El tercer asesinato (Sando-me no satsujin, 2017)
Nota: 7
Dirección: Hirokazu Koreeda
Guión: Hirokazu Koreeda
Reparto: Masaharu Fukuyama, Koji Yakusho, Suzu Hirose, Yuki Saito
Fotografía: Mikiya Takimoto
Duración: 124 Min.
En el universo de los conceptos, la verdad ostenta la misma categoría que la mentira. Pero este equilibrio desaparece cuando entramos en la jurisdicción de la moral. Sin embargo, existe un tercer escenario en el que la verdad y la mentira entran en contacto con el ser humano y las certezas se convierten en dudas razonables. De esta manera y sin abandonar sus temas predilectos Hirokazu Koreeda se embarca en un thriller que relativiza estos conceptos absolutos intercambiando sus epítetos habituales.
En su primera secuencia, asistimos a un asesinato en el que no se oculta la identidad del autor. Una maniobra tradicionalmente hitchcockiana que encuentra en manos del japonés un enfoque diferente. A partir de ese momento se activa una investigación en la que el acusado boicotea permanentemente las pesquisas de su defensor. Koreeda propone sucesivas reinterpretaciones de las primeras imágenes del film y apuesta por el desconcierto, invitándonos a adoptar el punto de vista del abogado y a adivinar las motivaciones de un sospechoso que no solo reconoce su delito sino que cambia constantemente su versión de los hechos. La cuestión no es tanto quién lo ha cometido sino por qué su responsable varía la confesión.
Sostenida sobre numerosos giros de guión y una fotografía de tonos apagados, la primera mitad de El tercer asesinato apuesta por la construcción de una atmósfera sosegada y por sentar las bases (profundización en los personajes, análisis de relaciones familiares, entrevistas entre el letrado y el recluso) de un segundo bloque en el que la dirección de Koreeda se apodera definitivamente de la narración y nos depara secuencias de una formidable intensidad. Asistimos entonces a la exhibición de un director que, renunciando al artificio, muestra un amplio catálogo de recursos estilísticos.
Con tan solo dos rostros el director de Nadie sabe es capaz de tensar el dramatismo de la narración hasta límites insospechados; en ocasiones optando por planos largos cuya sencilla y genial planificacion marca la diferencia, en ocasiones a través del certero uso del plano contraplano y de las posibilidades que ofrece la iluminación en los diferentes espacios de un mismo encuadre. Asimismo, el japonés marca perfectamente los tiempos de su narración, si bien se echan en falta más cambios de rasante la primera mitad del recorrido.
A partir del ecuador argumental, el guión asume esos riesgos que escaseaban en el tramo inicial y rompe su inercia lineal. Sin embargo, recurre a puntos de inflexión que posteriormente caen en el olvido por necesidades argumentales. Se trata de licencias narrativas que no llegan a alterar el delicado equilibrio de un film judicial que se sostiene más en la mentira que en la verdad y en explicaciones que complacen a la ley cinematografica pero que jamás convencerían a la ley real.
Como telón de fondo, el eterno dilema sobre la justificacion de los medios a través del fin. En manos de Koreeda, la relatividad no solo se apodera de los misterios que rodean El tercer asesinato sino de la validez de la ley para juzgar cuestiones morales. Dos universos entran en contacto y se confunden en la oscuridad de la noche. A partir de ese momento la verdad deja de importar y el espectador se entrega al talento de un trilero de guante blanco.
Carlos Fernández Castro