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Reflexiones de Película: Las Perlas de Rust (True Detective)

¿¡Otra crítica de True Detective…!? Sí cariño, pero como ésta hay pocas…Si ya has visto la serie disfrutarás con el ‘espoileo’ extremo al que la sometemos. Si AÚN no has tenido el placer… ¡te envidio a muerte cacho perra!

La vida está repleta de cosas maravillosas: el verdadero amor, el sexo cuando te atreves a hacerlo exactamente como te gusta, el respeto, el cariño y algo del tiempo de tus amigos, un puñado de libros que difícilmente encontrarás en el catálogo del Círculo, la música en directo… Pero hasta cuando todo esto falla (incluso sin necesidad de ello), siempre puedes recurrir a las drogas… Mi camello preferido se llama Home Box Office (HBO para los colegas) y no me avergüenza reconocer que, como en esa peli llamada Looper, me meto por el globo ocular toda la mierda que tiene a bien suministrarme. En ocasiones me chuto verdaderas sobredosis. Y lo más cojonudo es que las resacas son mejores que el pedo. Lo malo es el “mono”… Ahora mismo (tampoco me avergüenza reconocerlo) estoy sufriendo el síndrome de abstinencia (entre otros que padezco simultáneamente) de True Detective. Más concretamente de ese personaje al que habría que confeccionar un culto filosófico (si es que tal cosa existiera) o, al menos, una cátedra universitaria, llamado Rust Cohle. Y tú, sí tú, vas a sufrir las consecuencias…

El agente Dale Cooper y el detective Rust Cohle, foto cortesía de Generación Young

El agente Dale Cooper y el detective Rust Cohle, foto cortesía de Generación Young

Querido Kyle MacLachlan, siento comunicarte que el agente Cooper, ese personaje intuitivo, sensible y entrañable, ese vitalista y optimista brazo listo de la ley, caballeroso y algo místico a la vez, ese papel (más por empeño de Lynch que por méritos tuyos, reconozcámoslo…) en Twin Peaks que te sacó del anonimato del que, en Dune, Paul Atreides no fue capaz, para instalarte per sécula seculórum amén en mi particular pódium de los héroes televisivos míticos, ha descendido un peldaño en favor del rol que borda Matthew McConaughey. ¡Sí, amigos de la ciberesfera! Habéis leído bien: aquel niñato noventero que, como el que se pega un atracón de caracoles en mal estado, nos hizo vomitar y considerar la comedia romántica motivo de náusea, se ha quemado a lo bonzo y ¡le ha salido bien! Reencarnado de sus cenizas, algo desmejorado (pero mucho más atractivo, el cabronazo) lleva ya algunos añitos cargándonos de razones para creer en que puede haber Oscar más allá de encasillamiento extremo y, ahora (¡ahora sí…, ¿eh, listillos?) hay quien le redescubre en pelis como Paperboy, Dallas Buyers Club o el papelín de toma pan y moja que se curra en El Lobo de Wall Street. Pero chico/chica, como el de Rust Cohle… (Si hubiera un emoticono para chuparse los dedos iría aquí).

From Washington to Lousiana

A puntito de cumplirse las bodas de plata de Twin Peaks, se me antoja de pronto pensar que, aunque la serie de Nic Pizzolatto y la de David Lynch se encuentran en las antípodas, no sólo de los Estados Unidos, sino también desde el punto de vista del tono vehiculado a través de sus cabezas de cartel, al mismo tiempo creo que True Detective es muy deudora y muy similar a Twin Peaks. Como dos buenas mellizas, ambas han sido concebidas con los mismos mimbres pero en compartimentos estancos, y ambas son irresistibles desde sus particularidades. Dale Cooper y Rust Cohle no son el Superman bueno y el Superman malo, tampoco son Kitt y Katt (¿¡os acordáis de ese mítico episodio del Coche Fantástico en el que ambos carros se impulsan en Turbo Boost para colisionar de frente en el aire…!? ¡Ay, qué tiempos, madre…!). Si se encontraran en un bar de carretera, a medio camino entre Washington y Texas, el uno se tomaría un buen café solo sin azúcar y un donut glaseado, mientras que el otro se limitaría a fumar a pulmón lleno y, quizás engulliría alguna que otra pastilla de dudosa procedencia sin agua ni ná… Pero sé que se entenderían. Cada uno desde su posición: vitalismo vs pesimismo, estoy convencido de que en el fondo ambos son más parecidos de lo que al espectador (y a ellos mismos) les gustaría reconocer. Ambos han perdido trágicamente a los amores de sus vidas. Y créeme, amigo, no hay mucha gente capaz de entender exactamente por qué coño no le encuentras más sentido a la vida cuando te sucede algo así… La principal diferencia estriba en cómo lidias con eso y, por ende, con todo el tiempo que (por mucho que te joda) aún te queda en esta tierra. Pero lo peor, la parte más dura son los demás. Aguantar al resto de la humanidad instalado (y refocilado) en recordarte el dolor de la pérdida puede ser insoportable. Cooper parece (sólo parece) haberlo superado. Rust parece (sólo parece) no querer hacerlo.

