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My Brother the Devil (2012)

Nota: 5

Dirección: Sally El Hosaini

Guión: Sally El Hosaini

Reparto: James Floyd, Fady Elsayed, Saïd Taghmaoui, Aymen Hamdouchi, Ashley Bashy

Fotografía: David Raedeker

Duración: 111 Min.

Rash y Mo son dos jóvenes hermanos de origen egipcio que viven con sus padres en un council flat (uno de esos enormes bloques de viviendas municipales) en Hackney, al este de Londres. Es por tanto inevitable que la historia gire en torno a la marginación, la identidad, la adolescencia y la rivalidad fraternal. Como plus, hacia la mitad de la película entra en escena un ‘problema’ más. Se nos juntas demasiadas cosas. Al igual que suele ocurrir en todas las historias en las que los protagonistas son hermanos, Rash y Mo son opuestos (si no llegaría con uno, ¿verdad?). Rashid, el mayor, parece haber ganado la lotería genética que perdió su hermano y por ende disfruta de un cierto estatus en el arrabal. Mo quiere ser alguien. Es cuestión de tiempo que la cosa reviente por algún lado.

My Brother the Devil fue presentada en Sundance 2012, donde ganó el premio a la Mejor Dirección de Fotografía para una película extranjera. La verdad es que se lo merece, solo porque de alguna manera consigue que prácticamente en todas las escenas exteriores diurnas haya lo que parece ser luz, es decir, claridad, cielos despejados, incluso algún rayo de sol. Estamos hablando de Londres. Todos los que hayáis estado por allí arriba alguna vez sabéis que es un fenómeno altamente improbable. Que haga bueno siempre, vaya. Esa luz casi mediterránea contribuye a suavizar el drama que se presenta, pero a mí, secretamente, (lo de ese adverbio es un decir; al menos  hasta el momento en que leáis esto), me decepciona un poco. Mi Inglaterra me gusta grisácea tirando a blanca. Sin sombras.

¿Dramón? Psé. My Brother the Devil es como una versión descafeinada, desnatada y sin azúcar de una película de Ken Loach. No es chocante, siendo en cambio previsible y hasta en ocasiones autocomplaciente, queriendo tener contento a todo el mundo. En el lado positivo: la actuación de James Floyd, en el papel de Rash y lo bien que se siente una por haberse escapado de Inglaterra a tiempo.

Si una película gusta, lo normal es alabar al director; si no gusta, el blanco suele ser el guionista. En este caso, y como ambos son la misma persona, mira qué bien, matamos dos pájaros de un tiro. ¿O un pájaro de un tiro? Ehh… el caso: siendo todo lo objetiva que puedo ser, que es lo mismo que decir ‘voy a decir lo que me dé la gana’, la verdad es que, pese a que como guionista la película se le ha ido de las manos, intentando abarcar demasiados temas de exclusión social, como directora ha hecho un buen ejercicio y creo con toda sinceridad que puede hacer películas más interesantes en el futuro. Si se centra, claro.

Marina Sánchez

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