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Olvídate de Mi (Eternal Sunshine of the Spotless Mind) (2004)

Nota: 8,5

Dirección: Michel Gondry

Guión: Charlie Kauffman

Reparto: Jim Carrey, Kate Winslet, Elijah Wood, Mark Ruffalo, Tom Wilkinson

Fotografía: Ellen Kuras

EN BREVES PALABRAS (para los impacientes…)

“Olvídate de Mi” es una película extraña de principio a fin; no responde a una estructura narrativa tradicional ni transmite su mensaje de una manera convencional. Los artífices de esta obra, Michel Gondry (director) y Charlie Kauffman (guionista), ya habían dado muestras de su peculiar forma de ver el mundo en “Human Nature”, pero fue con ésta segunda colaboración cuando verdaderamente lograron romper los esquemas de la narrativa cinematográfica, con resultados inesperadamente positivos. En realidad, no se trata más que de una historia de desamor, en la que los sentimientos que experimentan sus personajes son expresados a través de imágenes que no responden a la realidad, más bien al mundo del subconsciente; como consecuencia de ello y gracias al buen hacer de Gondry en el aspecto visual, son transmitidos con una intensidad inusual.

SI QUIEREN PROFUNDIZAR…

Respecto al argumento: Joel (Jim Carrey) lleva una existencia anodina desde que su novia le dejó; de casa al trabajo y del trabajo a casa. Un día decide no ir a trabajar y se coge el tren dirección a un lugar al azar. Allí conoce a Clementine (Kate Winslet), una joven con la que entabla una conversación en el tren de vuelta. A partir de ahí, comienzan una relación que desembocará en desastre. Joel no consigue quitarse de la cabeza a Clementine y decide acudir a una empresa que garantiza borrarte de la memoria todos los recuerdos que tengas de una persona…

Esta película es indudablemente la mejor muestra del talento de Michel Gondry, ya que el resto de su filmografía carece de la fuerza y expresividad que caracteriza a esta obra. Es cierto que parte del mérito corresponde al texto de Charlie Kauffman, pero no olvidemos que un guión puede indicar situaciones o líneas de diálogo que los actores declamarán más o menos literalmente, pero lo que no muestra es algo cuya única responsabilidad corresponde al director: como traducir ese texto, y sobre todo esas situaciones, a la gran pantalla. En este apartado es en el que el director francés deslumbra al espectador y consigue transmitirle toda esa batería de sensaciones; y no solo me refiero a las imágenes que idea para mostrar el mundo onírico o subconsciente de Joel, cuya expresividad es portentosa, sino también a la forma en que concibe los planos que narran lo que sucede en el mundo real, logrando expresar, de igual modo, el estado de ánimo del protagonista, y consiguiendo un equilibrio entre ambos.

Y no, no se trata de una película de Jim Carrey, como suele suceder con casi todo proyecto en que éste interviene, sino de una película de Gondry y Kauffman. El actor americano era consciente de estar participando en algo diferente, en una obra de autor, en una película que haría que su trabajo trascendiera mas allá de sus habituales vehículos de lucimiento personal, con inminente fecha de caducidad; se deja dirigir por Gondry, tal y como accediera en su momento con Milos Forman (Man on the Moon), y el resultado es inmejorable, porque no olvidemos que, en el fondo, estamos ante un actor con mucho talento. Pero también podemos disfrutar en este film de excelentes interpretaciones de Kate Winslet (Criaturas Celestiales, Revolutionary Road) y, en menor medida, Tom Wilkinson (En la Habitación), Elijah Wood (El señor de los Anillos), Mark Ruffalo (Los Chicos están Bien, Mi Vida sin Mi) y Kisten Dunst (Entrevista con el Vampiro, Maria Antonieta).

Siempre recordaré a Joel intentando desesperadamente frenar la desaparición de todos sus recuerdos con Clementine, porque, después de todo, todos nuestros recuerdos pasan a formar parte de nuestras personas; los buenos y los malos; son reminiscencias de todo aquello por lo que hemos pasado y van moldeando nuestra personalidad a lo largo de los años; perderlos sería perder una parte de nosotros, enseñanzas que hemos ido aprendiendo y personas o situaciones que nos han marcado. Para bien o para mal, nunca olvidaré «Olvídate de mi».

Carlos Fernández Castro

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