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Upstream Color (2013)

Nota: 4

Dirección: Shane Carruth

Guión: Shane Carruth

Reparto: Amy Seimetz, Shane Carruth, Andrew Sensenig, Thiago Martins, Juli Erickson

Fotografía: Shane Carruth

Duración: 96 min.

La ciencia-ficción es el cajón de sastre de un abanico de desbarres, que a veces son tan singulares que tienes que ser el cerebro detrás de la obra para poder desbrozarla y entenderla. Pero aunque sea ininteligible de buenas a primeras, no tiene por qué ser un bodrio. En el caso de «Upstream Color», sin precisamente disfrutarla, saqué en claro lo siguiente: dos personas sienten atracción mutua sin saber por qué. La explicación viene dada poco a poco: los dos han sido portadores de un parásito que ahora ha pasado a otros portadores, con el efecto de que los sentimientos de unos y otros se mezclan y se confunden. Pero ni yo soy Shane Carruth,  el hombre orquesta que escribe, protagoniza, dirige y distribuye este ejercicio de introspección, para saber lo que quiere decir esta película, ni me gustó; viéndola atravesé lo que voy a bautizar como ‘Las cinco etapas de sentarse a ver una película de autor cargante‘:

Negación: ‘No, por favor. Empezó más o menos bien, pero ahora ya estoy perdida. Que no me la hayan vuelto a jugar con otra película que no está hecha para ser vista, sino para ser interpretada como un verdadero ejercicio de semiótica que haría morder el polvo al mismísimo Chomsky. Pocos salen vivos del intento’

Ira: ‘¡Date!. Estoy ante otra película con ínfulas artísticas. Qué manía: parece que lo de una premisa creíble, un desarrollo de la trama lógico y un desenlace verosímil está demodé. Encima, los protagonistas son insulsos y aburridos, con cero química. La banda sonora new age, que también compone ya sabéis quién, es molesta, exasperante y se entromete en la imagen. La película abusa de la estética de los colores fríos, las escenas van saltando y los diálogos, cuando los hay, se solapan. Tales características estéticas y de edición no tienen nada malo en sí, salvo que se quedan en artificios para imprimir un carácter ‘indie’ que aburre más que Instagram. Mucha  pretenciosidad y poco interés.’

Negociación: ‘Bueno, quizás seas tú la que tiene un problema. Puede ser que simplemente la película esté hecha para otro tipo de espectador: si quieres quedarte con cara de vaca después de ver una película, eres más de Lynch o Cronenberg. Piénsalo.’

Depresión: ‘Lo he pensado. He perdido una hora y media de mi vida que no recuperaré jamás.’

Aceptación: ‘ A otra cosa, mariposa.’

Marina Torrón

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