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Ensayo de un Crimen (1955)

Poster de Ensayo de un crimenNota: 8,5

Dirección: Luis Buñuel

Guión: Luis Buñuel, Eduardo Ugarte (Novela: Rodolfo Usigli)

Reparto: Ernesto Alonso, Miroslav, Ariadne Welter, Rita Macedo, José María Linares Rivas, Andrea Palma

Fotografía: Agustín Jiménez

Duración: 91 Min.

Tal y como demuestra la mera existencia de Archibaldo del Río, Luis Buñuel tenía un talento especial para construir personajes carismáticos y peculiares. Su encanto natural y exquisitos modales impregnan cada fotograma de ‘Ensayo de un Crimen’, una comedia de estética inmaculada y espíritu negro. Asimismo, el director turolense recurría al surrealismo siempre que encontraba la oportunidad. Y qué mejor pretexto que un retrato de las obsesiones humanas y una exposición sobre la influencia del subconsciente en la toma de decisiones. La mezcla suena extraña, pero el resultado es divertido y encantador.

Archibaldo es un apuesto alfarero de clase media-alta, que ha mantenido su fortuna después de la revolución. Sin embargo, siente la imperiosa necesidad de matar a todas las mujeres bellas que encuentra en su camino, debido a un trauma de infancia que inexplicablemente se convierte en fantasía morbosa: cuando tenía ocho años, su madre le regaló una pequeña caja de música, cuyo accionamiento, según le relató su institutriz, podía provocar la muerte de quién escuchaba su melodía.

La fascinante secuencia inicial, en la que Archibaldo revela y justifica sus deseos más íntimos a una escandalizada monja, se erige en la clave para comprender su comportamiento a lo largo de los flashbacks que integran el film. Buñuel juega con la indefinición de la infancia, ese momento en el que la inocencia convive inexplicablemente con la maldad, y en el que, de manera casi inconsciente, florecen nuestras primeras pulsiones sexuales. Haciendo gala de una admirable capacidad de síntesis, estas imágenes describen la personalidad macabra, morbosa, e ingeniosa del director.

Fotograma de Ensayo de un crimen

Podríamos resumir el argumento de ‘Ensayo de un Crimen’ como la confesión, por parte de su protagonista, de una sucesión de tentativas frustradas de asesinato. Pero en ella no detectamos las costuras de esos guiones que priman la originalidad en detrimento de la fluidez narrativa. Gracias a la naturalidad con la que se desarrollan los acontecimientos, el espectador tiene la sensación de estar siendo guiado por el impulso criminal de un Archibaldo en permanente estado de frustración y castigado por el destino, que a través de la caja de música comprueba la falsedad de esa fantasía infantil que esperaba agazapada en su subconsciente.

Con cada nueva muerte, Buñuel castiga irónicamente el adulterio y la infidelidad, sin olvidar su tormentosa relación con la religión católica: una joven creyente intenta romper un matrimonio, una monja encuentra fortuitamente la muerte al huir de su asesino potencial, una mujer se suicida por amor… Sin lugar a dudas, este cúmulo de «casualidades» sirven para explicar la animadversión del régimen franquista hacia un director que se vio injustamente obligado a desarrollar el grueso de su carrera entre Méjico y Francia.

Incluso en sus obras más divertidas, Luis Buñuel cuestionaba el orden establecido y compartía sus inquietudes más existenciales. ‘Ensayo de un Crimen’ aprovecha su condición de comedia negra para realizar un fascinante análisis de la culpabilidad, que sería magníficamente complementado por el ‘Minority Report’ de Steven Spielberg, en el que la unidad de «pre-crimen» del cuerpo de policía detiene a los asesinos antes de cometer su delito. ¿Qué determina la culpabilidad: la intención o la acción? Ambos directores llegan a conclusiones opuestas.

Carlos Fernández Castro

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