Destapando las cloacas de Austria
En el sótano (Im Keller)
Dirección y guión: Ulrich Seidl, Reparto: Documental
Según el Instituto Cervantes, el popular refrán español «quien bien te quiere te hará llorar» viene a significar que el amor o cariño verdadero consiste en corregir los errores de la persona amada, aunque duela hacerlo. Desde un punto de vista cinematográfico, esta gran verdad podría ayudar a explicar porqué algunas películas arremeten ferozmente contra el país en el que nacieron sus directores: El verdugo de Luis García Berlanga, Fahrenheit 9/11 de Michael Moore, o, sin ir más lejos, gran parte de la filmografía de Ulrich Seidl.
Impulsado por la inercia de su trilogía de paraísos, el austriaco sigue llamando la atención sobre la verdadera naturaleza de su patria, un lobo con piel de cordero que sale muy mal parado de este desconcertante documental. Si en sus últimas películas recurría a la ficción para denunciar determinados aspectos de la sociedad austriaca, en En el sótano vuelve a desenfundar su herramienta predilecta para disparar contra la realidad de un país cuya corteza representa el perfil más amable, civilizado y sofisticado de Europa, mientras que en el subsuelo esconde perversiones que le harían merecedor de una cuarentena indefinida.
Frustración emocional, violencia reprimida, xenofobia, perversiones sexuales que sonrojarían al Polanski de Lunas de hiel. Incluso cuando Seidl intenta compensar la atrocidad de sus imágenes con un perturbado y efectivo sentido del humor, la sensación de rechazo permanece intacta. El austriaco empuja a sus personajes al ridículo más espantoso enfrentándoles a su cámara estática y, simplemente, dejándoles ser. Poseído por el espíritu de Dziga Vertov y su cine-ojo, parece desentenderse de las conclusiones que el espectador pueda extraer de sus planos, barnizándolos en una engañosa objetividad.
Pero la táctica no funciona, porque es evidente que Seidl interviene y propone un punto de vista muy definido para observar su particular parada de los monstruos. Al contrario que Todd Browning en su mítico film, el director de En el sótano orienta el foco hacia las taras psicológicas de sus freaks, consiguiendo el repudio más absoluto del patio de butacas y lavando en público los trapos sucios de la nación que vio nacer a Adolf Hitler. Aunque resulten creíbles, sus imágenes no rebosan la espontaneidad propia del formato: la cámara está siempre en el lugar adecuado sin necesidad de rectificar su posición, como si se tratara de una realidad pret a filmer.
¿Pretende En el sótano ser un reflejo de la sociedad austriaca? ¿Hasta qué punto podemos confiar en la mirada de Seidl? ¿Es simplemente una exploración de sus vergüenzas ocultas? Así como El triunfo de la voluntad aterrorizó al pueblo polaco en los prolegómenos de la ocupación del ejército nazi, la serpiente que acecha a un confiado ratón en los primeros planos de este documental bien podría representar a un país que se acerca sigilosamente a su presa (¿quién?). Afortunadamente, algunos de los últimos planos del film arrojan cierta esperanza entre tanto pesimismo: una joven banda de rock devuelve la apariencia de sótano a lo que hasta ese momento habían parecido cloacas. Y visto lo visto…
Carlos Fernández Castro