La chica desconocida (La Fille Inconnu) (2016)
Nota: 8,5
Dirección: Hermanos Dardenne
Guión: Hermanos Dardenne
Reparto: Adèle Haenel, Jérémy Renier, Olivier Gourmet, Thomas Doret, Fabrizio Rongione
Fotografía: Alain Marcoen
Duración: 113 Min.
El ser humano es un animal racional. Sin embargo, dicho raciocinio no es tanto una garantía en su comportamiento como una capacidad que no todo individuo está dispuesto a desarrollar. Por esa misma razón, nuestra sociedad necesita de la ley y de la educación para erradicar determinadas anomalías impropias de un mundo civilizado. Sin ir más lejos existen hombres que, abandonados a su codicia (proxenetas) y a sus instintos más primarios (sus clientes), llegan a sentirse en el derecho de poseer el cuerpo de una mujer, generalmente indocumentada, indefensa y sin más posibilidades que la de prostituirse.
Haciendo pleno uso de su conciencia social y de su inagotable talento, los hermanos Dardenne han filmado una denuncia en favor de todas esas inmigrantes que llegan a un país bajo promesas paradisiacas y acaban viviendo realidades infernales. En esta ocasión se decantan por un planteamiento y un desarrollo en clave de thriller que, si bien condicionan el tono de la película, en ningún momento silencian su vidente mensaje social. Antes de fallecer misteriosamente, una mujer llama a la puerta de la consulta privada de Jenny Davin. Sin saber de quién se trata y al estar fuera de su horario laboral, la médico decide ignorar el sonido del timbre. Al día siguiente la policía le informa de la muerte de una indocumentada en circunstancias extrañas y solicita la grabación de su cámara de seguridad. Tras visionar el material filmado, los agentes confirman que se trata de la misma persona cuyo cadáver ha sido encontrado a la orilla de un río cercano.
Justo antes de este suceso y de que la protagonista emprenda una investigación para clarificar las circunstancias del caso, los Dardenne ya han construido a su personaje principal mediante unas pinceladas previas y aparentemente intrascendentes que perfilan sus fuertes convicciones y su indomable personalidad. Asimismo, diseñan un motor infalible para arrancar la investigación: el sentimiento de culpa provocado por haber ignorado voluntariamente el sonido del timbre. A través de sus planos largos y con la cámara al hombro, los Dardenne (per)siguen a esta heroína social que, al igual que la protagonista de su anterior film, choca insistentemente contra los muros de una sociedad egoísta y contra las vergüenzas inconfesables de unos ciudadanos tan «respetables» como poco respetuosos.
Como si quisieran tender un puente entre su filmografía pasada y la presente, los belgas construyen una película que dialoga simultáneamente con La promesa (1996) y la reciente Dos días una noche (2014). Además de ciertos actores muy presentes a lo largo de toda su filmografía (Olivier Gourmet, Fabrizio Rongione, Jeremy Renier), La chica desconocida comparte el género (thriller) y el detonante (la muerte de un inmigrante) de la primera, así como el carácter episódico e inconformista de su penúltima película. De alguna manera, el espíritu de justicia y de lucha de aquellos personajes confluyen en la médico interpretada por una inspiradísima Adèle Haenel.
Reafirmando las señas de identidad de su estilo, los Dardenne filman una secuencia de acción en el interior de un coche a través del primer plano lateral de la protagonista. Sin más recursos que una dinámica puesta en escena y la gestión del fuera de campo, los hermanos generan la tensión necesaria para elevar el film a un nuevo escenario argumental. Del mismo modo, recurren al rostro iracundo de Haenel para empoderar a su personaje en un enfrentamiento que, sin deslumbrar por su factura técnica, impacta por sus contundentes efectos dramáticos y su atmósfera de violencia contenida.
Como es habitual en su cine, las imágenes desprenden autenticidad, los personajes pertenecen al mundo real y las situaciones que filman podrían formar parte de la vida de cualquier persona normal. Al igual que la testaruda Jenny Davin, los Dardenne insisten en recordarnos que nosotros también podemos ser los héroes de proezas tan admirables como la educación de un chico en la igualdad entre hombre y mujer. Después de ver La chica desconocida, el sonido de un timbre (insistente a lo largo del metraje) apelará a nuestro sentido de la responsabilidad y nos recordará que, por el mero hecho de cerrar los ojos, la realidad no deja de existir.
Carlos Fernández Castro