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Las Nuevas Tendencias del Cine Español y su Esperanza de Vida

Quizás el cine español no estaba muerto, sino solamente dormido, esperando el príncipe azul de turno que le diera el esperado beso sanador, y le despertara de la pesadilla en que estaba viviendo. Desgraciadamente, no formamos parte de un cuento, y la realidad de nuestra industria lleva tiempo atravesando un túnel oscuro y largo, demasiado largo.

Pero no hay razones para ser tan pesimistas; es más, quizás deberíamos frotarnos las manos si hacemos un poco de memoria y recordamos cuándo y porqué nacieron los movimientos cinematográficos más relevantes de la historia del Séptimo Arte. El naturalismo poético francés fue la reacción necesaria a una época oscura y pesimista, a causa de una crisis económica americana (¿le suena?), y a la ausencia de patentes propias del sistema sonoro. El Neorrealismo italiano surgió como reacción a un periodo en el que el cine fue utilizado como herramienta propagandística del gobierno fascista. La Nouvelle Vague nació como respuesta a un cine francés pretendidamente psicológico y centrado en los guionistas, que rechazaba el clasicismo americano por norma. Como podemos comprobar, numerosas épocas de crisis cinematográfica han sido relevadas por otras de una creatividad desbordante. ¿Y si fuera éste nuestro momento?

En los últimos tiempos, se están apreciando síntomas que indican la posibilidad de una leve recuperación. Me explico; recientemente han irrumpido en escena un buen número de directores con ganas de romper la tendencia pesimista de un cine patrio, estancado en los temas de siempre y lastrado por numerosos complejos (unos justificados y otros no tanto). Son creadores que parecen haber reseteado el disco duro que casi todo cineasta español llevaba de serie, repleto de archivos infectados por la falta de imaginación y un conformismo alarmante.

José Luis Guerín, director de obras únicas como “En Construcción” y “En la Ciudad de Sylvia”, da la espalda a las convenciones con cada nueva película que rueda. Jonás Trueba, que parece haber nacido en Francia, nos ha brindado sendos soplos de aire fresco con “Todas las Canciones hablan de Mí” y, sobre todo, la caótica y libre “Los Ilusos”. Al más puro estilo de la nouvelle vague francesa, Javier Rebollo abraza el clasicismo en películas como “El Muerto y ser Feliz” o “La Mujer sin Piano”, para moldearlo a su antojo y transformar la esencia de sus recursos más tradicionales. Xavi Puebla, Cesc Gay y Roger Gual apuestan por el realismo social en la reciente e ignorada (debería de ser obligado visionado para entender nuestro presente) “A Puerta Fría”, la urbanita “En la Ciudad”, y la guerrera “Smoking Room” respectivamente. Y así podríamos continuar con Marçal Fores, Pablo Berger, Manuel Martín Cuenca, Mar Coll, Lois Patiño, Albert Serra

Como diría Bob Dylan, “The Times are a-changing”; pero todo cambio requiere de un tiempo para saber si podemos colocarle el apellido de tentativa o hecho consumado. En cualquier caso, percibir estos pequeños movimientos en los cimientos de nuestra industria audiovisual, debería ser suficiente para ayudar a convertir este ligero tembleque en un seísmo arrollador.

Sin embargo, para apoyar un movimiento, es imprescindible tener constancia de su existencia, y sospecho que la mayor parte de los ciudadanos españoles, cinéfilos o no, desconocen gran parte de los trabajos mencionados anteriormente. Es más, para poder acceder a ellos, en ocasiones hay que realizar grandes esfuerzos, y en la era de la tecnología, el ser humano no está dispuesto a ejecutar más de un par de clicks para descubrir algo que a priori no llama su atención.

Una vez solventado este problema, encontramos un nuevo obstáculo, si cabe, más difícil de sortear que el anterior: el hecho de tener acceso a un nuevo producto no implica necesariamente que vaya a gustarte. Películas como las mencionadas anteriormente, desafían el régimen establecido y proponen nuevas soluciones temáticas y formales, que no estamos acostumbrados a degustar. Sin ir más lejos, en el reciente Festival Internacional de Cine de Locarno, que se celebra cada otoño en dicha localidad suiza, dos películas españolas se han alzado con dos de los premios más importantes; “Historia de la Meva Mort”, de Albert Serra, ha logrado el Leopardo de Oro, mientras que Lois Patiño ha sido acreedor del Premio al Mejor Director por “Costa da Morte”.

