1945 (2017): hasta que llegó el silencio
Nota: 8,5
Dirección: Ferenc Török
Guion: Gábor T. Szántó, Ferenc Török
Reparto: Péter Rudolf, Tamás Szabó Kimmel, Dóra Sztarenki, Bence Tasnádi, Ági Szirtes, József Szarvas, Eszter Nagy-Kálózy
Fotografía: Elemér Ragályi
Duración: 91 Min.
Algunos espectadores se quejan amargamente de que, a día de hoy, se sigan produciendo películas en torno al holocausto judío, como si se tratara de un tema obsoleto ¿Acaso el recuerdo de un genocidio debería caducar? Detrás de cada víctima hay una historia que relatar y un sentimiento humano que expresar. A aquellos que encuentren reiteración en películas como 1945 les invitaría a pensárselo dos veces. Si esto no funcionara, les propondría identificar en las imágenes de esta película una serie de comportamientos humanos dignos de ser explorados y perfectamente extrapolables a conflictos cuyo recuerdo sí consideren oportuno.
En este film, el prestigioso Ferenc Török realiza un estudio sobre los diferentes disfraces de la culpa, sobre el poder de la codicia, sobre la vida propia que tiene la concienca y sobre la cobardía del que, sin mancharse las manos, se beneficia de las miserias ajenas. Los habitantes de un pueblo húngaro viven una buena vida tras haber colaborado en la expulsión y el cautiverio de sus vecinos judíos. Al terminar la segunda guerra mundial, dos semitas irrumpen en sus dominios con un baúl de contenido incierto. Los caciques del lugar temen que hayan sido enviados por aquellos a quienes despojaron de sus posesiones y de sus vidas al estallar el conflicto. Mientras tanto, dos jóvenes están a punto de celebrar un matrimonio de conveniencia que perpetuará los vicios de un pueblo próspero por fuera y podrido por dentro. Un día de celebración se tiñe de la oscuridad de un pasado sucio.
Como si de un homenaje a Griffith se tratara, el director emplea el recurso de las narraciones paralelas y el «salvamento en el último minuto» para generar una tensión narrativa omnipresente a lo largo de todo el metraje: por un lado, dos misteriosos personajes se apean de un tren y emprenden a pie el recorrido desde la estación hasta el centro del pueblo; durante ese trayecto, las noticias llegan a oídos de aquellos que prosperaron con la llegada de los nazis a Hungría y que tras la derrota de Hitler temen un ajuste de cuentas.
Una acción marca la cuenta atrás que incrementa la tensión en la narración principal. A medida que transcurren los minutos, los recuerdos enterrados por la vergüenza y el egoísmo salen a la luz, alumbrando la oscuridad argumental en la que deambulaba el espectador hasta bien avanzado el primer tercio de metraje. La maniobra de Török no es novedosa pero su ejecución es magistral en la gestión del tempo y en una puesta en escena que domina los espacios, descarga de trabajo a la mesa de edición y aprovecha la profundidad de campo para enlazar los diferentes entramados de sus múltiples personajes.
Cómo guionistas de un film de 90 minutos, Gabor T. Szántó y Ferenc Török demuestran una portentosa capacidad de síntesis al insinuar el pasado de los numerosos habitantes del pueblo. El espectador se encarga de llenar los espacios en blanco de unas biografías que huelen a traición. Asimismo, las páginas del libreto contienen una gran cantidad de acontecimientos que transcurren con fluidez y encajan a la perfección en una estructura circular que cierra con la elegancia de los grandes narradores.
En un blanco y negro que nos traslada a una época del pasado, el director se permite el lujo de homenajear en su primera secuencia la incertidumbre y parsimonia del inicio de Hasta que llegó su hora (C’era una volta il west, Sergio Leone, 1968) y la atmósfera enrarecida de Conspiración de silencio (Bad Day at Black Rock, John Sturges, 1955), ambos clásicos del cine norteamericano que arrancan en una estación ferroviaria y exponen la llegada de un «extraño» a un lugar donde no es bien recibido. Como se puede comprobar, 1945 tiene lugar en Hungría, pero podría haber sucedido en cualquier parte del mundo. El holocausto también (Rusia, Camboya, Unión Soviética…).
Carlos Fernández Castro