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Juego de Tronos (Segunda temporada) (HBO) (2012)

El pasado domingo HBO emitió el último capítulo, que dura diez minutos más de lo habitual, de la segunda temporada de «Juego de Tronos». Parece mentira lo larga que se hace la espera y lo rápido que se han pasado los 10 episodios emitidos. Ahora nos queda otro largo año hasta volver a disfrutar de esta magnífica serie. La segunda temporada ha dejado muchas cosas interesantes; en primer lugar, como ya habían dejado entrever en la primera, la adaptación de las novelas está siendo excepcional, con una trama fiel en espíritu y texto a la obra de George R.R. Martin.

Uno de los éxitos innegables de la serie está siendo la facilidad para lidiar con tantos personajes, y tan diversas situaciones en tan variadas localizaciones. En otro orden, y como suele ser costumbre en la cadena de pago, la producción sigue estando cuidada al más mínimo detalle. En una trama tan enrevesada como la de «Juego de Tronos», en la que el espectador/lector puede perderse con facilidad, es necesaria una identificación geográfica muy marcada para cada trama argumental; ya en las novelas es patente, pero en la televisión es casi imprescindible; así, la parte correspondiente a Invernalia y , en general,  las escenas referidas al norte hasta el muro, fueron rodadas en localizaciones cercanas a Belfast (Irlanda del Norte); para rodar todo lo que ocurre más allá del muro, el equipo de grabación se trasladó a Islandia; ésta es la parte más espectacular, grabaron en el glaciar Vatnajökul y es fácil ver como los actores no tienen que recurrir a sus dotes interpretativas para reflejar el frío que están pasando. Por último, la acción relativa a Desembarco del Rey fue rodada en Dubrovnik (Croacia).

Por tanto, el esfuerzo económico por parte de HBO es más que evidente. «Juego de Tronos», en este aspecto, no tiene competencia en la televisión, y sólo las grandes producciones norteamericanas en cine pueden hacerle sombra. Evidentemente, un presupuesto alto no es garantía de calidad, pero ayuda; sobre todo para contar historias épico-medievales que pueden tener un guión magnífico, pero que como la recreación no este a la altura, son difíciles de seguir para espectadores cada vez más exigentes en este aspecto.  Esto era, a priori , lo más difícil de conseguir; de hecho, estoy seguro de que los lectores de la saga «Canción de Hielo y Fuego» no tuvieron fe en el proyecto televisivo hasta que no vieron los primeros capítulos.

En cuanto a las actuaciones, la segunda temporada no ha hecho más que confirmar lo ya visto con anterioridad. El elenco que conforma la producción de HBO, pese a ser desconocidos en su mayoría, cumplen con lo que se les pide, si bien no todos alcanzan el mismo nivel; por ejemplo, Richard Madden no consigue que su personaje (Robb Stark) transmita la fuerza y el carisma que se le supone. Otro que, al menos personalmente, no acaba de transmitirme nada es Kit Harrington (John Snow), inexpresivo en todo momento. En cambio, otros actores ofrecen interpretaciones sobresalientes: tanto Peter Dinklage (Tyrion Lannister ), Charles Dance (Twyin Lannister) y Jack Gleeson (Joffrey Baratheon) realizan un trabajo formidable, siendo cada una de sus apariciones en pantalla muestras de un enorme talento.

Una característica, que ya conocíamos de la serie, es su tempo narrativo, que podría definirse como lento, en especial, si lo que esperamos de «Juego de Tronos» es algo parecido a «El Señor de los Anillos». La serie de HBO, al igual que las novelas, se toma su tiempo para desarrollar situaciones y personajes. Como ya hemos comentado con anterioridad, el autor de la saga da más valor a describir situaciones que tengan que ver con la naturaleza humana: amor, odio, sexo, violencia.. que a la acción por la acción, y en este aspecto la serie está siendo fiel hasta las últimas consecuencias a la obra literaria. No obstante, y fundamentalmente a partir de mitad de temporada, me ha parecido que David Benioff y D.B Weiss, encargados junto al propio Martin del guión, han dado importancia a situaciones que en los libros o no aparecen o apenas se mencionan. Encontramos ejemplos de esto en numerosas conversaciones palaciegas, tan insustanciales como prescindibles, que no aportan nada ni a los personajes ni al devenir de la trama, o que al menos, podrían acortarse en gran medida. Pero  en este sentido es la historia de amor entre Robb Stark e Irri la que se lleva la palma. En este caso los guionistas han creído conveniente introducir una historia romántica que en los libros desde luego no aparece. Además de inventada, cosa que tampoco tiene porque ser negativa, la relación entre el rey en el norte y la desconocida Inri es previsible y aburrida, sobre todo, porque resta tiempo de otras tramas mucho más interesantes y poco desarrolladas.

El último capítulo no hace más que acentuar lo larga que va a ser la espera hasta la emisión de la tercera temporada, prevista (en un principio) para dentro de un año. En definitiva, «Juego de Tronos» es la apuesta de futuro de HBO y eso, para suerte de los que estamos entregados a la serie, es una gran noticia. No estamos ante una serie perfecta, seguramente esa ya se hizo y ha cumplido recientemente 10 años, pero en un género tan mal tratado últimamente reluce y deslumbra como ninguna lo había hecho antes.

David Rubio Lucas

http://youtu.be/jaPApCH2WPs

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