Si yo no fuera yo (es decir, si fuera vosotros) me estaría preguntando: ¿Pero es que en True Detective sólo “sale” Matthew…? Pues no, también está enorme Woody Harrelson, que interpreta a Martin Hart, quien generosamente da un paso atrás para dejar que su amigo McConaughey se luzca. Recuerdo que en sexto de EGB (eso os da una pista de mi edad) nos iniciaron en los rudimentos del arte dórico, jónico y corintio. Para que me entendáis, si True Detective fuese una columna griega, Woody sería la basa y el fuste y Matthew el capitel. Al igual que Cooper precisaba del sheriff Truman en Twin Peaks para “brillar”, en True Detective es Martin Hart quien se las pone a huevo a Rust para deleitar al respetable. Buena labor de equipo del amigo Woody que le honra…

Woody Harrelson en True Detective

Otra de las cositas que tienen en común TP y TD es eso que me permito denominar “irresistible magnetismo repulsivo”. Frases como: “me encanta pero a la vez me desagrada” o “no sé exactamente decirte qué es lo que me repele de esta pedazo de serie” son bastante comunes entre los seguidores de True Detective (también lo eran hace 24 años con los amantes muy a su pesar de Twin Peaks). Pues ese ingrediente que muchos detectan y pocos saben identificar se llama Howard Phillips. Sí amigos, hablamos de ese fenómeno literario del terror atávico más conocido como Lovecraft. Ambas series destilan mal primigenio y ancestral por los cuatro costados de la tele. Hasta el punto incestuoso que se respira en todo momento, las atmósferas opresivas, el olor a aluminio y a ceniza que se te adhiere vicariamente a la pituitaria, el pegajoso calor del cenagal, los ritos deudores de la mezcla de culturas africana, india y francesa… Con esos fonemas que a los españoles nos resultan tan familiares… Si has leído Dagón o El Horror de Dunwich, True Detective te dejará un regusto en similar en la boca del estómago.

Y la fotografía, ¡ay qué pedazo de fotografía!, tan sureña, polvorienta, deprimente y decadente en True Detective como norteña, arbolada, deprimente y decadente en Twin Peaks. Ya desde los maravillosos títulos de crédito, sea al hipnótico compás de Angelo Badalamenti o al perfectamente calculada cadencia neurolingüística de Far from any road de The Handsome Familiy, tu mente se sitúa en el estado adecuado. Pero no os equivoquéis, la banda sonora (otro puntazo), tanto en uno como en otro caso, va mucho, muchísimo más allá de la carátula. Y, en el caso de True Detective, hay un claro culpable: T Bone Burnett, que además de tener un Oscar por la canción The Weary Kind de Crazy Heart y haber sido guitarrista de Bob Dylan, está detrás de la música de películas como O Brother, Where Art Thou? o Los Juegos del Hambre. En True Detective no sólo escucharás las despiadadas sentencias de Rust. También hay un hueco para Dylan, Grinderman, Bo Diddley o The Staple Singers.

