Cary Joji  Fukunaga, cambió por completo mi percepción de la oferta.

En 2004, este joven director californiano se presentó en sociedad (esto es, en Sundance), con el deslumbrante corto: “Victoria para Chino”. Rodado bajo un estilo perfectamente encarrilado en el mainstream fílmico actual, narra el infierno cotidiano de la frontera mexicano-estadounidense; el calvario de aquellos que se dejaron seducir por el quimérico sueño americano.

Smily, El Sol, y la moderna violencia tribal de las maras. “Sin nombre” (Cary Joji Fukunaga, 2009)

Pero Fukunaga no estaba sino calentando motores, pues a finales de década retomaría y ampliaría el recorrido de su viaje. Lo haría con la interesantísima, aunque a veces inconsistente, “Sin nombre”. Somera radiografía del tenebroso mundo de las maras, e ilustrativo retrato de la infame odisea que, a diario, han de emprender miles de inmigrantes latinos rumbo a los EE.UU. Con este trabajo (posible gracias a la financiación de los siempre sensibles al talento Gael García Bernal y Diego Luna) Fukunaga saldría de Sundance 2009 como mejor director dramático de la edición.

Esta prestigiosa concesión no hacía sino postularle, o bien como creador concienciado con destino a tener en cuenta, o bien como futurible para proyectos de holgada envergadura. Con el presente encargo desde Bandeja de plata, comenzaba a clarearse el horizonte. Pues a pesar de que sus trabajos fílmicos anteriores son correctísimos tratamientos visuales del drama, a Fukunaga le faltaba rabia para que sus historias de bajos fondos dejaran huella. Esta revelación emergía nítida a medida que avanzaba el metraje de “Jane Eyre”, cuya temática y tono se adaptaban mucho mejor a su discurso cinematográfico.

Jamie Bell (en constante fuga de la prolongada sombra de “Billy Elliot”) y Mia Wasikowska, compartiendo plano en la última recreación fílmica de “Jane Eyre” (Cary Joji Fukunaga, 2011).

En “Jane Eyre”, el joven director norteamericano firma un planteamiento de conflictos y una estructuración de ambientes sólida, atractiva, vigorosa – sobre todo cuando el flashback retrocede hasta la infancia de nuestra protagonista -, pero peca en su desenlace de sensiblería, previsibilidad y tremendismo. Esto es, sucumbe en las más nefastas señas de identidad de esta clase de historias, y la razón básica por la que suelo huir despavorido de las mismas.

No hay pegas sobre los aspectos técnicos de la cinta, de hecho, no puedo sino valorar muy positivamente el sonido, la magistral fotografía de Adriano Goldman (también tandem de Fukunaga en “Sin nombre”), o el maravilloso diseño de vestuario que, junto a una escenografía casi inmejorable, consiguen recrear a la perfección la gótica decadencia de la mansión Thornfield. Asimismo, la película encuentra sustento ante el sopor siempre amenazante de la segunda mitad del filme, en la inmácula labor de sus intérpretes -serios candidatos a monopolizar carteleras venideras-. Me explico:

Mia Wasikowska, que en 2010 alcanzó la notoriedad merced a “Alicia en el país de las maravillas”de Tim Burton, encuentra en este 2011 su año de confirmación. Pues además de firmar un más que digno papel protagonista en “Jane Eyre”, ha presentado a lo largo del presente ejercicio “Sin descanso”, la última y más naif (según las críticas que nos vienen de Cannes ) película de Gus Van Sant; y “Albert Nobbs”, último largo del siempre bien valorado cineasta Rodrigo García. Amen de figurar junto a Barack Obama, John Lasseter, Saif al Islam Gadafi o Mark Zuckerberg, en la lista de las 100 personalidades más influyentes del año, según los criterios manejados por la revista Time. Mia solo tiene 22 años, mucho talento y apenas un puñado de títulos en Hollywood. Ya es bastante más que el hijo de Gadafi a día de hoy.

Cosas de la globalización: Michael Fassbender -actor irlandés nacido en Alemania- y la australiana de ascendencia polaca Mia Wasikowska, acaramelados tortolitos en la campiña británica (“Jane Eyre”, 2011). Dirige el preciosista Cary Joji Fukunaga, californiano de padre japonés y madre sueca.

Por su parte, Michael Fassbender no para: acaba de estrenar la provocadora y prometedora “Shame”, y “Un método peligroso” de mi admirado David Cronenberg; y ya prepara sendas cintas de ciencia ficción con Ridley Scott y Jim Jarmusch (una de vampiros donde repetirá con Mia Wasikowska, por cierto). En “Jane Eyre” se encarga de aportar una buena dosis de virilidad a Mr. Edward Rochester y sus tribulaciones -esto es, la atormentada figura masculina, indispensable en las obras clásicas del género-.

En suma, Fukunaga nos factura un digno y académico trabajo (a pesar de ciertos arrebatos de efectismo), donde su sensibilidad estética encuentra perfecto acomodo, y posiblemente la base de una longeva carrera internacional; pero que no deja de ser otra entrega más en el ámbito del pasteloso drama romántico del XIX, ciertamente resultón, pero cuya esencia hace tiempo dejó de interesarnos; o debiera (chicas, ¿la búsqueda del icónico y acaudalado príncipe azul acaso sigue en pie?). En pocas palabras: gaseosa agitada especialmente indicada para aquellos que profesen amor reverencial por las novelas de Jane Austen o las hermanas Brontë. Y torpe elección para todo aquel que aún no haya gozado de la cinta iraní “Nader y Simin, una separación”; sin necesidad de cribar aquí por gustos literarios, pues hablamos -con casi total seguridad- de la mejor película del año (y milagrosamente aún sobrevive en cartelera).

Queda dicho, quedan avisados.

Alberto G. Sánchez – pelucabrasi

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2 Comentarios

  1. Cuando he empezado a leer, pensaba que al final de la crítica iba a encontrarme con un hacha clavada en el corazón de Bronte o bien algún comentario pornosexual sobre Wasikowska o bien un «me encantan las patillas decimonónicas, punto final». Pero no, y eso es bueno, primero porque ya podrías ser crítico de El País y segundo porque a pesar de las mierdas siempre eres capaz de encontrar una mosca que merezca la pena destacar. Y eso es muy bueno. Cojonudo.

  2. Infinitas gracias José Ángel, siempre has sido, eres y serás todo un señoôoóöoòr.