120 pulsaciones por minuto (120 Battements par minute, 2017): Festival de cine de San Sebastián
Nota: 7
Dirección: Robin Campillo
Guión: Robin Campillo
Reparto: Adèle Haenel, Yves Heck, Nahuel Pérez Biscayart, Arnaud Valois, Emmanuel Ménard, Antoine Reinartz y François Rabette
Fotografía: Jeanne Lapoirie
Duración: 143 Min.
Con 120 pulsaciones por minuto, Robin Campillo toma el pulso a una época y a una lucha donde permanecer en “silencio” equivalía a la “muerte”: principios de los años 90, un grupo de jóvenes denominados Act Up! se organizan en las calles de París para combatir la indiferencia de la sociedad hacia el VIH, para desmontar los prejuicios sobre el colectivo y, sobre todo, para obligar a las farmacéuticas a buscar soluciones rápidas.
Para narrar este momento histórico, el guionista de La clase (Laurent Cantent, 2008) y El empleo del tiempo (Laurent Cantent, 2001) adquiere los pliegues de lo que muestra en pantalla -la puesta en escena se rinde a la sobriedad del guion-, convirtiéndose en una obra de puro activismo donde el carácter asambleario y participativo domina una primera hora de gran valor didáctico. En un ejercicio de sincero e inteligente cine social, 120 pulsaciones por minuto dinamita la habitual mirada reduccionista hacia la causa sobre el SIDA a través de su transparencia y de su vocación de dar voz sin matices, mostrando cómo en Act Up! tenían cabida desde jóvenes infectados de VIH a madres que luchaban por sus hijos o amigos que solo querían ayudar.
Entre la cuenta atrás para los más afectados y la ausencia absoluta de respuestas, Robin Campillo trata de personalizar este drama gracias a una relación de amor surgida en el seno del grupo activista -excelentes Nahuel Pérez Biscayart y Arnaud Valois-. Será a través de su devenir, cómo 120 pulsación por minuto transitará hacia su vertiente más emocional, buscando transmitir el miedo que debían de respirar sus personajes, pero sin olvidar que cada segundo debería de ser una celebración de la propia existencia. Eso sí, se queda a medias en sus pretensiones en este segundo tramo, dejándonos demasiado fríos, quizá incluso ajenos a todo lo que nos buscaba hacer sentir.
Antonio Cabello Ruíz-Burruecos