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La Última Película (The Last Picture Show) (1971)

Nota:8,5

Dirección: Peter Bogdanovich

Guión: Peter Bognanovich, Larr McMurtry

Reparto: Jeff Bridges, Ben Johnson, Cloris Leachman, Timothy Bottoms, Cybill Shepard, Ellen Burstyn, Randy Quaid

Fotografía: Robert Surtees

EN POCAS PALABRAS (para los impacientes)

Peter Bogdanovich es uno de esos inteligentes directores que brilló en la magnífica década de los ’70 y al cual, inexplicablemente, se le fue apagando poco a poco la chispa de su obvio talento; quizás consumida por un ego enorme que se cebó por la confianza que le daban sus primeros éxitos. La primera de estas mareantes acogidas le llegó en 1971 con su segundo largometraje: » La última película». Considerada todavía por muchos, con mucha razón, como la mejor obra del cineasta newyorkino, se trata de un cuidado filme que rebosa sinceridad y verosimilitud, lo que ayuda a Bogdanovich a crear emociones a través de unos buenos personajes y generar una atmósfera especial que envuelve la pequeña ciudad de Texas donde se desarrolla la historia.

SI QUIEREN PROFUNDIZAR…

Argumento: En el otoño de 1952, en un pueblo de Texas, un joven humilide y trabajador(Timothy Bottoms) empieza su último año de instituto. Junto a Duane(Jeff Bridges) y su novia Jacy(Cybill Sheperd), la monotona vida que llevan todos en el pueblo poco a poco empezará a sufrir situaciones de lo más inesperadas que las cambiarán para siempre.

«The last picture show» está basada en una novela de un escritor tejano llamado Larry Mcmurtry. Para escribir su libro, el autor se inspiró en sus vivencias personales y en la de sus vecinos y amigos de su pueblo natal. Todos los personajes que desfilan en la película existieron realmente. Bogdanovich quería que los mismos tuvieran ese aire auténtico tan característico de la novela y por eso insistió en que el propio McMurtry se ocupase casi por completo del guión. Sin duda, el gran acierto de la película. Gracias al magnífico trabajo del reparto(destacaría sobre la buena labor general las excelentes interpretaciones de las secundarias Burstyn y Leachman) que está apoyado en este buen e inusual guión, la historia da un salto de calidad definitivo. Me creo de verdad que todos y cada uno de ellos vivieron y se sintieron solos en Wichita Falls.

Efectivamente, el guión es extraño simplemente porque su estructura narrativa no se apoya en referencias firmes de relación y temporalidad. Su gran mérito es que esta buscada estructura en vez de diluir la historia, que es lo que suele pasar con guiones poco sólidos, la refuerza: el argumento no pierde, al contrario, gana todavía más; acentúa esa sensación de soledad, estancamiento e incomunicación que sienten todos los personajes e imprime un sentido casi lírico a las situaciones..

El protagonista de la mayoría de ellas es Sonny, un personaje difícil al que Timothy Bottoms encarna con soltura, culminando el trabajo de sus compañeros de reparto; interpreta perfectamente las alteraciones morales que sufre Sonny en su transición hacia la edad adulta y que por tanto, al llevar él gran parte de la potencia dramática, también padece el ritmo narrativo del filme.

Uno de los grandes temas de la película es justo ese, la manera en la que se abandona la adolescencia para llegar a la madurez. Como es de suponer, no es el único asunto que  adquiere interés, al contrario, una de las características más interesantes de la película es su gran variedad temática de subtexto: el ócaso de las salas de cine con la llegada de la televisión, la superación de la muerte, el sexo como liberación y perversión o la crisis de ideales e innovación en la sociedad americana de los 50 se insinúan a lo largo de toda la película pero al mismo tiempo no se insiste demasiado en ellos, dejando que sean los personajes los que lo expresen indirectamente a través de sus conversaciones y actos, tal y como pasa en la vida real.

Ya desde su primera secuencia, también llama poderosamente la atención su fotografía. Aconsejado por el mismísimo Orson Welles, el director decidió filmar «The Last picture show» en blanco y negro. Sin duda hay que apuntarle otro tanto al mítico Orson: el blanco y negro proporciona al filme un aire  melancólico y viejo muy años 50, lo que, junto a una puesta en escena perfectamente estudiada, resulta clave para meterte de lleno en un drama de este tipo.

«La última película» es un ejemplo perfecto de las grandes cosas que hizo aquella generación del Nuevo Hollywood y al verla hoy, pasados ya 40 años, entiendes porque obras de este tipo consiguieron cambiar la industria. Pese a que muchos de ellos han desaparecido del mapa por méritos propios, películas como esta siempre les van a tener reservado un lugar de excepción en la historia del cine.

No quiero terminar la crítica sin una mención especial para Polly Platt, fallecida el pasado 27 de julio. Platt fue la mujer de Bogdanovich durante varios años y a parte de hacerse cargo de la gran escenografía de «La última película», fue una influencia importantísima para el director en sus primeras películas; dicen incluso las malas lenguas que fue ella el cerebro detrás de ésta. Sea así o no, nos deja un legado poco conocido pero significativo como diseñadora, productora y guionista.

Arturo Tena


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