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10.000 km (2014): de cómo la distancia física se transforma en distancia emocional

10.000 KilometrosNota: 8,5

Dirección: Carlos Marqués-Marcet

Guión: Carlos Marqués-Marcet, Clara Roquet

Reparto: Natalia Tena, David Verdaguer

Fotografía: Dagmar Weaver-Madsen

Duración: 98 Min.

Si existiera una lista de «películas que no deberías ver sí tienes pareja y estás a punto de pasar una temporada de separación forzosa», el debut de Carlos Marqués-Marcet ostentaría un puesto vitalicio en el top 1. Mucho se ha divagado sobre si las relaciones a distancia tienen esperanza de vida o están irremediablemente condenadas al fracaso. Sin embargo, en los últimos tiempos los avances tecnológicos han forzado un replanteamiento de este eterno quebradero de cabeza, gracias a numerosos recursos (Internet, Whatsapp, Skype) que podrían relativizar las largas ausencias y mantener viva, o al menos agonizante, la llama del amor. La cuestión es: ¿funcionan?

Pero como bien apunta el director catalán desde los primeros compases del film, la raíz del problema se remonta a un momento anterior a la separación física propiamente dicha. Como si de un movimiento de tierras se tratara, una grieta se abre entre los dos miembros de la pareja desde el instante en que uno de ellos plantea la posibilidad de que el Océano Atlántico separé temporalmente sus destinos. La confusión se adueña de la situación y las acusaciones de egoísmo se convierten en una patata caliente que cambia de manos ininterrumpidamente, hasta que la resignación del que se queda, disfrazada de «generosidad y empatía», cede al entusiasmo del que ve ante sus ojos una oportunidad profesional irrechazable.

Basta el plano secuencia con que arranca «10.000 km», para apreciar el inmenso talento del debutante Carlos Marqués-Marcet. A lo largo de sus veintitrés minutos, oscilamos desde la intimidad de una escena de sexo que retrata el dulce momento por el que atraviesa la relación entre Alex y Sergi, hasta el malestar provocado por un correo electrónico que va a desencadenar el conflicto de pareja. La ausencia de cortes contrasta brillantemente con el recurrente uso del montaje que va a exigir el estilo narrativo a partir de la separación. Asimismo, la intensidad y la veracidad de la puesta en escena resulta determinante a la hora de presentar un punto de partida creíble.

tena y Verdaguer

A partir de este momento es cuando el debutante se encuentra ante el verdadero reto que plantea esta película: describir el deterioro de la relación entre Alex (Natalia Tena) y Sergi (David Verdaguer) a través de llamadas de teléfono, sesiones de Skype, y mensajes de Watsap. Del plano secuencia inicial pasamos a una planificación que descarga gran parte de la responsabilidad en el montaje. Si en «Hermosa Juventud» sorprendía la pericia de Jaime Rosales al emplear el móvil como recurso narrativo, en «10.000 Km» Carlos Marqués-Marcet supera el reto de no sólo entretener al espectador con dos únicos personajes, sino de prescindir del contacto físico durante buena parte del metraje.

Lo que sobre el papel parece un disparate, en la gran pantalla deslumbra de tal manera que el espectador no tiene más remedio que rendirse a los pies del director y reprimir sus ganas de aplaudir en mitad de la proyección. La distancia física se transforma lentamente en distancia emocional, a pesar de que los protagonistas intenten ocultar que la tecnología no es suficiente para mantener sus vínculos. La narración no solo avanza a través de los planos contraplanos que facilitan los dispositivos electrónicos, sino también mediante los diálogos entre Alex y Sergi, que están magníficamente escritos y denotan la extremada sensibilidad de Marqués-Marcet y Clara Roquet.

