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Un día más con vida (2017): Kapuscinski y el periodismo

Poster Un día más con vidaNota: 7

Dirección: Raúl de la Fuente, Damian Nenow

Guión: Raúl de la Fuente, Niall Johnson, Amaia Remírez, David Weber (Novela: Ryszard Kapuściński)

Reparto: Animación

Fotografía: Animación

Duración: 82 Min

Películas como Un día más con vida demuestran que la denuncia de una realidad puede acometerse mediante géneros distintos al documental. En el imaginario colectivo, la animación sigue siendo un tipo de cine que suele rimar con ficción, fantasía y entretenimientos pueriles. Sin embargo, también es capaz de ofrecer un sinfín de posibilidades a la hora de retratar el mundo en que vivimos, entre las que se encuentran su capacidad de rebasar la expresividad de la imagen real y aportar una perspectiva única sobre cualquier objeto de estudio.

En esta ocasión, Raúl de la Fuente y Damian Nenow han recurrido a una combinación poco habitual: mezclar animación y documental para fusionar lo mejor de ambos universos y, de esta manera, trasladar a la gran pantalla las palabras de Ryszard Kapuscinski. La maniobra es inteligente, puesto que la parte de imagen real está compuesta por los testimonios de tres personas que acompañaron al periodista polaco durante su cobertura de la guerra de independencia de Angola, respaldando así las liciencias dramáticas y estéticas del resto del metraje.

Un día más con vida

Podrían haber filmado una película de acción real, pensarán algunos. Pero el resultado final demuestra lo contrario: en varias ocasiones, la gestión cromática y la materializacion del universo mental de Kapuscinski transmiten esa sensibilidad inalcanzable para las cámaras convencionales. Del mismo modo, las escenas de acción adquieren un tono pesadillesco que sintoniza a la perfección con el conflicto bélico en el que transcurre gran parte del argumento.

Y es esta excesiva confianza en la potencia visual de la rotoscopia el principal problema de Un día más con vida. Tal vez, en su búsqueda de un mayor alcance comercial, la reflexión pierde foco frente al espectáculo visual. No obstante, la película consigue plantear sus preocupaciones éticas con la suficiente solidez como para provocar un debate entre el deber deontológico del periodista y su responsabilidad como ser humano. Además de reivindicar una profesión en horas bajas que actualmente carece de independencia y parece haber aceptado las palabras de Kapuscinski: «Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante«.

Carlos Fernández Castro

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