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Enemy (2013)

Nota: 7

Dirección: Denis Villeneuve

Guión: Javier Gullón (Novela: José Saramago)

Reparto: Jake Gyllenhaal, Mélanie Laurent, Sarah Gordon, Isabella Rossellini, Jane Moffat

Fotografía: Nicolas Bolduc

Duración: 90 Min.

En ocasiones, la línea que separa la comedia del drama es tan confusa, que solo un gran director es capaz de desafiar sus límites con garantía de éxito. Y es que «Enemy» es un atípico thriller psicológico, que merodea peligrosamente la jurisdicción del esperpento, debido a su arriesgada propuesta narrativa. A lo largo del metraje, Denis Villeneuve se asoma al precipicio en diversas ocasiones, pero su enorme talento le salva de caer en ese abismo que habitualmente destroza carreras en un abrir y cerrar de ojos. Además de tener mucho talento, el cineasta canadiense ha demostrado ser temerario como pocos, y tener una personalidad a prueba de imposiciones comerciales.

Teniendo en cuenta la dificultad del reto, podríamos decir que Villeneuve ha salido reforzado de su primera incursión en el thriller metafísico. Y todo ello, a pesar de que «Enemy» pertenece a ese tipo de obras cuya transición del lenguaje literario al cinematográfico, es necesariamente traumática. Su dominio de la puesta en escena, y la magnífica construcción de la atmósfera que exige el texto de Saramago, cortesía del magnífico fotógrafo Nicolas Bolduc y de un efectivo empleo del sonido, no han obrado el milagro pero sí han evitado el descalabro artístico que muchos preveían. Y es que la novela en la que se basa el guión de este film, rechaza por sistema su adaptación a la gran pantalla, lo cual añade más mérito al titánico esfuerzo del cineasta canadiense.

Desde la primera secuencia del film, Villeneuve persigue la construcción de un contexto inquietante, y advierte al espectador sobre la naturaleza conceptual de las imágenes que va a presenciar. A partir de ese momento, el director pacta una tregua que sólo va a romper en contadas ocasiones, para sumergirnos progresivamente en la laberíntica mente de su protagonista. La interpretación de «Enemy» no es una labor sencilla, incluso podríamos afirmar que se trata de una película que transmite sensaciones en lugar de ideas tangibles. En ocasiones, se percibe claramente la incapacidad del director para traducir en imágenes todo lo que sugieren las líneas del escritor portugués. Posiblemente, el peaje que hay que pagar por afrontar semejante desafío.

Sin embargo, las pequeñas lagunas narrativas contenidas en «Enemy», son compensadas por la intensidad de sus planos. En muchos momentos, Denis Villeneuve se disfraza del mejor David Lynch para empujar al espectador al desconcierto, y a un estado de ánimo insano. Los dos personajes protagonistas, interpretados por el siempre creíble Jake Gyllenhaal, parecen representar las dos caras de la misma moneda, la dicotomía que encierra todo ser humano, la imposibilidad de armonizar las diferentes versiones de nosotros mismos, que guardamos en nuestro interior. En definitiva, un círculo vicioso cuya fuerza de gravedad es difícil de ignorar. ¿Qué harías si de repente averiguaras que tienes un doble con tu mismo rostro, pero con una vida diferente?

Denis Villeneuve se erige en uno de los directores más interesantes del panorama cinematográfico actual. Con cada nuevo trabajo, asistimos a una nueva entrega de su tendencia a escarbar en los rincones más oscuros del alma humana. En esta ocasión, se aleja voluntariamente de su zona de comfort, razón por la que «Enemy» es incómoda y difícil de manejar. Sin embargo, contiene grandes momentos de cine, sorprende con cada giro de guión, y mantiene un elevado nivel de intensidad a lo largo de su metraje. Estamos ante el clásico caso de película que gusta a pesar de sus defectos, o enoja a causa de ellos, y sólo el tiempo nos dirá si el canadiense es un visionario o un insensato.

Carlos Fernández Castro

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