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Silencio de Hielo (Das Letzte Schweigen) (2010)

NOTA: 7

Dirección: Baran bo Odar

Guión: Baran bo Odar, Alex Ross, Richard Shakocius (Novela: Jan Costin Wagner)

Reparto: Ulrich Thomsen, Wotan Wilke Möhring, Katrin Saß

Fotografía: Nikolaus Summerer

Duración: 120 Min.

Lo mejor de los estrenos veraniegos es que, de vez en cuando, aparece alguna pequeña joya entre tanto blockbuster prefabricado. En este caso, se trata de «Silencio de hielo», un thriller alemán que, pese a sus imperfecciones y defectos, resulta una propuesta más que estimulante. Y recomendable.

Lo de menos, en esta ocasión, es desentrañar el misterio. En realidad, conocemos la identidad del asesino desde las primeras secuencias, de manera que lo que se nos plantea no es tanto la reconstrucción de un crimen como la deconstrucción del mismo (en una línea que, por momentos, podría recordar al arriesgado Fincher de «Zodiac»). En definitiva,  una película que presta más atención a analizar el contexto –social, personal y, sobre todo, íntimo- de sus personajes que a bucear en una intriga policíaca que no deja de tener algo de convencional.

En su contra, pesa a ratos una cierta sensación de dejà vu, sobre todo para quienes estamos algo cansados del alud de novelas negras nórdicas –con sus correspondientes películas- que nos invaden (no en vano este film es la adaptación de una de esas novelas). Pero a favor, sobresale la labor de sus actores protagonistas y la inteligencia del director para fijar su mirada –y la de los espectadores- en los matices de cada uno de ellos.

En este sentido, más allá de la evidente influencia de clásicos como M (de Fritz Lang) o de sagas recientes (ya sean las de Wallander o las de Millenium), se aprecia un gusto por las psicologías torturadas que recuerda tanto a los Coen de Fargo –con policía embarazada incluida- como a series como «The killing», con la que tiene en común tanto la densidad de la atmósfera (la lluvia del Seattle en «The killing»se convierte aquí en el sol, casi cegador, de un inhóspito paraje alemán)  como la lucha entre la razón y la cordura del investigador del caso.

La estructura del film, eficaz y sin grandes novedades, dibuja certeramente las piezas de un puzle en el que, como en la vida real, todo encaja de manera imperfecta. Y, sobre todo, poco satisfactoria. Seguramente, si el final fuera otro, esta película no sería más que otra adaptación olvidable. Sin embargo, la contundencia de su desenlace sumado a la capacidad del guión, del reparto y del director para dibujar –más que con hábiles retazos- a sus personajes, hace que se convierta en una propuesta mucho más personal. E interesante.

Mención aparte merece el trabajo de  Wotan Wilke Möhring y Ulrich Thomsen, cuyas miradas –y silencios: tan gélidos como los del título- son, posiblemente, lo mejor de la película. Incluso llegan a imponerse a la caracterización –¡esas pelucas!- que les han otorgado en los flash-backs. Pese a todo, la intensidad de su trabajo es tal que resulta imposible no querer saber más de ellos. Del monstruo que encierran. Del pasado que esconden. Y de lo cercanos que, lamentablemente, sabemos que se halla su escondite.

Una opera prima con aciertos y, sobre todo, con ganas de explorar en la vida de sus personajes. Un peculiar cruce entre la novela nórdica, el thriller hollywoodiense y el cine alemán. En síntesis, un título que merece la pena destacar frente a la avalancha de remakes, precuelas y reboots con que atontan nuestras pantallas. Y nuestras neuronas.

Fernando J. López

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2 Comentarios

  1. A mi me decepcionó. Esa arriesgada apuesta por emular el estilo de Zodiac, en mi opinión, no funciona.

    Y no funciona porque las escenas en las que la historia policial toma presencia, en las que los asesinos aparecen en pantalla y vamos conociendo su historia, la película crece y te atrapa. Pero esos momentos son menos de los que me gustaría.

    Esas imágenes funcionan con fuerza, y más cuando aparece Ulrich Thomsen en pantalla, y nos hace esperar más de esa historia.

    Pero el director decide centrarse en el dolor de los distintos personajes, que ya hemos conocido en la primera parte de la película, pero nos lo sigue mostrando durante todo el metraje. Y al contrario de la historia policial, creo que no consigue su objetivo de transmitirnos ese dolor. O al menos no tanto como parece que el director pretende.

    Me encantó la primera escena, cómo está rodada (el plano que se mueve de lado a lado siguiendo a los personajes) y la violencia que transmite sin mostrar un sólo puñetazo ni una gota de sangre. Igual esa primera escena me hizo esperar algo del resto de la película, que por desgracia no llega, o llega a pequeñas pinceladas.

    Un saludo

  2. Me encantó la primera escena, cómo está rodada (el plano que se mueve de lado a lado siguiendo a los personajes) y la violencia que transmite sin mostrar un sólo puñetazo ni una gota de sangre. Igual esa primera escena me hizo esperar algo del resto de la película, que por desgracia no llega, o llega a pequeñas pinceladas.