Y, ahora sí: las perlas de Rust

Hace poco se lo decía a una amiga mía entre risas y lo voy a repetir aquí: si yo le tuviera a mano, como los detectives Papania y Gilbough, al Rust le sentaba en una silla, le hinchaba a maría y a birra, y le dejaba hablar hasta el día del juicio. Yo me limitaría a acomodarme frente a él, provisto de palangana, a sabiendas de que recogería galones de babita. ¡Dios, cómo gozaría! Las sentencias de Rust Cohle dejan sin palabras y la reacción de los espectadores oscila entre la aterrorizada negación absoluta y el asentimiento automático. A veces ambas simultáneamente. El cínico, duro y existencialmente pesimista legado de Cohle ya forma parte de la historia de las series de televisión, superando con creces los maravillosos mensajes que le remitía el entrañable agente Cooper a su “Diane” a través de su grabadora. No hay más que teclear Rust Cohle en Google para que la pantalla chorree literalmente con máximas vertidas por esa boquita cadavérica. Reconozco que reví algunos capítulos provisto de cuaderno y boli. Y aunque se podrían rellenar 12 créditos de existencialismo con sus deposiciones oratorias, soy tan majo que me he currado un selecto greatest hits:

Matthew McConaughey en True Detective

  • Para los amantes de la catarsis que proporcionan los “nuevos reverendos”:

“Mira, todo el mundo sabe que hay algo malo con ellos, ellos no saben lo que es. Todo el mundo quiere la confesión, todo el mundo quiere un poco de narrativa catártica, los culpables especialmente. Pero todo el mundo es culpable “.

“Los que dan consejos tratan de redimirse a sí mismos”.

  • Para los llamados a marcar la cruz a favor de la iglesia en la declaración del IRPF:

“Si lo único que hace que una persona sea decente es la esperanza de una recompensa divina, entonces, hermano, esa persona es un pedazo de mierda, y me gustaría que salieran a luz cuantas más de ellas mejor. ¿Tienes que juntarte con otros y contarte historias que violan cada ley del universo sólo para poder superar el maldito día? ¿Qué dice eso de tu realidad?”

“Es así desde que un mono miró al sol y dijo a otro mono: «él ha dicho que me entregues tu puta parte». La gente es tan frágil que prefieren tirar una moneda al pozo que pagar la cena”.

¿Qué clase de ser divino puede hacer de la nada un alma, meterlo entre carne y huesos para luego mandarlo a este vertedero?

  • Para los aficionados a la autoayuda:

“He visto el final de miles de vidas. Jóvenes, viejos, cada uno tan seguro de su propia realidad, de que su experiencia sensorial constituye algo único e individual, algo con un propósito y un significado. Tan seguros de que son algo más que una marioneta biológica. Bueno, la verdad siempre sale a luz y todos la ven. Una vez que las cuerdas se cortan todos terminan derrumbándose”

“Creo que la conciencia humana fue un trágico paso en falso de la evolución. Nos volvimos demasiado conscientes de nosotros mismos, la naturaleza creó un aspecto separado de ella, somos criaturas que no deberíamos existir de acuerdo a la ley natural. Somos cosas que funcionan bajo la ilusión de tener un ser propio, una acumulación de experiencias sensoriales y sentimientos, programada para asegurarnos que somos alguien, cuando en realidad nadie es nadie. Quizás lo más honorable que podríamos hacer como especie es negar esa programación, dejar de reproducirnos, caminar de la mano hacia nuestra propia extinción, una última noche, hermanos y hermanas, excluyéndonos voluntariamente de un contrato injusto”.

Todos tenemos eso que yo llamo una ‘trampa vital’, esa certeza grabada en los genes de que las cosas serán diferentes, de que te mudarás a otra ciudad y conocerás a gente que serán tus amigos para el resto de tu vida, que te enamorarás y te sentirás realizado. Puta realización… Puta clausura… frascos vacíos para contener esta tormenta de mierda…

  • Una para los amantes de las habilidades personales:

“La vida es lo suficientemente larga como para que seas realmente bueno en una sola cosa. Así que ten cuidado en qué eres bueno”.

  • Para los partidarios del estado policial:

“Claro que soy peligroso, soy policía. Puedo hacer cosas terribles con impunidad”.

“El mundo necesita hombres malos, hombres malos que mantengan a raya a los otros hombres malos”.

