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Un Planeta Solitario (The Lonliest Planet) (2011)

Nota: 6

Dirección: Julia Loktev

Guión: Julia Loktev (Historia: Tom Bissell)

Reparto: Hani Furstenberg, Gael García Bernal, Bidzina Gujabidje

Fotografía: Inti Briones

Duración: 113 Min.

En ocasiones, los festivales de cine devienen en fenómenos absolutamente imprevisibles. Contrarios a cualquier razonamiento lógico que podamos elaborar acerca de su evolución o sus resultados. El ejemplo más reciente lo encontramos en la pasada Mostra de Venezia, donde Kim Ki-duk y su “Pietà” se impusieron contra todo pronóstico a “The Master” de Paul Thomas Anderson, la unánime favorita del público y la crítica en la lucha por el León de Oro.

Sobra decir que no es la primera vez que ocurre algo parecido. De hecho, podemos encontrar casos muy similares –e igualmente flagrantes- a lo largo de toda la Historia del cine: en 1958, “Vertigo” perdió la Concha de Oro en favor de  “Eva quiere dormir” del polaco Tadeusz Chmielevski; “Los cuatrocientos golpes” cayó igualmente derrotada al año siguiente en Cannes frente a “Orfeo negro” de Marcel Camus; e incluso “Uno de los nuestros” tuvo que ver como Tom Stoppard y su adaptación de la obra “Rosencrantz y Guildenstern han muerto”, le arrebataban el León de Oro de 1990. Sea como fuere, lo cierto es que, ya sea a causa del indescifrable criterio de los programadores (¿cómo es posible que “El desprecio” no fuese seleccionada para concursar en ninguno de los festivales celebrados en 1963?) o del libre albedrío de los jurados, las sorpresas, a veces, ocurren.

Este podría ser también el caso de la película triunfadora en el pasado Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. La entrega del máximo galardón del certamen a “The loneliest planet” causó incluso el estupor del propio presidente del jurado Vicente Aranda, quien hizo notoria hasta en tres ocasiones su oposición al fallo durante la lectura del acta. La cinta de Julia Loktev se imponía de este modo al resto de producciones de la Sección Oficial a Concurso -entre ellas, la favorita “Tabu” de Miguel Gomes o la bellísima “Two years at sea” del debutante Ben Rivers-, haciéndose además con el premio a la mejor interpretación femenina para su protagonista Hani Furstenberg. Cabe, pues, preguntarse acerca de las supuestas virtudes que el jurado debió ver en una obra a todas luces inferior a propuestas mucho menos digeribles, pero infinitamente más arriesgadas que la correcta “The loneliest planet”.

Filmada íntegramente en las montañas del Cáucaso, la película se inspira en un suceso autobiográfico de la propia realizadora ruso-americana, autora también del guión original. Una pareja de novios decide viajar a Georgia en los meses previos a su boda, cruzando a pie el interior del país en compañía de un guía local veterano de guerra. La travesía será, por tanto, su última “aventura” antes de regresar definitivamente a su hogar para sellar el inicio de una vida en común.

Con el paso de los días, los tres se sumergen lentamente en un peregrinaje físico –y como veremos, también emocional- a través de un paisaje remoto y sobrecogedor. Un mundo ajeno a cualquier forma de civilización en el que la rutina diaria se reduce al mero acto de andar mientras llenan las horas vacías con juegos, caricias, anécdotas y miradas cómplices. El pequeño triángulo que sus cuerpos dibujan en la inmensidad del territorio, señala los límites de un microcosmos cuyo equilibrio gravita frágilmente bajo el peso de esta cotidianidad. Fuera de ella no hay nada más, salvo el silencio y el vacío desde el que Loktev les observa, siguiéndoles desde la distancia mediante potentes teleobjetivos o aproximándose con lentes de gran angular que intensifican el contraste entre la escala íntima del relato y la monumentalidad del paisaje que les rodea.

La experiencia con el lugar les conducirá al encuentro de todo aquello que conforma el mundo visible, es decir, a la contemplación reveladora de su propia existencia. Una experiencia pura, al límite, donde las emociones se amplifican y donde cualquier paso en falso puede cambiarlo todo. Así sucederá cuando un malentendido con un grupo de cazadores -cuya causa nunca llegarán a comprender- dé origen a una fractura abismal e irreparable entre la pareja.

En un solo instante, el universo entero se repliega sobre sí mismo ante nuestros ojos destruyendo a su paso todo lo que hasta ese momento había permanecido en un silencioso equilibrio. Las miradas y los gestos “rescatados” de la devastación nos parecen ahora falsos, absurdamente artificiales en medio de la autenticidad que desprende el mundo a su alrededor. El espacio-tiempo entre los personajes ya no es la distancia más corta entre sus cuerpos, sino aquella que, partiendo de uno, rodea toda la circunferencia de la Tierra hasta encontrar al otro. El triángulo se ha deformado hasta la rotura, tensionado por las fuerzas opuestas de unos vértices que se desplazan sin control, siguiendo una coreografía de acercamientos y fugas cuyo resultado intuimos mucho antes que los propios protagonistas.

El viaje acabará, de este modo, llevándose consigo cualquier certeza previa sobre todo aquello que conocían o creían conocer acerca del otro o sobre sí mismos. Ahora son sólo tres figuras errando sin rumbo en el vacío. Tres seres abandonados ante la visión de un futuro incierto abriéndose ante ellos como un aterrador abismo.

“The loneliest planet” se resume como una interesante parábola sobre la descomposición de una pareja incapaz de superar la revelación de sus propias debilidades. Su correcta puesta en escena no compensa, sin embargo, la descorazonadora sensación de que podía haber entregado mucho más de lo que se atreve a dar.

Aythami Ramos

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2 Comentarios

  1. Mucho mejor este artículo,que la película en sí. Muy tediosa. Podría haberse contado de otra forma. Los cortes bruscos de la música,cuando se abandonaba el plano general donde se veían andando,me dolía los oidos.

    • A mí tampoco me entusiasmó cuando la vi en el festival, pero no creo que se trate de una mala película sino más bien de una obra fallida. Uno se queda con la sensación de que Loktev estaba más preocupada por la superficie (la duración de las imágenes, la composición, el color) que por la narración en sí. Y el resultado acaba resultando tedioso y preciosista, aún cuando sabes que ahí hay una historia muy potente que podía haber dado mucho más, si como dices, se hubiese contado de otra manera.

      Es sólo una intuición, pero sospecho que el criterio de Inti Briones debió imponerse a la inexperiencia de la debutante Loktev durante el rodaje y ésta simplemente se dejó llevar.

      Un saludo y muchas gracias por tu comentario.