Julieta (2016)
Nota: 7,5
Dirección: Pedro Almodóvar
Guión: Pedro Almodóvar (Relatos: Alice Munro)
Reparto: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Inma Cuesta, Daniel Grao, Michelle Jenner, Dario Grandinetti, Rossy de Palma, Pilar Castro
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Duración: 96 Min.
El cine de Almodóvar nunca ha sido un dechado de realismo. Si acaso, ha sabido escoger lo más bizarro del costumbrismo español para incorporarlo a un universo terrenalmente mágico. Tampoco se ha caracterizado por la coherencia argumental de sus propuestas. En sus películas, las reglas del juego responden a una lógica diferente de la que rige al otro lado de la pantalla. Por estas mismas razones, no debería sorprender que Julieta haya seguido la línea de una cinematografía afiliada al esperpento y oscilante entre los trabajos pueriles (Los amantes pasajeros) y los más maduros (La piel que habito).
Julieta se enmarca en esa segunda corriente, sin que por ello renuncie completamente a los ramalazos naif tan característicos en el cine de su autor. En esta ocasión, Almodóvar aparta sus impulsos más viscerales y cede el mando de su creatividad a la razón: el guión se pone al servicio del mensaje, aunque sea a costa de su credibilidad. Sin embargo, el cineasta español no descuida la construcción de sus personajes (tradicionalmente uno de sus puntos fuertes) y les insufla las suficientes pasiones como para lograr la empatía del patio de butacas.
El director manchego firma una de sus obras más dolorosas, pero curiosamente no la que mejor apela a la sensibilidad del espectador. Sus giros de guión son tan cerebrales y, en ocasiones, tan forzados que la tragedia griega a la que apela en alguna de sus imágenes solo funciona a nivel conceptual y no tanto a nivel emocional. No obstante, este desequilibrio es compensado por la intensidad de las interpretaciones, a las que otorga el tiempo necesario para traspasar la pantalla, y el sensacional empleo del color, que destaca tanto en el atrezzo como en el vestuario gracias a una calculada puesta en escena. Puro expresionismo almodovariano.
Entre Adriana Ugarte y Emma Suárez componen una Julieta que, a lo largo del film, realiza la transición desde una fogosa juventud a una edad adulta que ya no aguanta el peso de la culpa y sucumbe a las afiladas aristas de un corazón resquebrajado. La película bascula entre presente y pasado, desentrañando las razones que han llevado a la protagonista a perder el contacto con su única hija y forzando brillantemente un juego de simetrías en el que los triángulos amorosos y los remordimientos de conciencia acaban encontrando sus resonancias en algún lugar del metraje.
Como si de una sonata de otoño se tratara, Bergman mediante, podríamos decir que Julieta gira en torno a una maternidad tormentosa y, sobre todo, al extraño sentido de la responsabilidad de su protagonista, a la sazón, el motor que la impulsa en cada uno de sus puntos de inflexión y eleva progresivamente su nivel de intensidad dramática. Una vez más, el manchego convierte sus defectos en señas de identidad y aunque no conquista el corazón del espectador, seduce su intelecto.
Carlos Fernández Castro
Eres muy discreto en tu crítica, Carlos.
Me parece un engendro de película. Sí, los colores, las actuaciones de Emma y de las niñas… poco más, nada más.
Lenguaje cinematográfico burdo, simple. Esa Rossy de Palma que parece que va a asesinar a alguien y no se entiende por qué tan siniestra si no pega con el tema.
Ese ciervo incongruente, ese recuerdo del suicida del tren cuando su marido desaparece… Diosssss, cine del malo. ¿Qué te ha ocurrido, Pedro? Lo tuyo era «épater les bourgeois» y cuando no los epatas parece que no tienes nada que aportar.
No me creo tanto drama de esa chica, el guión no nos prepara para tantísimo sufrimiento por cosas de la vida. Tampoco es creíble lo de la secta. Para que esa hija se vaya a una secta, es necesario que el guión nos vaya preparando y no lo hace.
Una pena.
Jajaja, veo que te ha decepcionado profundamente, Mari Cruz. Entiendo tus objeciones, pero también creo que no la podemos enjuiciar como si fuera una película realista. Si no lo asumimos corremos el riesgo de exigir de ella lo que no quiere ser y llegar a odiarla. Como siempre, esto es arte y algunos la amarán mientras que otros la odiarán.
Un fuerte abrazo. Un placer tenerte de nuevo por estos lares.