El buen sociópata

“Puede ser difícil vivir conmigo. No me lo propongo, pero puedo ser…, crítico. A veces creo que no soy bueno para las personas, no es bueno que estén a mi alrededor. Yo las agoto, las hago infelices”, reconoce Rust a las primeras de cambio. El tipo no engaña a nadie y yo rompo una lanza en su favor: si tú hubieras perdido a tu hija pequeña en trágicas circunstancias, te hubieras separado de tu mujer incapaz de lidiar con la culpa, te hubieras infiltrado “por cojones” en una banda extremadamente violenta de camellos durante 4 largos años y te pasaras 14 horas al día viendo fotos de cadáveres, seamos honestos, tampoco estaríamos muy predispuestos a comprar el paradigma de la abundancia, ¿no es así…? Y al agente Cooper, a pesar de su sonrisa permanente, sus modales de boy scout y su pretendido optimismo vital le ocurre lo mismo, sólo que él se escuda en una férrea disciplina mental, física y horaria para esquivar sus neuras. Pero Rust no: él les planta cara cual monje budista. Su alma está tan desnuda y desprovista de adornos como la estoica habitación en la que pernocta. Pero uno desde una posición y otro desde la otra, hacen suyo el mensaje lovecraftiano y son conscientes de que el mal puede (y de hecho lo hace) adoptar múltiples formas, pero que siempre, siempre está ahí presente, acechando, aunque Punset y el Instituto de la Felicidad se empeñen en negarlo a tanto la hora…

McConaughey en True Detective

La visión nihilista de la vida de Rust Cohle, que se considera un realista, pero es consciente de que a ojos del mundo es un pesimista (como dice mi amiga: por ser realista me llaman cínica) contrasta dolorosamente con los autoengaños de Martin Hart (tan patético que incluso 17 años después sigue tratando de autojustificar sus “pecadillos”), lo que genera impagables discusiones road-movie en las que no sabes si sonreír ante lo grandioso del guión o si dejarte llevar con el corazón encogido. Los que hayáis visto la serie puede que hayáis compartido conmigo lo que denomino el “síndrome Club de la Lucha”, tan convencido como estaba de que en algún punto hacia el final de la serie, Rust y Martin, Colhe y Hart, el asceta sociópata y el autocompasivo macho alfa se fundirían ante los ojos atónitos del espectador en una sola persona esquizofrénica. Más o menos lo que vendría a ser el ciudadano medio del primer mundo.

Otra disonancia cognitiva que invita a “dejar colgada” la serie a más de uno y más de dos es descubrir que tiendes a empatizar con el sociópata McConaughey y a denostar el comportamiento “normal” de Harrelson. Más o menos cuando llegas a la conclusión de que la única buena persona que hay en la serie (el único tipo decente, honesto, sincero, cabal, sensato, congruente, con principios… y con finales) es al que la pacata sociedad luisina (léase mundial) da la espalda de forma inmisericorde, te planteas que algo no va bien tampoco contigo. “Normalmente los que carecen de culpa se lo pasan en grande”, lo resumiría el propio Rust. Lo malo es que, en palabras de Esperanza Aguirre, “quien esté libre de culpa… ¡que lo diga! Yo, no…”. Y Martin Rust encarna precisamente esto: el ciudadano medio, con sus problemas comunes, sus errores socialmente “aceptados” (violencia, infidelidad, indolencia, alcoholismo, negligencia profesional, absentismo doméstico…) que nos hacen sentir al resto un “poco más humanos”. Y Rust, es un arduo espejo en el que mirarse porque nunca está dispuesto a congraciarse contigo y decirte que sigues siendo “la más guapa” aunque Blancanieves haya venido al mundo. True Detective nos obliga a tomar partido y, de paso, a realizar ese ejercicio que tan poco nos gusta a los españoles (sobre todo a los tíos): reflexionar acerca de nosotros mismos.