Si en un principio, la cita frente a la pantalla del aparato de turno es obligada, e incluso repetida a lo largo del día, a medida que transcurre el tiempo la frecuencia disminuye sintomáticamente. Llega el momento en el qué la fría imagen es sustituida por el gélido altavoz del teléfono móvil. Los sentidos pierden su protagonismo poco a poco. En primer lugar, Alex y Sergi se ven obligados a prescindir del tacto, el olfato y el gusto de sus cuerpos; a medida que transcurren los meses pierden progresivamente el contacto visual; hasta que el oído se erige en el único responsable de mantenerlos unidos.

David Verdaguer en el ordenador en 10.000 km

El desgaste también se aprecia en los temas de conversación, rutinarios al principio y concernientes al crítico estado de la relación más adelante. La complicidad inicial se desvanece. Mientras tanto, el espectador asiste a un accidente a punto de ocurrir, se siente víctima de la cocción a fuego lento de este romance destinado al fracaso. El director nos somete a una tensión emocional insoportable, que logra transmitir el dramatismo de la situación. Asimismo, Natalia Tena y David Verdaguer realizan un trabajo sensacional, teniendo en cuenta las limitaciones de la propuesta y la ausencia física de un interlocutor.

Estamos ante uno de los debuts más deslumbrantes del cine español, una película que se encuentra entre lo mejor del 2014 en el panorama cinematográfico mundial. Carlos Marqués-Marcet esquiva la inexperiencia y decide no pagar la novatada. Su ópera prima bien podría haber sido el canto de cisne de un prestigioso director, pero no lo es. «10.000 Km» es un milagro cinematográfico que hace gala de un planteamiento técnica y emocionalmente impecable, un desarrollo con forma de reto, y un desenlace que perdurará eternamente en la retina del espectador.

Carlos Fernández Castro

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4 Comentarios

  1. Buenos días Carlos! Saludos a los lectores de BdP…

    Aparte de elogiar tu encomiable crítica, proporcionando las pautas oportunas para su disfrute técnico y las pistas justas para que se te haga la boca agua, sin dejarnos todo el cielo del paladar cubierto del empalagoso espóiler de otras publicaciones análogas, quería aplaudir el criterio de incluir esta película entre las mejores de 2014 porque realmente lo es. No solamente desde el punto de vista del oficio; también por la oportunidad y pertinencia del tema, algo que personalmente me asombra que haya tardado tanto en llegar a la pantalla grande (como ya te he expresado por face).

    En este sentido, en mi particular trilogía del amor virtual, aparte de HER y 10.000km, habría de encontrarse ese título que aún no he descubierto pero que quizás tú conozcas y, en caso de que no exista aún, he aquí mi desafío a que te/nos atreva(mo)s con ella. Pues si Jonze hace una oda al amor imposiblemente físico de principio a fin y Marqués-Marcet otra a la imposibilidad del amor virtual una vez que se ha catado el físico, quisiera yo encontrar aquella que hablase de aquel romance apasionado que (precisamente porque) arraiga entre dos personas reales en la virtualidad y no conoce el plano físico, tiene (o no) todas las probabilidades de crecer y desarrollarse, e incluso, ¿por qué no…?, de convertirse en el nuevo paradigma de la compañía perfecta, la pareja idònea, el alma gemela…

    • Buenas noches Rubén,

      Respecto a lo que propones, se me ocurre una película en la que sus personajes se conocen de una manera epistolar, aunque el tema tenga truco. Se trata de «El Bazar de las Sorpresas» de Ernst Lubitsch, protagonizada por el bueno de Jimmy Stewart. Creo que cerraría de manera brillante esa trilogía que propones. ¿Te convence o propones otra alternativa?

  2. La veo y te cuento…
    Si recurrí a tu filmoteca mental fue precisamente porque no me constaba ningún registro (de todos modos mi memoria es como es…). Muchas gracias amigo!!

    • A ver qué te parece, es uno de esos clásicos que pasan instantáneamente a formar parte del imaginario cinematográfico de cualquier cinéfilo una vez se experimenta. Ya contarás.