El Reloj Asesino (The Big Clock) (1948)
Nota: 8
Dirección: John Farrow
Guión: Jonathan Latimer (Novela: Kenneth Fearing)
Reparto: Ray Milland, Charles Laughton, Maureen O’Sullivan, George Macready, Rita Johnson, Elsa Lanchester
Fotografía: Daniel L. Fapp, John F. Seitz
Duración: 95 Min.
Sí vas a contar una historia trepidante y repleta de suspense, no te la tomes demasiado en serio. Perfectamente podría tratarse de la premisa con la que John Farrow abordó la realización de «El Reloj Asesino», una película de «serie b» (benditos sean esos bajos presupuestos), cuyo título previene al espectador sobre la extravagante naturaleza de su argumento.
Afortunadamente, no se trata de un reloj que adquiere vida propia y empieza a asesinar indiscriminadamente a todo aquel que encuentra en su camino, sino que más bien hace referencia al arma de un delito. Si bien la película adolece de un arranque diésel, que no falto de interés, en cuanto se desatan las hostilidades el espectador sucumbe a una montaña rusa de emociones e incertidumbres que no dejan lugar al respiro, semejantes a las que experimenta su protagonista.
A medida que transcurre el metraje, ese planteamiento que en los primeros compases del film se antojaba dubitativo, revela su verdadera razón de ser, y se transforma en una justificada preparación para el óptimo desarrollo del segundo y tercer acto. A partir del asesinato sobre el que gira gran parte de la trama argumental, el director pisa el acelerador a fondo, toma el volante con firmeza, y somete al espectador a un recorrido tremendamente sinuoso que no parece esconder secretos para su conductor.
El guión de Jonathan Latimer marca los tiempos con gran naturalidad, lo que facilita el cambio de registro cuando llega el momento oportuno. El personaje protagonizado por un carismático Ray Milland (George Stroud) se encuentra repentinamente en un callejón sin salida, en el que el abandono de su mujer a causa de su excesivo compromiso con el periódico en el que trabaja, se convierte en el menor de sus problemas. La maniobra es magistral: un periodista dedicado a la investigación de crímenes sin resolver debe descubrir el misterio que rodea un asesinato cuyos indicios le incriminan erróneamente como máximo sospechoso.
La película plantea cuestiones muy interesantes y difíciles de resolver: ante semejante situación ¿debería George Stroud facilitar la investigación y confiar en la justicia, o entorpecerla a sabiendas de que las pruebas van a inculparle de un delito que no ha cometido? John Farrow plantea una situación que, a pesar de su aparente efectismo, refleja los rincones más oscuros de una sociedad en la que un hombre poderoso, sobre todo si se trata del dueño de un periódico de gran difusión, puede manipular la realidad a su antojo y comprar la voluntad de cualquier persona.
La engañosa simpleza de «El Reloj Asesino» esconde reflexiones sobre la conciliación de la vida familiar y la vida laboral, y sobre el ejercicio responsable del poder. Sin embargo, no nos encontramos ante una película hecha en serie, sino ante una obra dotada de gran personalidad. Consciente de la trascendencia y profundidad de los temas que trata, el director se toma la licencia de incorporar un buen número de momentos cómicos, que otorgan un tono muy particular a la película y ofrecen una encantadora vía de escape a la tensión acumulada en el último tercio de metraje.
Cine artesanal que contiene un abanico de buenas interpretaciones entre las que destacan las de Ray Miland y el infalible Charles Laughton, sin olvidar un amplio ramillete de secundarios que son manejados con maestría y puestos al servicio de la tensión argumental. No es cine de autor, pero sí cine artesanal, directo, conciso, de ese que raras veces decepciona y hace pasar un buen rato.
Carlos Fernández Castro