Un Macguffin de 8 horazas con final feliz: El triunfo de la luz sobre las tinieblas

Lo que hace de True Detective una gran serie es que goza (y hace gozar) de un buen final. Y un bonísimo final es aquel que permite la redención. Ya dábamos por muerto a Rust, tanto física como espiritualmente (sobre todo con las campanas de protagonismo que suenan a favor de Brad Pitt para la segunda temporada)… Pero no. El tipo se recupera. Y no sólo salva el pellejo sino, y esto es mucho más importante, que recobra un leitmotif. Su experiencia muy próxima a la muerte durante el duelo final con “el malo” (¡Ah, sí, también hay un asesino en serie! Es fácil olvidarse de qué va realmente True Detective…, si es que realmente va de polis y asesinos, porque yo estoy convencido de que se trata de un larguísimo Macguffin para colarnos –cosa que yo he agradecido infinitamente- una visión cosmológica) y su larga convalecencia en coma internado en un hospital del condado (me encanta decir eso) le “permiten” (¿truco o trato?) descongelar su alma al calorcito del amor de esos seres queridos que ha perdido, cuya ausencia ha hecho de Rust lo que es, y que “ahora sabe” que le esperan al otro lado. El guionista es tan bueno, pero tan, tan bueno, que nos presenta a un Rust que ha recuperado su esencia adolescente, es decir, su optimismo vital. Y ante (esta vez) la cínica pregunta procedente de su ex partner Hart: “Colega, entiendo que en el cielo nocturno de Alaska deben brillar más estrellas que aquí… Pero aún así, no podrás negar que el porcentaje de oscuridad frente al de luz es mucho mayor” (¡qué gran metáfora!, máxime viniendo de Hart… Pero al loro a la respuesta de Colhe…). A lo que el bueno de Rust responde: “Tienes razón… Pero si piensas que al principio todo era oscuridad, yo creo que la luz está ganando tío… ¡La luz está ganando!”.

Rubén Chacón Sanchidrián

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12 Comentarios

  1. I really enjoyed reading this article. It clearly reflects the philosophical side of this great TV Serie, I couldn’t agree more with the witty comments of the author. Very enriching review, I expected spoilers, however it is beautifully witten. Thank you Ruben Chacón for your sharp and «think-out-the-box» skills . Brilliant and hilarious as always.

  2. Impresionante análisis y portentoso trabajo de composición narrativa, sin duda es un gran artículo con forma de crítica, trate de lo que trate. Ahora bien, trata de una serie que podría ser catalogada como de culto, y este artículo hace honor a dicho concepto, Es un complemento extraordinario para su apreciación y cualquier fanático de True Detective tendría horas extra de disfrute. Efectivamente, si damos como válida la cátedra universitaria de Rust Cohle este sería un perfecto ensayo de investigación.

    Citando a Schopenhauer, otra de las referencias para la clase de filosofía aplicada sobre Cohle, ‘De vez en cuando se aprende algo, pero se olvida el día entero’. Esta vez he aprendido mucho, al igual que con otros tantos artículos de Bandeja de Plata, así que debe ser que este blog de cine me esté borrando la caché con frecuencia diaria.

    Muchas gracias por trabajar tan bien y por compartirlo. Enhorabuena a Rubén Chacón Sanchidrián, y por su puesto a Bandeja de Plata.

    • Buenos días Lucía,

      Estoy seguro que Rubén se sentirá orgulloso de leer tus palabras. En nombre de todo el equipo de Bandeja de Plata, mil gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo contigo, el texto de Rubén es un complemente perfecto para el visionado de esta magnífica serie.

      Una vez más, gracias. Gente como tú nos motiva para esforzarnos cada día y seguir intentando transmitir esta cinefilia y seriofilia que llevamos dentro.

      Un saludo

      Carlos

  3. Mil gracias a ti, Carlos. La motivación es bidireccional, admirando la dedicación minuciosa, inteligente y apasionada que gente como vosotros aplica en su labor, otros podemos sentirnos incitados a alcanzar cotas más altas en nuestros respectivos sectores.

    Siguiendo con True Detective y teniendo en cuenta que Cohle es un nihilista y que parece poseer un grado de sociopatía observable, sólo puedo pensar que su perseverancia como detective es un indicador de una gélida consagración a su trabajo, es lo que le mantiene atado a la vida. Extrañando la confrontación luz/oscuridad, Cohle es un inflexible ‘creyente’ de una intervención minuciosa, exacta y fanática en sus pesquisas. Eliminando los trastornos añadidos y partiendo de otros enfoques filosóficos vuestra pasión por la excelencia, por el rigor de una empresa bien acometida es tan notoria como la que se deduce de Rust.

