El amor y la muerte. Historia de Enrique Granados (2018)
Nota: 7,5
Dirección: Arantxa Aguirre
Guión: Arantxa Aguirre
Reparto: documental, Rosa Torres Pardo, Evgeny Kissin, José Manuel Cañizares, Miguel Arcángel Rivera, Rocío Márquez, Nancy Fabiola Herrera,
Fotografía: José Luis López-Linares
Duración: 77 Min.
Hacer cine documental cuando se carece de imágenes que testimonien la realidad puede parecer un sinsentido. Mucho más si se trata de un documental histórico sobre un personaje público, como es el caso del compositor y pianista Enrique Granados (1867-1916) al que se dedica El amor y la muerte, título de una de las Goyescas del músico leridano. Pero esto es muy posible en el, más justamente, llamado cine de no ficción, porque prevalece la mirada actual y la película busca antes profundizar en la personalidad artística y la estética de la obra del músico antes que en sus avatares biográficos.
De hecho, la directora Arantxa Aguirre –una de nuestras cineastas con mayor sensibilidad para la música— en Una rosa para Soler (2014) hace una aproximación similar a la obra de otro compositor, el padre Antonio Soler (1729-1783), con un espléndido resultado. También Aguirre ha cinematografiado por otras vías la música, en dos películas documentales donde melodías y ritmos se visualizan a través de la danza: El esfuerzo y el ánimo (2009), uno de sus mejores trabajos, y Dancing Beethoven (2016), que ha conocido una difusión internacional más que notable. En otra clave está su primer largometraje, Hécuba, un sueño de pasión (2006) una indagación sobre el oficio de interpretación con entrevistas a actrices y actores que se acompañó de un libro.
Como digo, sin apenas disponer de imágenes cinéticas de archivo y valiéndose de pocas imágenes fijas, El amor y la muerte es capaz de trazar con pulso firme un recorrido por la vida y la música de Enrique Granados. Los sucesos del pasado se evocan mediante sencillas y muy elocuentes animaciones a partir de fotografías o dibujos que adquieren inesperada expresividad gracias a la banda sonora (no siempre necesariamente musical, también hay textos en off y ruidos ambientales). Pero la película adquiere aún más entidad cuando se deja de lado la biografía del compositor y nos adentra en su obra, con explicaciones que ayudan a comprenderla mejor y, sobre todo, con interpretaciones en vivo como si fueran ensayos que nos hacen presente el alma del artista a través del piano o las voces.
Al final, creo que esta película de no ficción habría que encuadrarla dentro de la categoría de ensayo musical. No es un concierto, ni siquiera fragmentario, ni tampoco exactamente una biografía de un músico aderezada con sus piezas. Es una puesta en escena de esa música para admirar su delicadeza, conocer a su autor y hacernos vibrar con sus evocaciones de un país y sus tradiciones. Un planteamiento original que también se dirige al melómano que todos llevamos dentro, más o menos visible.
José Luis Sánchez Noriega