Es decir, el cine español se ha erigido como claro triunfador de la última edición de un festival sólo superado en longevidad por el Festival de Cannes, la Mostra de Venecia y el Festival de Cine de Karlovy Vary. Las preguntas que hago a continuación pueden ser bastante reveladoras: ¿se han estrenado, o tienen fecha de estreno, estas películas en su país de origen? La respuesta es un rotundo no. ¿El aficionado al cine español conoce de su existencia? Mucho me temo que tampoco. ¿Si se proyectaran en nuestros cines, gustarían al espectador? Permítanme que lo dude.

Por lo tanto, existe una nueva tendencia, sí, pero si queremos que dure en el tiempo necesitamos encontrar nuevas vías de exhibición, nuevas formas de producción, pero sobre todo necesitamos un sistema educativo en el que el Séptimo Arte tenga su espacio. ¿Acaso no hemos estudiado pintura, arquitectura, escultura o música en el colegio? ¿Por qué no cine, el arte definitivo, el que engloba al resto de artes, el más moderno, el arte que sirve de testimonio más completo de nuestro tiempo y de tiempos pasados a través de recreaciones mágicas de los mismos? Estas nuevas tendencias requieren de un conocimiento previo del lenguaje cinematográfico, y éste, como cualquier otro lenguaje, exigen un proceso de aprendizaje.

Evidentemente, dentro de este nuevo movimiento, existen obras y cineastas más accesibles que otros. Patiño, Serra, o el mismo Fernando Franco, reciente triunfador en el Festival de Cine de San Sebastián con “La Herida”, son artistas que han optado por el cine low-cost debido a la escasez de recursos económicos, tanto públicos como privados, para la producción cinematográfica. Esto implica una total libertad creativa, lo que nos lleva a un cine sin restricciones, mucho más personal, y por lo tanto, menos comercial. Es muy probable que no sean estas obras las que reactiven nuestra inexistente industria cinematográfica, pero también son necesarias para la buena salud y el prestigio de nuestro cine.

Directores que han tenido que hacer las Américas, como Rodrigo Cortés, Juan Carlos Fresnadillo o Jaume Collet-Serra, para hacer valer su talento, han demostrado que, en nuestro país, hay una excelente materia prima con la que hacer buen cine comercial; ese tipo de cine que mueve a las masas, que construye una industria cinematográfica, que hace rentable este negocio, que hace posible las películas mencionadas en el párrafo anterior. Porque no olvidemos que aunque estemos hablando de arte, “money makes the world go round”, y esta es la clave de todo.

Es innegable que nos encontramos en un momento idóneo para dar un impulso a nuestro cine, pero también lo es, que necesitamos arreglar un par de problemas antes de nada: la educación y la financiación. Por lo tanto, no estaría de más preguntarnos: ¿Qué deberíamos hacer para que ese cine rentable se realice en nuestro país? Sospecho que depositar nuestras esperanzas en el cine low cost no es la solución; pero ¿quién quiere poner el cascabel al gato?

Carlos Fernández Castro

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4 Comentarios

  1. ¡Qué grande el artículo! ¡Qué grande tú! Y qué gusto haber compartido curso contigo. Te las compro todas.

    • Muchas gracias Javi. ¡Grande tú! No en serio, una de las cosas que más me duelen de que haya pasado este mes tan rápido, ha sido no poder pasar más tiempo con gente como tú, de la que he aprendido tanto y con la que he disfrutado como un enano. Habrá tiempo para mucho más 😉

  2. Estupendo el artículo, sobre todo porque salen nombres que no se habían incluido en otros artículos de otras publicaciones.
    Yo os recomendaría ver la primera película de Guerín, Los motivos de Berta (http://www.filmaffinity.com/es/film946993.html) que, para mi, fue una verdadera bomba…
    Y también Malas temporadas de Manuel Martín Cuenca

    • Muchas gracias Román. Tomo nota de las películas que has comentado, porque no he visto ninguna de las dos, y por lo que dices deben ser grandes películas. Además, sus directores son muy interesantes.