No (2012)
Nota: 8
Dirección: Pablo Larraín
Guión: Pedro Peirano
Reparto: Gael García Bernal, Alfredo Castro, Luis Gnecco, Antonia Zeegers, Nestor Cantillana
Fotografía: Sergio Armstrong
Duración: 116 Min.
A lo largo de su carrera, Pablo Larraín ha demostrado un enorme compromiso con el pasado más reciente de su país. En ‘No’, el director chileno se sumerge en el «detrás de las cámaras» de un evento que cambió la inercia de la República de Chile, inmersa hasta ese momento en una amarga dictadura. El plebiscito convocado por Pinochet en 1988 consistía en una pregunta cerrada (¿quiere el pueblo chileno que Augusto Pinochet continúe en el presidencia hasta el 11 de marzo de 1997?), cuya respuesta supuso un sorprendente revés para los intereses del general.
Evidentemente, el desenlace de ‘No’ esquiva el suspense y el misterio. Su título anuncia descaradamente la victoria de «los buenos», porque lo que verdaderamente importa es el cómo se logró la victoria y no el quién. Las intenciones de Larraín trascienden la mera recreación de un suceso que, a día de hoy, protagoniza las páginas más recientes de todos los libros de historia. Por un lado, penetra en las tripas de la campaña televisiva a favor del NO, y por el otro, nos invita a interpretar las estrategias empleadas y el funcionamiento de sus mecanismos.
En este cuarto largometraje del director chileno, el impecable thriller político que parece centrar la narración, está supeditado al planteamiento de varias cuestiones universales: ¿qué incidencia tienen la publicidad y el marketing en nuestras decisiones?, ¿somos dueños de nuestro destino? Sus imágenes invitan a responder estas preguntas con un gesto de preocupación y una terrible sensación de vulnerabilidad, así como a distinguir entre el raciocinio y la sugestión como posibles responsables de nuestros pensamientos, tendencias, gustos, y opiniones.
Uno de los instrumentos fundamentales para la articulación de esta propuesta es la figura de René Saavedra, un publicista mejicano interpretado por Gael García Bernal, que no siente como propia la lucha de los chilenos contra el régimen de Pinochet, que no quiere involucrarse en cuestiones políticas, que vive inmerso en sus problemas familiares. Para el protagonista, la campaña a favor del NO es tan solo un trabajo más, carente de cualquier atisbo del romanticismo o el idealismo que embriaga al resto de sus compañeros. Todo ello altera sensiblemente el subtexto del film.
Mas que un personaje, Saavedra (inspirado en algunos de los publicistas que participaron en la mítica campaña) es un brillante recurso narrativo, que los guionistas emplean para transmitir las verdaderas intenciones de esta producción. Tanto el espectador como los líderes del «no» muestran su rechazo inicial a las ideas de Rene en base a sus principios y a la falta de convicción en la victoria. El publicista mejicano prescinde de argumentos como el ansia de libertad, la reivindicación de los derechos fundamentales, la esperanza de vivir en democracia, o la sed de justicia, y recurre a motivaciones mucho menos nobles en las que el impulso emocional somete al raciocinio.
Bajo la apariencia de una película de corte político, encontramos un estudio pormenorizado del comportamiento humano del que se extraen conclusiones terroríficas. Aunque, teniendo en cuenta las circunstancias, Larraín hace gala de un optimismo galopante: la manipulación masiva de la opinión pública desemboca en la desaparición de una dictadura. Pero no siempre corremos la misma suerte, porque, como decía Plauto, homo homini lupus.
Carlos Fernández Castro