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Spring Breakers (2013)

Nota: 6,5

Dirección: Harmony Korine

Guión: Harmony Korine

Reparto: Selena Gómez, Vanessa Hudgens, Rachel Korine, Ashley Benson, James Franco

Fotografía: Benoît Debie

Duración: 94 Min.

Atención padres y madres, ahórrense el disgusto de ver “Spring Breakers” si no están dispuestos a aceptar el desolador retrato de la adolescencia que Harmony Korine dibuja en ella. A lo largo del metraje, varias ideas rondarán su cabeza: “esto solo ocurre en Estados Unidos”, “mis hijas no harían eso”, “menuda panda de depravados”…pero la realidad es que el comportamiento de los protagonistas de esta película refleja de manera fidedigna los valores que fomenta la sociedad actual. Si por el contrario son ustedes adictos a las fiestas desmadradas, la música disco, los desnudos en general y los escotes generosos en particular, esta película satisfará sobradamente sus expectativas; es más, si usan gafas de pasta (con o sin cristales), deberán espetar con aire reflexivo apreciaciones aparentemente intelectuales.

Desconozco si existe alguna voluntad crítica en la mente calenturienta de Korine; en realidad, ni siquiera puedo concebir que no la haya, pero hay ciertos aspectos en su film que me empujan a formular la siguiente teoría: el director pretende ensalzar todo lo que rodea al “spring break” (famosa práctica americana que habitualmente consiste en hacer una pequeña pausa en el año escolar para coleccionar comas etílicos, esnifar cantidades ingentes de cocaína, y realizar todo tipo de prácticas sexuales) mediante repetitivas secuencias que exhiben el desenfreno y libertinaje propio de estas entrañables fechas; sin embargo, parece castigar a sus protagonistas por abrazar una nueva vida basada en el crimen y las drogas. El mensaje podría resumirse en “bebe, drógate, comete delitos menores y folla todo lo que puedas; pero no te juntes con mala gente”.

Todo lo comentado anteriormente es el reflejo de una juventud desencantada que no encuentra motivación en los estudios ni vislumbra un futuro esperanzador; consecuencias de una cultura que rechaza el esfuerzo como medio para la consecución de objetivos (atención al método empleado para recaudar los fondos necesarios que financien su spring break), y aprueba la frustración como reacción inmediata a la no obtención de los mismos. Harmony Korine triunfa a la hora de plasmar esta realidad a través del comportamiento de sus personajes; aunque en general podríamos calificarle como una contradicción andante: justifica ciertos comportamientos y demoniza otros igual de graves que los anteriores, siendo ambos consecuencia de la ausencia de determinados principios.

Pero “Spring Breakers” contiene matices que resultan difíciles de explicar; la película respeta sorprendentemente a Faith (Selena Gómez), una de las jóvenes protagonistas que, al contrario que sus compañeras de viaje, exhibe con orgullo sus creencias religiosas y mantiene intacta su inocencia. Sin embargo, castiga al camello interpretado por James Franco, el único que intenta corromper la inocencia de Faith. Personalmente, me resulta una circunstancia muy reveladora de las intenciones de Korine, pero disonante respecto al tono general del film. ¿Qué demonios significa este repentino respeto a la religión?

Harmony Korine parece aspirar a la consideración de autor a través del empleo esporádico de un montaje no lineal; sin embargo, se trata de un recurso pretencioso que aporta más bien poco a la narración. Tampoco tiene reparos a la hora de reflejar en la gran pantalla su admiración -¿obsesión?- por la -preferiblemente desnuda- anatomía femenina; no pretendo criticar su gusto, pero sí me gustaría señalar lo mucho que sus reiteradas y repetitivas pajas mentales perjudican al ritmo del film. No contento con ello, el guionista de “Kids” reclama, de una manera bastante pueril, el trono de Larry Clarke como “enfant terrible” del cine independiente americano; cuatro desnudos frontales, cinco esnifadas de coca y varias toneladas de alcohol en vena hubieran bastado en la época del destape, pero no en el SXXI.

La conclusión es que «Spring Breakers» invita al espectador a dar un paseo por el lado salvaje, pero no a instalarse en el; es innegable que mantiene la atención del espectador sin dificultad, pero la elección de los recursos estilísticos mencionados anteriormente la condena a ser contemplada como un mero entretenimiento vistoso y burdamente provocador. A pesar de ello, los 95 minutos de su metraje merecen la pena aunque solo sea para disfrutar de la exhibición de un James Franco en estado de gracia y una Selena Gómez que nos obliga a tomárnosla en serio.

Carlos Fernández Castro

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