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Sargento York (Sergeant York) (1941)

Nota: 8,5

Dirección: Howard Hawks

Guión: Abem Finkel, Howard Koch, Harry Chandlee, John Huston

Reparto: Gary Cooper, Walter Brennan, George Tobias, Ward Bond, Noah Beery Jr.

Fotografía: Sol Polito, Arthur Edeson

Música: Max Steiner

EN POCAS PALABRAS (para los impacientes)

Como hemos comentado en repetidas ocasiones, Howard Hawks se desenvolvía como pez en el agua en todos los géneros cinematográficos, y el cine bélico no iba a ser una excepción. Bien cierto es que “Sargento York” no es un ejemplar especialmente representativo del género, ya que el componente religioso y social tienen más peso específico en la cinta. A pesar de haber sido tachada de fascista, excesivamente patriótica y fanática desde un punto de vista religioso, esta película se erige como otra de las obras maestras de Hawks, un director dotado de un ilimitado talento para la narración cinematográfica.

SI QUIEREN PROFUNDIZAR…

El argumento de esta cinta es el siguiente: Alvin (Gary Cooper) es un joven de familia humilde; debido a la muerte de su padre, es ahora el cabeza de una familia compuesta por su madre y  dos hermanos menores. Alvin no cree en Dios, solo piensa en trabajar a destajo para sacar a su familia adelante y después irse de borrachera con sus amigos para olvidar el duro día a día. Una tarde se reencuentra con una chica del pueblo, a la que no veía desde niño, y cae fulminantemente enamorado. A partir de ese momento, intenta trabajar lo máximo posible para poder comprar un terreno fértil que trabajar y ser digno de ella. Desgraciadamente, todo parece ponerse en su contra, hasta que un día, tras una borrachera, sucede algo que transforma su vida y su suerte para siempre…

Hay muchos detalles que no resultan creíbles en esta obra, debido a la excesiva idealización que ésta propone hacia su protagonista: la forma en que se enamora de Susie, la transformación religiosa tan repentina que experimenta (emulando claramente a la sufrida por San Pablo), el comportamiento de los altos mandos militares ante su conflicto interior, sus exagerados actos heroicos en el campo de batalla….seamos sinceros, mirándolo desde este punto de vista, podríamos estar hablado de Frank Capra, pero no, es una película de Howard Hawks. Si n lugar a dudas, se trata de una rara avis en su filmografía, ya que no es fácil encontrar en ella exaltaciones religiosas ni la creencia en la bondad del ser humano por naturaleza.

Pero todo lo comentado anteriormente carece de importancia, ya que cuando queremos darnos cuenta, las dos horas de metraje han transcurrido y guardamos en el paladar ese regusto perenne que dejan los buenos vinos. Hawks hace nuevamente gala de su exhaustivo conocimiento del arte del entretenimiento; sabe prescindir de todo aquello que pueda resultar superfluo para el desarrollo de su narración, sin descuidar los elementos necesarios para dar consistencia a la historia que cuenta y a los personajes que la protagonizan.

Afortunadamente, no es difícil aceptar gran parte de los elementos que chirrían en la propuesta de Hawks, ya que, al fin y al cabo, se trata de la típica película de propaganda que encargaba el gobierno de los Estados Unidos a sus directores más insignes y que basaba su propuesta en una serie de valores morales inofensivos y fácilmente admirables. Lo más discutible es el llamamiento que hace al alistamiento en el ejército americano y la justificación del asesinato cuando éste es ejecutado en el frente, aunque  la limite a situaciones de defensa propia (de hecho, Alvin York hace todos los prisioneros que puede, en vez de continuar matando enemigos). Igualmente discutible es la argumentación que hace el reverendo justificando el alistamiento de Alvin tras verse éste obligado a ello.

El reparto rinde a un gran nivel, pero nadie consigue restar un ápice de protagonismo a la estrella indiscutible de la cinta, Gary Cooper, que demuestra el por qué de su estatus añadiendo a su personaje la presencia y el carisma necesario para hacerlo irresistible tanto en su versión de Alvin York el agricultor, como en la de Sargento York el héroe. Quien no recuerda al mítico actor chupándose el dedo pulgar para mojar la mirilla de su fusil y así acertar en cada uno de sus disparos. Tampoco es desdeñable la actuación de Walter Brennan, dando vida al pastor Rosier Pile, persona decisiva en la toma de decisiones de nuestro gran héroe.

“Sargento York” es una película que tiene un elevado sentido moral. Es entretenida, dinámica y romántica. Además, ensalza el sacrificio, el trabajo, la disciplina y la honradez como armas fundamentales para la consecución de los objetivos en la vida, una propuesta alarmantemente poco común en la sociedad actual.

Carlos Fernández Castro

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