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La Caza (Jagten) (2012)

Nota: 8

Dirección: Thomas Vinterberg

Guión: Thomas Vinterberg, Tobias Lindholm

Reparto: Mads Mikkelsen, Alexandra Rapaport, Thomas Bo Larsen, Annita Wederkkopp, Anne Louise Hassing

Fotografía: Charlote Bruus Christensen

Duración: 111 Min.

Después de varios años sin atraer la atención de los medios, Thomas Vinterberg vuelve al candelero con una película tan polémica como necesaria. Si en su momento cosechó los elogios de toda la prensa especializada gracias a «Celebración», obra ejecutada bajo los parámetros marcados por el Dogma 95 de Lars von Trier, ahora vuelve a lograrlo con una película menos sensacionalista en cuanto a su forma, pero mucho más trascendente en contenido. Porque «La Caza» es una película fundamental tanto desde el punto de vista cinematográfico como desde el punto de vista social y humano.

La última obra del director danés aborda un tema tan delicado y escabroso como la pederastia; y en honor a la verdad, hay que reconocer la sensibilidad y el acierto que se echaban en falta en propuestas anteriores. No cabe la menor duda de que esta película, en manos de más de un director español, hubiera destilado sensacionalismo y populismo en cada uno de sus fotogramas. Lamentablemente, sociedades como la danesa están muy por delante de la nuestra en cuanto al tratamiento de problemáticas sociales, y el cine es una buena muestra de ello. En nuestro país, el protagonista hubiera sido probablemente culpable, y la afición al linchamiento público del pueblo español hubiera encontrado una canalización inmejorable en la pluma del hipotético guionista de turno.

Pero los países nórdicos son mucho más prácticos y eficientes que los latinos a la hora de afrontar problemas, o ejercer la autorcrítica respecto a la no resolución de los mismos. En este film, el personaje interpretado por Mads Mikkelsen (Valhalla Rising, A Royal Affair) es inocente a los ojos del espectador desde el primer momento; de este modo, nos sentimos identificados inmediatamente con él, y tenemos la ocasión de comprobar las nefastas consecuencias que acarrean los juicios populares y la presunción de culpabilidad. Podríamos hacer una lectura sencilla de este suceso, pero sospecho que las intenciones de Vinterberg van más allá de abordar el tema de los abusos sexuales a menores.

Hemos construido una sociedad en la que un rumor adquiere instantáneamente el valor de noticia contrastada; una sociedad en la que no nos molestamos en averiguar la verdad, si el suceso inventado es lo suficientemente atractivo como para monopolizar conversaciones de bar, incrementar la venta de ejemplares de prensa, o contaminar el silencio con manipuladas tertulias de radio; una sociedad que confunde realidad y ficción, y es capaz de aplicar de forma ilegítima los sabios consejos cinematográficos de John Ford: entre la realidad y la leyenda (en este caso, el rumor), imprime la leyenda.

A pesar de lo delicado del tema, Thomas Vinterberg no tiene problemas a la hora de tratar la pederastia; es más, lo hace de una manera sutil e inteligente, evitando las obviedades y el mal gusto, pero no por ello dejando de perseguir el impacto y la toma de conciencia por parte del espectador. En este sentido, resulta admirable el planteamiento con el que arranca el film: un protagonista que vive en un pueblo idílico situado en algún lugar de Dinamarca, divorciado y con un hijo al que quiere, y dedicado a una profesión por la que siente una profunda vocación. De repente, una acusación falsa empieza a resquebrajar su apacible existencia, convirtiéndola en una pesadilla que no parece tener solución.

Vinterberg maneja el ritmo narrativo con maestría, dosificando e incrementando los momentos de tensión según avanza el metraje. En ningún momento recurre a baratos golpes de efecto que echen por tierra la credibilidad del conjunto; tan solo emplea la vida real para reclamar el interés del espectador; y créanme, es más que suficiente. Pero nada hubiera sido igual sin la interpretación de Mads Mikkelsen, actor danés que con cada trabajo demuestra que está llamado a ser uno de los grandes; le habíamos visto en papeles fríos y de tipos duros, pero en «La Caza» destapa el tarro de las esencias y demuestra una amplia gama de recursos desconocidos hasta el momento, imprimiendo a su personaje una veracidad conmovedora.

«La Caza» es una película que funciona a más niveles de los que pueda parecer a primera vista. Thomas Vinterberg es consciente de que las relaciones entre niños y adultos no viven su mejor momento, y realiza una película que invita al replanteamiento de determinadas cuestiones; es necesario perseguir delitos tan monstruosos como la pederastia, pero hay que hacerlo desde el sentido común y  la justicia. Hemos llegado a un punto en que se empieza a ver con malos ojos el contacto físico entre niños y adultos, algo inherente a la naturaleza humana; en que la verdad pierde interés en favor del rumor si no es lo suficientemente llamativa. El director danés expone esta preocupación en una de las secuencias más estremecedoras de los últimos tiempos: un adulto y un niño se abrazan; jamás algo tan natural debería ser observado como un momento de alta tensión. Houston, tenemos un problema.

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Carlos Fernández Castro

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