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The Imitation Game (Descifrando Enigma) (2014)

the imitation gameNota: 4,5

Dirección: Morten Tyldum

Guión: Graham Moore (Libro: Andrew Hodges)

Reparto: Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Matthew Goode, Mark Strong, Charles Dance, Rory Kinnear

Fotografía: Óscar Faura

Duración: 114 Min.

A veces la realidad nos regala historias humanas que nadie hubiera podido imaginar. Sin embargo, como es bien sabido, la adaptación al cine de vidas o sucesos extraordinarios no garantiza la calidad del producto final. Si no, que se lo digan a Angelina Jolie (Invencible), o sin ir más lejos, a los afanosos directores de las películas de después de comer. Y es que la gracia de un chiste no depende tanto de su contenido como del quién lo cuenta y cómo es contado; y aunque parezca una perogrullada, esta afirmación es perfectamente trasladable al séptimo arte.

La historia en la que está basada «The Imitation Game» es una de las que solemos denominar más grande que la vida: un matemático británico descubre la forma de descifrar los mensajes del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas como parecen. El gobierno Churchill no puede frustrar todas las maniobras de su adversario, sino que debe dosificar el empleo de este método para no alertar de su existencia. La película plantea tres líneas argumentales, dos de las cuales corresponden al pasado lejano y el presente del protagonista, y están destinadas a ofrecer pinceladas muy sutiles sobre su orientación sexual. La tercera y principal relata la construcción del aparato que contribuirá a contener el ímpetu conquistador del Führer.

Benedict Cumberbatch en The Imitation Game

Huelga decir que la película gira en torno a la figura de Alan Turing (Benedict Cumberbatch), un matemático tan genial como sociópata, que empleó todo su talento en resolver el crucigrama (Enigma era una máquina encriptadora de letras) más complejo y letal de la historia de la humanidad. La descripción inicial del personaje resulta estimulante: estamos ante una persona más interesada en la consecución de nuevos retos intelectuales que en la posibilidad de salvar vidas humanas, tal y como comprobamos en su primera reunión con el Comandante Denniston (Charles Dance).

Sin embargo, algo falla en el retrato de este fascinante personaje. En su labor como director, Morten Tyldum se asemeja a uno de esos políticos que eluden el debate sobre los asuntos que verdaderamente interesan al ciudadano, en este caso el patio de butacas, y tan sólo se dedican a lanzar mensajes vacíos. Al concluir la película, el espectador tiene la sensación de haber caminado en círculos sin haber abordado el jugoso núcleo dramático que ofrece tan extraordinario contexto: la homosexualidad del protagonista, tan condicionante en su forma de ser debido a la retrógrada sociedad británica de la época, y el monumental dilema moral que representaba no atajar todos los ataques del enemigo.

Benedict Cumberbatch, Keira knightley y Matthew Goode en The Imitation Game

La falta de foco es alarmante. Desconocemos el funcionamiento de la máquina milagrosa o el verdadero proceso que conduce a su construcción, opción que hubiese sido más propia de un documental, pero tampoco profundizamos en la tortuosa existencia de Alan Turing. Entonces, ¿cuáles son las verdaderas intenciones de esta película? El guión se recrea en las peculiaridades y excentricidades del matemático, pero no se atreve a analizar las causas que las provocan. «The Imitation Game» desprende un cierto temor a establecer una relación de causa-efecto, a denunciar una sociedad podrida que reprime la homosexualidad como si se tratara de una enfermedad mental. Y es que quizás los tiempos no han cambiado tanto como pensamos.

Estamos ante un claro ejemplo de cine indefinido, que intenta compensar su cobardía con un excelente diseño de producción, gran fotografía, y unas aceptables interpretaciones. La película pasa de puntillas sobre el drama personal del protagonista para no ahuyentar a un determinado tipo de espectador, pero no lo descarta por completo para mantener un (falso) aire sofisticado y comprometido. El guión también descarta el abordaje de situaciones realmente interesantes, como la toma de decisiones del gobierno de Churchill a la hora de salvar unas vidas y sacrificar otras. Morten Tyldum parece tener un don especial para seleccionar siempre la opción más anodina. De haberse encontrado en la misma situación que Neo («The Matrix»), probablemente hubiera escogido la pastilla azul y hubiera seguido viviendo una gran mentira.

Carlos Fernández Castro

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6 Comentarios

  1. Coincido casi plenamente contigo, sobre todo en la falta de foco de la película. Las interpretaciones no parecen demasiado aceptables pero tengo que admitir que vi la versión doblada y no puedo hacer un juicio completo. Además, añado que para las pocas referencias científicas que hay, algunas son incorrectas. Que pena que una historia tan interesante se haya malgastado así…

  2. Hola Carlos, hace mucho no comento por más que siempre te leo. La película, a grandes rasgos, me gustó. Me gustó por ritmo y por interpretaciones, por la «forma», por así decirlo.

    La disfruté sin analizarlas en profundidad, pero quiero una vez más felicitarte por tu artículo porque me diste ganas de revisar el material nuevamente.

    Te mando un cálido abrazo (así te llega al otro lado del charco)

    • Bienvenida de nuevo Patricia, cuánto tiempo. Un honor que vuelvas a dejar tus comentarios en Bandeja de Plata. Y toda vía más contento de haber conseguido que te animes a revisar esta película. Ya nos contarás tus impresiones después de ese segundo visionado.

      Otro abrazo igual de fuerte y con el mismo cariño.

      Carlos