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Baskets (primera temporada, 2016)

Un payaso llamado Renoir

La sonrisa no es precisamente consecuencia unívoca de una determinada emoción. Reímos de alegría, como respuesta defensiva en situaciones incómodas, reímos de manera histérica ante la tristeza o el patetismo, y también, reímos sin saber bien por qué. La misteriosa paradoja que encierra el acto de reír encuentra un especial referente en la figura del payaso. Supuestamente el payaso nos provoca la hilaridad, pero también tiene connotaciones melancólicas o inquietantes. De todo ello da cuenta magníficamente la nueva comedia del canal FX, Baskets.

Baskets

El capítulo piloto arranca en París en una escuela para clowns y nos presenta a un entregado payaso americano, Chips Baskets (Zach Galifianakis), que busca en terrenos europeos la esencia de su profesión. En tres escenas queda definida la dimensión romántica de Chips. Dicho idealismo se subraya al ser llamado allí “Renoir”. Todo ello contrasta con su realidad; su labor como payaso en California es la de animar los intermedios de un rancho de rodeos. En esa dualidad, Chips (California) -Renoir (París), se define la propuesta artística y la identidad del protagonista. El querer y el ser, el ideal y la realidad. Cuando en el cierre del primer capítulo y tras un artístico numero de clown, Chips es alcanzado por un buey y lanzado al suelo, toda la grada rompe en carcajadas. Él casi sin moverse alza el dedo indicando que se encuentra bien. Esa escena ilustra la tensión entre el arte popular (risas ante un toro que arrolla a un payaso) y la pretensión romántica del arte como arte.

Esta nueva serie viene apoyada por uno de los grandes renovadores de la comedia americana: Louie CK. En ella, participa como productor y como guionista. Si bien, este tierno, doloroso y profundo retrato del “outsider”, del que se debe manejar en los márgenes del sistema, tiene un referente más cercano en la magistral serie Iluminada (HBO, 2011-12). La pareja que componen Chips y Martha (agente de seguros que se enamora del clown y que se convertirá en su fiel escudera) remite en sus connotaciones quijotescas a la que conformaban Amy y Mike en Iluminada.

Baskets y madre

La primera temporada (parece increíble que FX la haya renovado con sus escasos índices de audiencia) ha presentado el ecosistema familiar y social de Baskets-Renoir. Un hermano gemelo, Dale (Galifianakis de nuevo), que resulta una especie de némesis de éste, unos exitosos hermanos gemelos adoptados que triunfan en el mundo de la música y por último, una madre que padece de obesidad mórbida, y que mantiene con Chips una relación de protección-castración. Para completar el complejo mundo del protagonista, tendremos que añadir además de a la ya citada Martha, a Penelope, la mujer francesa de Chips que se casó con él para obtener la residencia americana pero por el que no siente ningún interés.

La ternura con la que Jonathan Krisel, director de los diez capítulos, nos muestra la frustrada experiencia del héroe se convierte en una elegía del romanticismo. Fracasa profesionalmente al no poder desarrollar su función de clown como le gustaría, fracasa emocionalmente al no ser correspondido por Penelope, y fracasa familiarmente al ser el gran incomprendido por sus hermanos y madre.

En el emocionante capítulo final llamado “Retrato de familia”, Dale y Christine (la madre) se hacen una foto con la silla vacía de un ausente Chips. Chips está ausente porque ha decido seguir buscando su lugar en el mundo más allá de sus frustrantes y fallidas experiencias. En esa vital decisión se confirma el posicionamiento autoral de sus creadores y la importancia de esta obra; una de las series de 2016 más allá de datos de audiencias y repercusión mediática. Él último fotograma nos muestra a Chips en solitario y subido en un tren. En la incertidumbre del destino y las intenciones del protagonista seguimos esperando poder reírnos con él, pero de alegría. Gran obra.

Javier Rueda Ramírez

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