Mad Max: Furia en la Carretera (Mad Max: Fury Road) (2015)
Nota: 7
Dirección: George Miller
Guión: George Miller, Nick Lathouris, Brendan McCarthy
Reparto: Charlize Theron, Tom Hardy, Nicholas Hoult, HUgh Keays–Byrne, Zöe Kravitz, Angus Sampson
Fotografía: John Seale
Duración: 120 Min.
Cuando vayan a ver ‘Mad Max: Fury Road’, no busquen el eco de las dos primeras partes de esta famosa saga. Tampoco esperen una decepción semejante a la que supuso ‘Mad Max, más allá de la cúpula del trueno’. El nuevo y hormonado juguetito de George Miller contiene toda la testosterona de la que carecían sus inocentes ‘Babe el Cerdito Valiente’ y los pingüinos de ‘Happy Feet’, hace gala de un presupuesto por el que el propio director hubiera matado a finales de los años 70, y cambia las reglas de las tres primeras entregas.
Contrariamente a lo que cabría esperar, la película no está protagonizada por Max. Ni siquiera está protagonizada por un personaje masculino. En pleno S. XXI, Charlize Theron se hace con el testigo que Tom Hardy hubiera deseado heredar del misógino Mel Gibson. En un acto de reivindicación sin precedentes, George Miller confirma lo que tanto Angelina Jolie como el resto de espectadores sabíamos: una mujer puede cargar sobre sus hombros una cinta de acción y liberar a la humanidad de una tiranía ejercida por hombres.
Aunque parezca que el guionista de ‘Mad Max: Fury Road’ fue despedido el primer día de rodaje, hay ciertos detalles que demuestran lo contrario. Desde el primer momento, Miller exhibe sus cartas. Frente a un Max sometido a las fuerzas del mal, Furiosa se erige en el personaje clave de la narración. La pasividad del supuesto protagonista es compensada por la inteligencia, el carisma, y el coraje de una mujer que se rebela contra el poder establecido, personificado en un macho alfa tan despreciable como terrorífico, e intenta arrebatarle su estirpe.
Pero más allá de este sorprendente cambio de planes, Miller no deja mucho más espacio para la reflexión en esta desmadrada road-movie. El aire independiente de ‘Mad Max’ y ‘Mad Max 2, el guerrero de la carretera’, que sobrevivía tímidamente en ‘Mad Max, la cúpula del trueno’, es definitivamente desterrado por la opulencia de esta cuarta entrega, que destaca por su excepcional diseño de producción y sus persecuciones de infarto. Todo este despliegue de medios contribuye a una mayor espectacularidad, pero también supone una menor implicación del espectador en el aberrante universo de Max, al no considerarlo un futuro posible.
La excesiva sencillez del argumento es una consecuencia lógica de la permanente sucesión de secuencias de acción, que apenas ofrecen un respiro al espectador e intentan evitar cualquier atisbo de profundización en los personajes y en las situaciones que estos protagonizan. Precisamente cuando el depósito de Miller se queda sin gasolina, la película adopta un cariz mucho más interesante. Cesan las batallas sobre ruedas, y descubrimos que la vida y las motivaciones de Max, Furiosa, y compañía, constituirían el material idóneo para la película que Miller no se ha atrevido a rodar (o no ha querido).
‘Mad Max: Furia en la Carretera’ mantiene una intensidad extrema durante demasiado tiempo, razón por la que su impacto es inferior al que cabría esperar. Pero a pesar su tendencia al exceso, Miller demuestra un talento especial para el cine de acción y nos regala una experiencia que rebosa autenticidad en cada uno de sus planos. Esperemos que el director australiano haya concentrado toda la acción de esta nueva trilogía en ‘Mad Max: furia en la carretera’, de modo que en siguientes entregas podamos disfrutar de lo que debería haber sido una digna continuación de su mítica segunda parte.
Carlos Fernández Castro