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Her (2013)

Nota: 7,5

Dirección: Spike Jonze

Guión: Spike Jonze

Reparto: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde

Fotografía: Hoyte van Hoytema

Duración: 126 Min.

En sus mejores tiempos, las películas de Spike Jonze aspiraban a la genialidad, pero tenían que conformarse con el estatus de obras de culto. La escasa habilidad del director para los desenlaces, dio al traste con tentativas tan fallidas como dignas de admiración. Cuando Charlie Kauffman desapareció de los títulos de crédito de sus películas, se pudo apreciar la verdadera influencia del guionosta en las obras que cimentaron el prestigio de Jonze (Adaptation y Cómo ser John Malkovich). «Her» supone su retorno a la senda del éxito, y representa una nueva ofensiva para intentar incluir su nombre en la lista de los cineastas más relevantes del nuevo milenio.

En esta nueva aventura, el ex de Sofía Coppola ha decidido escribir el guión en solitario, y el resultado ha sido mucho más satisfactorio de lo que cabría esperar. De una vez por todas, el director de Maryland revela sus preocupaciones más íntimas; algunas ya abordadas en películas anteriores, otras relativamente novedosas en su filmografía. «Her» contiene un perfecto círculo vicioso que tiene su punto de partida en la incapacidad del protagonista para olvidar el pasado y mantener relaciones sentimentales satisfactorias. El director señala la falta de comunicación y la dificultad para exteriorizar sentimientos como causas de esta enfermedad, y propone una medicina con peligrosos efectos secundarios.

La tecnología es presentada como posible solución a los problemas de Theodore (Joaquin Phoenix), pero también como un obstáculo para establecer vínculos afectivos con personas de carne y hueso. En el contexto que propone este film, las “maquinas” ejercen funciones propias del ser humano. Pero lejos de intentar demonizar o venerar la tecnología, “Her” invita a la reflexión sobre las consecuencias de su empleo.

Tal dicotomía está magníficamente representada a través de numerosas secuencias en las que el protagonista realiza todo tipo de actividades (posibles) con su nueva compañera sentimental: un sistema operativo que tiene la voz de Scarlett Johansson, pero no su cuerpo. Enganchada al bolsillo de su camisa, desde los altavoces de su ordenador, o sobre la mesita de noche, Samantha llena el vacío de Theodore, porque le escucha, comparte sus inquietudes, y siempre está disponible cuando él lo necesita. Por un lado, el espectador asiste atónito a la sofisticada mezcla de comedia y drama romántico que Jonze teje entre los dos; al mismo tiempo, observa con escepticismo las situaciones que ambos comparten, por ser tan ridículas y poco creíbles, como eficaces desde el punto de vista dramático. Nos sentimos aludidos como miembros de una sociedad inmediatamente anterior a la que habitan los personajes de esta película; y eso es difícil de aceptar.

En el haber de Jonze, unos diálogos que por momentos alcanzan la excelencia, y capaces de sostener una relación impensable en manos de otro director. Asimismo, sería imposible imaginar esta película sin la imprescindible contribución de Joaquin Phoenix. Tras deslumbrar en «The Master», cambia de registro y construye un personaje repleto de matices y dotado de una gran sensibilidad. Su interpretación es capaz de suplir la ausencia física de Scarlett Johansson a lo largo de todo el metraje.

En ocasiones, Spike Jonze paga su ilimitada fe en la premisa del argumento, descuidando la credibilidad del mismo debido a su desmesurada ambición. Algo que contrasta con el precipitado desenlace del film, aparentemente escrito a contrarreloj e indigno del magnífico desarrollo que lo precede. Se trata de aspectos que no empañan la insultante originalidad de «Her», ni el regreso de su director al candelero cinematográfico. No obstante, esperemos que Spike Jonze se equivoque: que en un futuro cercano no tengamos que recurrir a un sistema operativo para aliviar nuestra soledad; que siempre tengamos claro que las máquinas nunca podrán sustituir determinadas funciones exclusivamente humanas. Y ojalá el cine siga funcionando como advertencia, para cambiar el aterrador destino que según «Her» nos espera.

Carlos Fernández Castro

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