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Carancho (2010)

Nota: 7,5

Dirección: Pablo Trapero

Guión: Alejandro Fadel, Martín Mauregui, Santiago Mitre, Pablo Trapero

Reparto: Ricardo Darín, Martina Gusman, Darío Valenzuela, Carlos Weber, Jose Luis Arias, Loren Acuña

Fotografía: Julián Apezteguia

Carancho: «Ave falconiforme (águilas o buitres, por ejemplo) carroñera, de color pardo y cabeza blancuzca, que vive en Argentina». Esta parece ser la definición oficial del término que da título a esta película, pero el personaje de Darín no es precisamente un ave, sino un tipo que, por decirlo así, vive de determinadas desgracias ajenas. En «Carancho», Pablo Trapero nos envuelve en un mundo sórdido, realista y crudo como ya hiciera en trabajos anteriores, logrando un potente thriller sin concesiones, aderezado por una difícil historia de amor.

Sosa (Ricardo Darín) es un abogado que ha perdido su licencia y tiene que sobrevivir trabajando para un tipo que lleva un negocio ilegal. Dicho negocio consiste en provocar accidentes de tráfico pactados con las víctimas con el fin de estafar a las aseguradoras, obteniendo la indemnización correspondiente al siniestro. Sosa pasa gran parte de su tiempo en el hospital donde son llevadas las personas que «contratan sus servicios». Allí conoce un día a Luján (Martina Gusmán), una doctora recién llegada, a la que sorprende e inquieta la continua presencia de Sosa en las dependencias del centro.

Darín y Gusmán

«Carancho» es una película que funciona como thriller y como historia de amor. El director es consciente que para que el romance se consolide es necesario mantener suficientemente alejado de Luján el mundo corrompido en el que se mueve Sosa. De esta manera Trapero dibuja con pulso firme dos líneas argumentales paralelas que posteriormente cruza en el momento justo para elevar la historia a un nuevo nivel, en el que los dos protagonistas están plenamente involucrados y no hay marcha atrás.

He leído numerosas quejas, en cuanto a la primera hora del film, con las que no estoy de acuerdo, ya que es precisamente cuando Trapero derrama todo su buen hacer, componiendo momentos que quedan grabados en la memoria e introduciendo al espectador en el mundo de los dos protagonistas. El director argentino nos muestra con mucho oficio el entorno en el que se desenvuelve Sosa, aunque quizás no consigue trasladar suficiente sensación de peligro como para mantener la tensión en el espectador.

El director argentino tan solo necesita un par de secuencias para desarrollar la historia de amor entre Sosa y Luján y es aquí donde verdaderamente triunfa, mostrando una sensibilidad portentosa. En la primera de ellas, hay cuatro personas sentadas a una mesa, tomando un cafe y hablando; en un momento determinado Sosa mira a Luján durante un par de segundos, retira la mirada manteniéndose en la conversación y vuelve a mirarle a los ojos, esta vez fijamente; ella está inquieta, le mira, retira la mirada, le vuelve a mirar y vuelve a huir de sus atentos ojos; a pesar de ello, sabemos que le agrada por la forma en que se despiden. Todo esto se deduce sin mediar una sola palabra entre ambos personajes, créanme. La segunda secuencia es la correspondiente a la primera cita. Tal y como la compone Trapero, asistimos en una posición privilegiada al nacimiento de un amor. Un solo plano que se va cerrando poco a poco, a medida que la conversación de Sosa y Luján va adquiriendo una tonalidad mas íntima, hasta quedarse fijo en el momento previo a la culminación de la conquista. Magistral de nuevo, esta vez con diálogos y juego incluido. Todo esto sería imposible sin Ricardo Darín y Martina Gusmán, dos actores en estado de gracia, cuyas miradas hablan por si solas a lo largo de todo el metraje.

La segunda mitad de la película se mueve en el terreno del thriller mas tradicional, pero con unos resultados bastante superiores a la media. Trapero consigue imprimir un ritmo frenético y no ofrece tregua al espectador ni a sus protagonistas.

Aun así, hay dos problemas que me gustaría resaltar. El primero es referente al casting; no puedo llegar a comprender qué pudieron llegar a ver los responsables de este departamento para escoger al actor que interpreta al primer jefe de Sosa. No tiene la presencia, el carisma o la voz que un personaje de  tales características necesita para cumplir con su cometido, es decir, atemorizar, imponer respeto, suponer una amenaza grave para los protagonistas…. El segundo problema es la construcción del personaje de Luján; en muchas ocasiones se muestran planos e incluso secuencias de larga duración dedicadas a plasmar el cansancio físico y psicológico provocado por su profesión, pero en ningún momento se aborda esta situación de cara al devenir del argumento.

Hay un momento en que Pablo Trapero amenaza con entrar a valorar la ética del comportamiento de Sosa, pero desiste enseguida, dejando ese menester a la justicia divina. Se trata de una decisión bastante acertada si nos ceñimos al propósito original del film, regalarnos uno de los thriller mas estimulantes del año. Objetivo cumplido.

Carlos Fernández Castro

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3 Comentarios

  1. Hermosa peli. Fuerte. Increible equipo Trapero-Darin-Gusmán
    En lo único que coincido es en la mala actuación del actor jefe de Sosa. Quizá era buscado. Pero no lo soporte! je
    Ojala llegue a las 5 mejores pa el oscar y mucho más

  2. Carancho es una película en la que su director apunta con mucha dureza a las emociones del espectador. Todo el cine de Pablo Trapero tiene esta característica, tiene una mirada muy cruda, lo cual, personalmente, disfruto.
    Esta vez lo que valoro además es que le supo sacar el jugo a un actor de primera línea como Ricardo Darín, a quien claramente, le hizo sudar la camiseta. De hecho, entrevisté a Darín luego de finalizar la película, y me confesó que había terminado extenuado.
    Y el papel de Martina Gusman, pareja de Trapero, es muy interesante por ser su primer protagónico. Para hacerlo, estuvo durante seis meses en la guardia de los jueves de un hospital del conurbano bonaerense, donde se involucró en el trabajo del grupo de médicos de guardia y eso se nota a la hora de ciertas secuencias en la película. También la entrevisté antes del estreno y me contó que ahí aprendió a cómo se interroga a un paciente que llega con una herida de bala o en situaciones de violencia, a las que se enfrentaba su papel.
    Finalmente, Carancho habla de las miserias humanas más allá del argumento en sí mismo. Habla de los «caranchos emocionales» que merodean nuestra vida diaria donde no importa el ser humano sino el provecho que puede sacar de él, a cualquier precio. Y esto , creo, es lo que más remueve y ataca las emociones propias, frente a esta historia contada en forma lineal y despojada, pero con mucha intensidad.

    • Totalmente de acuerdo Alba, intensidad y crudeza definen a la perfección el cine de Trapero. Tiene estilo propio y eso le hace único.
      Respecto a Darín, es cierto que esta muy bien dirigido, como ocurre con Patricia Gusmán, pero sospecho que hace falta dar pocas indicaciones a un actor tan intuitivo como él. Y digo sospecho, ya que no lo se, pero es un animal de la interpretación y eso salta a la vista.
      Creo que se le da demasiado protagonismo a las secuencias del hospital en las que se muestra la profesión de Luján y las consecuencias de la misma en su personalidad. No llevan a nada, ya uqe es algo de lo que Trapero prescinde en su historia.
      Muy recomendable.