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El Hobbit: un Viaje Inesperado (The Hobbit: an Unexpected Journey) (2012)

Nota: 7

Dirección: Peter Jackson

Guión: Philippa Boyens, Peter Jackson, Fran Walsh, Guillermo del Toro (Novela: J. R. R. Tolkien)

Reparto: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, James Nesbitt

Fotografía: Andrew Lesnie

Duración: 166 Min.

Después de que abandonara la Tierra Media para dirigir “King Kong” y “The Lovely Bones”, Peter Jackson vuelve al territorio donde se encuentra más cómodo. Bien cierto es que en los últimos tiempos, todo lo relacionado con Tolkien y el director neozelandés ha sido sinónimo de éxito; pero ha llegado la hora de comprobar si el gran público está dispuesto a sufrir una sobredosis de ambos personajes. Y es que “El Hobbit” ofrece pocas novedades respecto a la trilogía del anillo; la misma espectacularidad, semejantes pasajes épicos, un despliegue de medios que por momentos aturde al espectador, y nuevos avances técnicos que, aparte de imperceptibles para el ojo humano (48 fotogramas por segundo en lugar de 24), restan impacto visual al conjunto.

No obstante, los seguidores del orondo cineasta están de enhorabuena; Peter Jackson mantiene intacto su sentido del espectáculo y nos regala una película de aventuras que poco tiene que envidiar a los grandes clásicos del género, a excepción de su torpe arrancada. Y digo esto porque durante la primera hora de metraje, “El Hobbit” se convierte en todo un reto para aquellas personas que tengan el sueño fácil. Al igual que sucedía con “La Comunidad del Anillo”, Jackson, en su afán por contextualizar el punto de partida de los protagonistas, se recrea en los antecedentes y preparativos de esta gran aventura.

A partir de ese momento, la narración fluye sin grandes dificultades; pero también sin grandes sorpresas. Y es que al visionar «El Hobbit», resulta inevitable esquivar la sensación de un permanente deja vu; las semejanzas con el viaje de Frodo y la comunidad del Anillo resultan obvias, al igual que el paralelismo existente entre los esquemas argumentales de ambas aventuras: un grupo de personas deben realizar un largo viaje para lograr un objetivo noble y tremendamente difícil de alcanzar. Evidentemente, cualquier película que exalte valores como la amistad, el compañerismo, la honradez y el valor merece el mayor de mis respetos; el problema surge cuando los ecos de un precedente son demasiado perceptibles, y los personajes de la segunda trilogía (primera cronológicamente hablando) carecen del carisma brutal del que hacían gala Aragorn, Boromir, Legolas…

Con esto no quiero decir que el casting de «El Hobbit»  no haya sido acertado; los actores escogidos para la ocasión dan la talla casi en su totalidad, pero el listón estaba demasiado alto. Solo hay un personaje que iguala en carisma a cualquiera de los mencionados anteriormente, y ese es Bilbo Bolson; la interpretación de Martin Freeman (Sherlock) es maravillosa y descubre a un actor que llevaba tiempo reclamando una merecida atención.

Supongo que Peter Jackson, desde que decidió adaptar «El Hobbit» a la gran pantalla, era consciente de los riesgos que entrañaba hacerlo después del descomunal éxito de la multimillonaria trilogía del anillo. El resultado ha sido digno, pero no todo lo satisfactorio que cabría esperar de un director tan dotado. Las astronómicas inversiones en avances tecnológicos no han sido capaces de suplir  la falta de imaginación; es más, en ocasiones han jugado en contra de la espectacularidad y credibilidad de determinadas secuencias que estaban llamadas a sorprender y acaban provocando indiferencia.

Aunque parezca una contradicción, el Jackson intimista vuelve a brillar muy por encima del Jackson grandilocuente; las secuencias de combates están magníficamente filmadas, pero lo que verdaderamente queda grabado en la memoria del espectador es el esperado encuentro entre Bilbo Bolson y Golum; un prodigio de puesta en escena, manejo de tempo narrativo y sentido del humor. Cuando esto sucede, no podemos dejar de pensar qué pasaría si el director de «Criaturas Celestiales» no tuviera una tendencia enfermiza a jugar con sus cachibaches y se dedicara simplemente a hacer cine.

Carlos Fernández Castro

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3 Comentarios

  1. Unos pequeños apuntes a la crítica:

    – ¿El esquema argumental «un grupo de personas deben realizar un largo viaje para lograr un objetivo noble y tremendamente difícil de alcanzar» no es extensible a la mayoría de películas que pertenecen al género de aventuras? Siempre me ha dado la impresión de que, a grandes rasgos, suelen estar cortadas por el mismo patrón (el viaje del héroe y todo eso), así que no veo por qué ésta debería ser distinta. De todos modos ese sería un problema achacable únicamente a la obra de Tolkien (que cuenta lo que cuenta).

    – La falta de carisma de los nuevos personajes en comparación con la de los de la saga anterior ¿no puede deberse a la simple razón de que estamos hablando de la primera parte de una nueva trilogía? No recuerdo que Legolas, Gimli, Sam, Merry, Pippin, etc. tuviesen mucho carisma en La Comunidad del Anillo. La mayoría tenían una participación meramente funcional en la primera parte (más preocupada por plantear la historia y presentar a los personajes que en darles un gran desarrollo). Incluso personajes como Aragorn o Frodo carecían de profundidad, más allá de la que muchos espectadores conocíamos por haber leído los libros. Es su recorrido a lo largo de las tres películas lo que los dotó a todos del carisma e importancia que ahora tienen. Estamos hablando del planteamiento de una historia que parece va ser larga. Démosle tiempo a mostrar todas sus cartas.

  2. En comparación con elSeñor de los Anillos…hemos ganado en clichés, en esta sólo tenemos un par (enormes, manidos, eso sí) y hemos empeorado en…¡¡¡¡relleno!!!! Ritmo leeeeeeeento por introducir partes en absoluto relacionadas con la historia y poder hacer tres películas de lo que daría para una bastante divertida (leánse la novela, y juzguen mis palabras).
    Sobre los detractores a la premisa…pues es Tolkien, aquí todo el mundo anda, hasta los árboles. Pero en carisma Bilbo dobla por la derecha a cualquiera (en la novela, digo), pero debido a todo ese relleno que antes citaba le quitan muuuucho protagonismo (tomar el pelo a los trolls para que queden discutiendo hasta el amanecer, rescatar a los enanos de los trasgos, sacarlos en barriles de una fortaleza -eso se verá, espero, en la siguiente), sacrficando todo ello por darnos más (y gratuitas) escenas de acción (que curiosamente quitan el avance de la historia, eso es la acción) como batalla contra los trolls, batalla contra los trasgos…Gracias señor Jackson por enseñar a nuestros hijos a no pensar cuando pueden luchar.
    Como si fuera el alumno más aventajado de George Lucas, ha prostituido el espectáculo por un yate más grande, eso sí, viendo como le fueron sus últimas películas….5 raspadito para mí, y porque es Navidad.

    • Buenas Ojcar

      estoy de acuerdo con la mayor parte de tus apreciaciones, pero yo no soy tan señor Scrooge como tú (a pesar de que detesto la Navidad) y le doy un poco más de nota; creo que la labor de Jackson es muy compleja, tanto a causa de su afán recaudatorio (hacer tres partes era innecesario) como por su difícil reto de adaptar «El Hobbit» a la gran pantalla después de haber saturado a medio mundo con ESDLA.

      Un abrazote

      Carlos