Lady Macbeth (2016): la libertad tenía un precio
Nota: 7
Dirección: William Oldroyd
Guión: Alice Birch (Novela: Nikolai Leskov)
Reparto: Florence Pugh, Christopher Fairbank, Cosmo Jarvis, Naomi Acki, Bill Fellows
Fotografía: Ari Wegner
Duración: 89 Min.
Al leer la página de sucesos de un periódico deberíamos recordar que toda reacción es consecuencia de una acción, en lugar de echarnos las manos a la cabeza y aceptar con resignación esa cuota de maldad que mágicamente asignamos a la vida. Aunque solo sea por el nombre que incluye su título, huelga decir que Lady Macbeth acaba como el rosario de la aurora. Pero sería un error juzgar a sus personajes sin retroceder en la cadena de acontecimientos, hasta llegar al punto de partida, que posibilita el trágico desenlace de este film.
En sus primeras secuencias observamos la llegada de Katherine a la casa del que será su marido. Se trata de un matrimonio (literalmente) comprado. Al igual que otras mujeres en la Inglaterra del S. XIX, la protagonista alcanza la adolescencia sin el derecho a escribir su propio destino. En una de estas imágenes, la joven ocupa el centro del plano como si algo le impidiera abandonar los muros de una prisión invisible: en una postura rígida y sumisa, espera sentada en un sillón la llegada de su marido, sin más derechos ni obligaciones que los de estar a su entera disposición.
Pero esta falta de libertad no sólo se aprecia en el asfixiante y simétrico plano anteriormente mencionado, sino también en el comportamiento de su cónyuge nada más conocerla y en el estricto código de conducta que se le exige: no salir al exterior, levantarse a una hora concreta, satisfacer las necesidades sexuales de su esposo y soportar las impertinencias de un suegro déspota y manipulador. Durante los días siguientes, la vida transcurre conforme a una rutina que no contempla la posibilidad de la improvisación, tal y como se refleja en una serie de planos que se repiten a modo de ritual.
Pero a medida que transcurren los minutos, el carácter y el orgullo que se vislumbraban en la mirada de la protagonista desde el inicio del film, empiezan a desafiar la monotonía de su existencia. Porque de esto trata Lady Macbeth, del valor de la libertad en general y de la sumisión que ha sufrido la mujer a lo largo de la historia en particular. La rebelión de Katherine se traduce en una aventura (su definitiva liberación sexual) que no solo implica la recuperación de su propia voluntad sino también la de su condición de mujer. En contraposición a su marido, el joven con el que inicia esta nueva relación es de clase baja, de aspecto rural y apuesto.
Entre la libertad y el cautiverio, entre los exteriores y los interiores, y entre el amor y el odio vascula la tensión argumental de Lady Macbeth, hasta el punto de transformar la intensidad inicial en una sensación de dèja vu a causa de su esquema repetitivo. Sin embargo, la realización de William Oldroyd es lo suficientemente musculosa como para mantener el dramatismo de esta lucha sin cuartel y responder a una sencilla pregunta: : ¿qué ocurre cuando le arrebatas a una persona su bien más preciado? La conclusión es que probablemente quiera recuperarlo a cualquier precio. Y nadie podrá criticar lo que haga para ello.
Carlos Fernández Castro