    De nuevo, muchas gracias.

    Por cierto, Carlos, la amabilidad, interés y aprecio con los que has tenido a bien contestar mi comentario, no sólo me alegra el día sino que además también es otro punto de admiración. Gracias.

    Un saludo

    • De nuevo, infinitas gracias Lucía.

      Debo reconocer que tus comentarios son un privilegio para nuestra web. No sólo nos sirven de motivación, como he señalado anteriormente, sino que aportan un plus de riqueza a nuestros textos. Nos sentimos tremendamente orgullosos de contar con semejantes lectores, capaces de multiplicar nuestras ganas de contagiar pasión por las series y el cine.

      Un fuerte abrazo

      Carlos

  4. Lucía… Carlos… Vayámonos los tres a cenar!!
    Invito yo!!

  5. Sin duda grandísimo artículo el que se ha marcado nuestro amigo Rubén. A ver quién le rebate alguno de los argumentos aquí expuestos. Como gran admirador de la serie, coincido Rubén, en que yo también pagaría por inflar de cerveza y marihuana a nuestro gran orador Rust, eso sí, pondría una cámara en algún lugar de la sala porque el ejercicio de comprensión posterior iba a necesitar de varios visionados.

    Coincido igual en que va más allá de una serie de detectives tras un caso complicado, y ahí ha radicado su éxito. Al carajo la investigación, vamos a dar una lección de comportamientos psico-sociales. Vamos a destripar lo más hondo que puede pensar un humano y vamos a vomitarlo con una cadencia al alcance de personajes como Cohle.

    Mencionar igualmente que su poso permanece más activo (Rust), gracias a la presencia de Martin al que como comentas en el final de tu crítica remata una de las frases culmen de la serie en el último capítulo. Al igual que cogiendo las riendas de la investigación y poniéndose a un nivel más que meritorio.

    Sin duda alguna cada vez que veo líneas comentando o desgranando esta maravilla de serie no hago más que devorarlas haciendo inútil el intento por rescatar esos grandísimos momentos que he tenido el privilegio de vivir capítulo a capítulo. Y digo esto porque la ecuación no es sencilla y menos aún cumplirla en una temporada.

    Señores, un placer leer vuestras líneas.

  6. Impresionante serie e impresionante artículo. Rubén se curra unas reflexiones realmente interesantes y una recopilación de las perlas de Cohle. ¿Se puede pedir mas?. I dont know man… i dont know .

    Este blog es cada dia mas grande y mejor.

    • Vaya Miguel, es un orgullo leer tus palabras. Trabajamos cada día para intentar aportar cosas interesantes a nuestros lectores.

      Muchas gracias

      Carlos

    • Una vez conocí a un tal Garzía que en muy poco tiempo llegó a convertirse en mi principal camello de contenidos underground…

      Nunca llegué a saber si él alguna vez llegó a saberlo. Pero aprovechando la extraña coincidencia, desde aquí, quisiera hacer un homenaje a un gran tipo que, precisamente por estar contenido en un frasco pequeño, reconcentraba su esencia impregnándolo todo y haciendo imposible que pasara desapercibido…

      Este chaval del que os hablo, ahí donde no le veis, era (e intuyo que sigue siendo) una mina de sabiduría comiquera y cinematográfica (también de otros géneros más romboidales). Sus perlas, inaprensibles como las de Colhe (pero diametralmente opuestas a las de Rustie) lejos de plantearte el sentido de la existencia humana, te hacían cuestionarte si la humanidad no tendría más sentido si todos fuésemos como él.

      Su particular punto de vista desde su Fortaleza de la Soledad (ese sórdido rincon del polvoriento almacén valdemoreño donde esta criatura se retira a meditar), por más inadvertido (incluso para él mismo), sería un lujo que no pocos bloggers estarían dispuestos a publicar. Ignoro si tal sería el caso de BdP, mas ¡qué grande sería señores!

      Un abrazo Garzía, estés donde estés…

  7. Disfruto mucho esta serie, True Detective es de las mejores series de detectives y como dicen es la “joya de HBO”.