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Madre e Hijo (Pozitia Copilului) (2013)

Nota: 8,5

Dirección: Calin Peter Netzer

Guión: Razvan Radulescu, Calin Peter Netzer

Reparto: Luminita Gheorghiu, Bogdan Dumitrache, Florin Zamfirescu, Natasa Raab, Llinca Goia

Fotografía: Andrei Butica

Duración: 112 Min.

Desgraciadamente, el cine rumano suele llegar con cuentagotas a nuestra cartelera. Podríamos decir que es prácticamente un desconocido para el público español, cinéfilos incluidos. Por eso, cuando tenemos la ocasión de ver películas como el último trabajo de Calin Peter Netzer, es inevitable preguntarse el porqué del escaso alcance de una cinematografía tan comprometida con la condición humana. Sin embargo, los tiempos están cambiando, y el éxito de películas como «4 Meses, 3 Semanas, 2 Días» y «Más Allá de las Colinas», está contribuyendo a ampliar la repercusión de un cine ansioso por ser escuchado.

«Madre e Hijo» confirma que el cine rumano no va a conquistar al público europeo por sus joviales y divertidas propuestas. La ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín 2013, hace gala de la misma crudeza que exhibían las obras mencionadas en el párrafo anterior. En esta ocasión, no sólo nos enfrentamos a un argumento objetivamente oscuro, sino que además, los personajes concebidos por Netzer son tan despreciables que impiden la posibilidad más remota de identificación por parte del espectador.

Desde el planteamiento, el director huye del clásico esquema de buenos y malos. Cornelia es la típica madre que intenta proteger el futuro de su hijo a toda costa, incluso después de que éste haya atropellado a un chaval de 13 años por conducir negligentemente. Barbu es un treintañero amargado, de familia acomodada, que no está acostumbrado a asumir las consecuencias de sus actos. Nada nuevo bajo el sol. Estamos ante la clásica madre castrante que necesita sentirse imprescindible, que desea realizarse a través de su hijo. En definitiva, una relación basada en el egoísmo y destinada al fracaso.

El tono realista del argumento se ve refrendado en todo momento por el uso de la cámara en mano, recurso conflictivo donde los haya, pero que en este caso es empleado de un modo apropiado y poco caprichoso. Netzer hace gala de una puesta en escena minuciosamente planificada, y orientada a mantener la tensión de su asfixiante guión a lo largo de todo el metraje. La implicación que el director no logra a través de sus personajes, la consigue mediante situaciones que atrapan la atención del espectador por su intensidad y por la incertidumbre que transmiten. Porque ante todo, «Madre e Hijo» es un drama familiar de una perturbadora violencia emocional.

Gran parte del impacto de esta película es atribuible a Luminita Gheorghiu, cuya milagrosa interpretación parece extraída de la vida real. Su Cornelia transmite la desesperación de una madre, que está dispuesta a todo por salvar a su hijo de una merecida condena. El espectador le comprende, pero no puede sentirse identificado con una mujer de clase media, que pretende silenciar la perdida irreparable de un hijo en una familia de clase baja. La actriz se erige en el instrumento perfecto para expresar el conflicto materno-filial que domina el argumento del film, pero también representa el poder del dinero en un país corrompido por sus grandes diferencias sociales.

Calin Peter Netzer apuesta todas sus fichas al mismo número, sin que se perciba un ápice de temblor en su pulso. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Somete al espectador y le hace presenciar situaciones incómodas. Cuando hemos recuperado el control de nuestros sentidos, es demasiado tarde para apartar la mirada. Poco importa si Cornelia logra salvar a su hijo, o si Barbu está por la labor de satisfacer las necesidades afectivas de su madre. La fascinación del espectador confirma el triunfo de un director, que demuestra el incuestionable atractivo de las tragedias humanas y nuestro innegable morbo hacia el dolor ajeno.

Carlos Fernández Castro

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