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Confinamiento 01/05/2020: Impacto (1981)

Salvo raras excepciones, no me entusiasma el cine de Brian de Palma. Me parece un director chapucero y un cinéfilo obsesionado con emular a sus ídolos. Unas veces le toca a Alfred Hitchcock, otras a Michelangelo Antonioni, en ocasiones a Francis Ford Coppola y casi siempre acaba pareciéndose a Roger Corman. Muy a su pesar, supongo, porque intuyo en sus imágenes unas ganas locas de ser tomado en serio.

No obstante, soy defensor de títulos como El precio del poder, Los intocables de Elliott Ness y Corazones de hierro. Y para descartar animadversiones injustificadas, confesaré que Atrapado por su pasado es una de las películas de mi vida. Pero volver a ver Vestida para matar, Carrie o El fantasma en el paraíso me recuerda por qué nunca me ha convencido su cine. No se trata solamente de sus delirios de grandeza, canalizados a través de unos movimientos de cámara ostentosos a más no poder, sino también de sus tramas increíbles y su escandalosa dirección de actores, capaz de convertir a Michael Caine en una caricatura de si mismo.

Por eso siempre me he resistido a ver Impacto, una versión camp del Blow-up de Antonioni y La conversación de Francis Ford Coppola, que rebaja el nivel intelectual de estas obras maestras a uno más fácilmente digerible por un público menos exigente. No sin cierto rubor, admito que me ha gustado y que he vuelto a reencontrarme con esa versión de de Palma que es capaz de encontrar el equilibrio entre su lado más hortera y sus aspiraciones de auteur.

Curiosamente, en su primera y virtuosa escena, de Palma parece burlarse de un cine que, aunque él no lo piense, guarda un íntimo parentesco con el suyo. Miopía de padre, supongo. Sin embargo, a lo largo de la película parece decidido a distanciarse prudencialmente de sus señas de identidad. En este ejercicio de relativa seriedad, resulta de lo más interesante su empleo de la profundidad de campo, con la que juega en diferentes ocasiones, y el uso expresionista del color, que ofrece un valor añadido a algunas de las secuencias clave del film.

En una maniobra reiteradamente circular, que recuerda a La habitación de Chantal Akerman, de Palma transmite con éxito el estado de ánimo de su personaje y logra armonizar los movimientos de cámara con las emociones que éste experimenta. En un alarde de atrevimiento, De Palma se embarca en la articulación de un discurso político contra la manipulación de la opinión pública por parte de los poderes fácticos. Sin embargo, la tentativa queda en anécdota. Su patosa puesta en escena y la falta de delicadeza a la hora de gestionar las transiciones de su guion restan credibilidad y seriedad a su mensaje.

No obstante, Impacto es intensa y tremendamente entretenida, aparte de contar con un John Travolta de lo más magnético y un John Lithgow que, a pesar de la calamitosa escritura de su personaje, encarna a un malvado verdaderamente amenazante. El resultado final es tan desigual que rebosa encanto por los cuatro márgenes del encuadre. De Palma es como ese alumno talentoso y soñador que redacta como un niño de ocho años y tiene las ideas de un genio. Solo hacía falta que ese joven de cuarenta y un años madurara. Lástima que a día de hoy, con ochenta años cumplidos, siga pensando lo mismo.

Carlos Fernández Castro

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