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Secuencias Inolvidables: “El Último Magnate” de Elia Kazan, con Robert de Niro

¿Qué es el cine? Una pregunta trascendental, difícil y, sobre todo, con diversas respuestas posibles. Para intentar responder a esta complicada pregunta, el historiador Antonio Costa en su libro “Saber ver el cine”, presenta una inteligente y enigmática escena de “El último magnate”, de Elia Kazan. Una excelente elección.

Basada en la obra póstuma inacabada (1940) de Scott Fitzgerald y con un reparto envidiable (Robert de Niro, Robert Mitchum, Jeanne Moreau y Jack Nicholson), “El último magnate” (1976) es la última película del legendario director de origen griego.  El filme narra las vicisitudes de un poderoso productor de Hollywood en los años 30 que consigue dominar a guionistas, actores y directores mientras su vida pasa, consumida por el trabajo. Seamos sinceros, The Last Tycoon no es de lo mejor de Kazan. Aún así, la película mantiene con soltura las constantes de su buen cine: un sólido guión, buenas interpretaciones y mucha clase a la hora de seleccionar planos y secuencias. La escena que nos ocupa destaca sobre este conjunto, un último toque de simpática genialidad que dejó Kazan antes de irse.

El escritor y ahora guionista Boxley acude indignado al despacho del productor Monroe Stahr (De Niro) para quejarse abiertamente sobre la manera que tiene el estudio de elaborar los guiones. Stahr, tras entender que se encuentra delante de un académico escritor y no de un guionista apasionado por el mundo del cine, le explica, a través de una representación, cual es el significado ontológico del Séptimo Arte.

Es una secuencia que demuestra que ni la música es necesaria para que algo te atrape. Sólo un buen actor y una buena dirección.

Elia Kazan

Sí, yo también soy un gran admirador de Robert De Niro; si estáis desencantados con sus papeles recientes, visionar esta escena y recordareis porque ensalzabais su talento. Le hemos visto muchas veces bordar papeles muy complicados, pero en esta escena nos regala una auténtica lección de interpretación. Stahr narra y se mueve de una manera ágil pero decidida,  casi como si estuviese danzando; nosotros nos quedamos embobados asistiendo al espectáculo coreografiado, tan atraídos como prudentes, igual que el Sr. Boxley. Es normal, De Niro en la película encarna un productor que en el fondo basa su trabajo en juegos de distracción, atracción y decisión. Vemos a un actor haciendo de actor pero que interpreta tan bien que no vemos(o no queremos ver) el truco; hablo tanto del propio De Niro como de su personaje.

La excelente labor de De Niro quedaría en nada si la escena no estuviese dirigida adecuadamente. Costa explica que la escena está compuesta por más de 40 planos, por lo tanto lo que hace Kazan es seguir un ritmo perfectamente estudiado y sobrio para que nos dejemos llevar por la narración de Stahr, sin olvidarse, sin embargo, del Sr. Boxley o los otros guionistas. Un ejercicio de estilo clásico.

Una escena genial, con mucho significado, que sintetiza en imágenes que era y como funcionaba la industria cinematográfica en los años dorados de Hollywood y los códigos por los cuales se movían todos, tanto los grandes estudios como, sobre todo, los espectadores.

Para ir un poco más allá, recomiendo el libro de Antonio Costa.

Arturo Tena


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2 Comentarios

  1. Esta película la tengo muy reciente 🙂 Tuve muchísima suerte, porque era de esas noches que no hay nada en la tele y empiezas a pasar los canales tontamente, hasta que llegué a la sexta3 y de pronto ví a Robert De Niro y a Jack Nicholson. No dude ni un segundo en quedarme a verla. La peli me dejó un buen sabor de boca, pasé una noche estupenda!!!

    Enhorabuena por el blog Arturito!!!!! Un beso muy grande!!!

    • La Sexta3 suele echar cosas que valen la pena y esta película y sobre todo esta escena desde luego que lo valen, me alegro de que te haya gustado.
      Muchas gracias por el comentario Cheche.
      Un beso