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La Cabaña en el Bosque (The Cabin in the Woods) (2011)

Nota: 7

Director: Drew Goddard

Guión: Joss Whedon, Drew Goddard

Reparto: Kristen Connolly, Chris Hemsworth, Fran Kranz, Richard Jenkins, Bradley Whitford, Anna Hutchison, Jesse Williams, Amy Acker, Brian White, Tim de Zarn, Tom Lenk, Jodelle Ferland, Sigourney Weaver

Fotografía: Peter Deming

Duración: 105 Min.

Por beata manía acostumbro a evitar todos los trailers y reseñas de cualquier film con altas dosis de hype antes de sentarme en la butaca. Acudir virgen a una proyección siempre potencia con creces el factor sorpresa y las expectativas dejan un frente abierto a la imaginación, más aún teniendo en cuenta lo planos que suelen resultar los argumentos del género que nos toca. Obviamente no os voy a pedir eso con una película que llega a España con año y medio de retraso y que seguramente muchos de los que me estáis leyendo ya habéis visto (los 7.500 votos en Filmaffinity me dan una pista). Así que iré al grano.

‘The Cabin in the Woods’ es una sopa de tópicos que deja la simpleza a un lado para sumergirnos en un entorno hipertextual ingenioso y sofocante. Una miscelánea de clásicos de terror a los que hace referencia de un modo indirecto y entre los que a bote pronto me vienen ‘Poltergeist’, ‘The Ring’, ‘La casa de cera’, ‘My Little Eye’, ‘Cube’, ‘La matanza de Texas’ y ‘Cursed’, pasando incluso por la reciente ‘You’re Next’ de Adam Wingard. Un placer para el paladar del aficionado al miedo pero también un gazpacho que puede resultar estomagante al público más casual.

El prólogo pone en escena a cinco amigos opuestos en personalidad (el fumado, el pivón, la inocente, el cachas…) a los que no se les ocurre mejor actividad para un fin de semana que irse a una casa cerca de donde Cristo perdió el mechero. Redundancia o instrumento copia que parece pretender colarnos el “más de lo mismo” de siempre. Pero esa cabaña, como el título, solo es una artimaña para burlarse del cliché y poner en marcha la verdadera película justo cuando el espectador comienza a emitir los primeros bostezos.

De pronto una maquinaria perversa envuelve a los protagonistas con una acción a múltiples bandas que recoge elementos del slasher, la ciencia ficción, el gore y el humor negro más visceral. Se podría decir que el guión es como una cebolla en la que cada capa esconde otra diferente hasta que llegamos al núcleo entre molestias y picores. Afilada sensación de horror y sarcasmo que nace en parte de la pluma del célebre Josh Whedon, guionista y director de ‘Firefly’ y ‘Los vengadores’.

La sensación que dejan los títulos de crédito obliga a aplaudir o a vomitar en el mismo cubo de palomitas, o a ambas cosas, pero jamás deja indiferente. Y ese es precisamente el resultado que viene buscando el mejor terror posmoderno de la última decada. A no dejarnos indiferentes reinterpretando historias que en su día rompieron moldes pero que hoy no van a ningún lado. A provocarnos el susto jugando con los silencios, con la arquitectura de los movimientos de cámara y con una casuística argumental capaz de eliminar todo lo superfluo y predecible. Y en cierto modo directores como James Wan (‘Saw’, ‘The Conjuring’), Gareth Evans (‘The Raid’) o Charlie Brooker (‘Dead Set’, ‘Black Mirror’) ayudan a mantener fresco un género tan evitable como necesario.

Manu Sueiro

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