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Un Lugar donde Quedarse (This Must be the Place) (2011)

Nota: 7

Dirección: Paolo Sorrentino

Guión: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello

Reparto: Sean Penn, Frances McDormand, Eve Hewson, Judd Hirsch

Fotografía: Luca Bigazzi

Música: David Byrne, Will Oldham

Duración: 118 Min.

El último trabajo de Paolo Sorrentino es tan particular como el cine que lleva haciendo en los últimos años: «Las Consecuencias del Amor», «Il Divo»… El cineasta italiano ha vuelto a crear una obra inclasificable, haciendo suyo un género tan americano como el road-movie, gracias a la independencia que le otorga el capital italiano con que está financiada la película. «Un Lugar donde Quedarse» está lejos de la perfección, pero es indudablemente una película con personalidad, repleta de logros técnicos, que contiene momentos extrañamente poéticos, y que camina a lo largo de sus dos horas de metraje con la misma inocencia y convicción con la que lo hace su carismático y excéntrico protagonista.

Sorrentino construye su film a partir de una presentación inicial en la que conocemos a su protagonista y el entorno en el que se mueve; aun así, Cheyenne (Sean Penn) sigue siendo un secreto que tan solo el transcurso de los minutos ayuda a descifrar. El director italiano dosifica la información en torno a este curioso personaje de una manera indirecta -en el primer tercio del film, a través de sus relaciones con su mujer y sus conocidos- y mas directamente a medida que éste emprende su viaje físico y emocional a lo largo y ancho de los Estados Unidos.

«Un Lugar donde Quedarse» es una película que sigue el ritmo que marca un protagonista fuera de lo normal; pieza en torno a la cual giran todos sus acontecimientos, y responsable directo de los numerosos baches en la narración. Y es que este largometraje adolece de una cierta discontinuidad, provocada por los diferentes e inconexos episodios en que Sorrentino divide la cruzada de Cheyenne. Quizás éste sea el principal lastre de un film original y distinto, pero carente de la coherencia necesaria como para ser tomado realmente en serio; a pesar de que trate sobre el viaje que un hijo realiza para encontrar al torturador de su padre mientras estaba retenido en un Campo de Concentración nazi.

Bien cierto es que Sorrentino huye de los convencionalismos y se aproxima voluntariamente al esperpento; el objetivo es mostrar, desde un punto de vista insólito, la extravagante vida y alocadas aventuras de una ex-estrella de pop que decide volver a los Estados Unidos a causa de la enfermedad terminal de su padre.

Por todo lo mencionado anteriormente, resulta sorprendente que «Un Lugar donde Quedarse» funcione como película. Y es que, a pesar de sus taras, la ultima creación del director de «Il Divo» contiene grandes aciertos que la hacen merecedora de una oportunidad: el excelente olfato de la cámara de Sorrentino, que saca lo mejor de los exuberantes paisajes norteamericanos por los que transita su protagonista; la construcción de Cheyenne: un personaje tan extravagante y pasado de vueltas como inocente, bondadoso y rompedor gracias a la arriesgadísima composición de Sean Penn (injustamente criticada y muy meritoria), y a las situaciones que el cineasta italiano diseña para él; y una banda sonora, compuesta con gran acierto entre David Byrne y Bonnie «Prince» Billy, que suaviza las bruscas transiciones comentadas anteriormente.

Al ver este film, es inevitable sospechar que Sorrentino ha hecho lo que ha querido sin responder a presiones externas y con absoluta libertad creativa. El espectador queda gratamente sorprendido al escuchar por boca de Cheyenne las acertadas reflexiones del cineasta italiano a cerca de las consecuencias del éxito, la verdadera naturaleza del arte, el sentido de la venganza, el peso de un pasado mal digerido y la diferencia entre ser adulto y haber alcanzado la madurez. Porque en esto consiste el mensaje de «Un Lugar donde Quedarse», en mostrar uno de los caminos posibles que podemos recorrer, hasta alcanzar la madurez necesaria para gobernar nuestras vidas; un camino en el que, como le sucede a Cheyenne, no tenemos por qué perder la honestidad y la inocencia; en definitiva, un camino por el que también parece avanzar con paso firme la filmografía de Paolo Sorrentino.

Carlos Fernández Castro

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2 Comentarios

  1. A ver si esta vez Paolo Sorrentino connsigue la Palma de Oro.