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R3sacón (The Hangover Part III) (2013)

Nota: 5’5

Dirección: Todd Phillips

Guión: Todd Phillips, Craig Mazin

Reparto: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis, Justin Bartha, John Goodman, Ken Jeong, Heather Graham

Fotografía: Lawrence Sher

Duración: 100 min

Como punto y final no era extraño esperar un desmadre antológico que dejase las anteriores fiestas de esta saga como un simple piscolabis. Pero salvo unas pocas escenas notables a merced del alto presupuesto, ‘R3sacón’ es como un chupito de Malibú piña si se compara al champán adulterado de la primera parte. Se aprecian las prisas por rodar y por sacar a pasear un producto que quizás pedía algo más de tiempo en la nevera. Otra prueba más de que a Hollywood le pierde su afán por estirar sus taquillazos como si fueran chicle.

Todd Phillips le ha dado un lavado de cara a su juguete apartando la estructura que ya repitió en Resacón 2, y esta vez a Alan y su «manada» la mala suerte les cae encima sin drogas ni cubatas de por medio, un arriesgado toque de originalidad que por desgracia acaba definiendo a la película como una road movie gamberra muy fácil de olvidar.

Recurrir al trillado género de mafias y venganza es un ejercicio perdonable si se aporta algo diferente, una chispa de novedad que obligue al bostezo a quedarse en casa. Pero uno observa al chistoso de John Goodman haciendo de ‘boss’ y pierde la cuenta de las veces que le ha visto hacer lo mismo en otros filmes. Bradley Cooper se encasqueta en su imagen perenne de guaperas en apuros y la bipolaridad de Chow -sí, el chino- no te permite saber si es el bueno, el malo o simplemente un payaso cocainómano al que toca soportar. Pero tampoco sería justo llenar de culpa a un par de personajes de un guión algo somnífero y obligado a repetirse. Intentas reírte con los disparatados diálogos pero tan solo emerge una mueca en los numerosos guiños a las anteriores entregas, lo que afecta en gran medida al elemento sorpresa, al humor en definitiva.

Galifianakis prácticamente se impone como único protagonista por las veces que debe intervenir para salvar la carencia de argumento. A pesar de no personificar el caos que asoló Las Vegas y Tailandia, es imposible resistirse a la improvisada labia del barbudo mimado. Es quizás el único elemento que hace a la secuela caer de pie cuando llega el subidón del epílogo. Por ello los fans de la saga no se verán defraudados si no le piden peras al olmo. Y dada la cartelera que nos prepara la antesala de verano, bienvenida sea esta suave resaca.

Manu Sueiro

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