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​Festival Cannes 2014: la transición ¿hacia el cine?

Estamos llegando al final del Festival de Cannes 2014 y, paradójicamente, ésta es la primera crónica que hago. Desde hace tiempo vengo reivindicando la necesidad de tomarse los festivales de cine con una cierta reflexión y con más calma, pero si esto os suena a excusa simple, seguramente estéis en lo cierto. En cualquier caso, mientras la tormenta amenaza y las colas no cesan, creo que podemos hablar de que 2014 va a ser una especie de transición para Cannes; eso sí, no sé hacia dónde.

Transición, por ejemplo, en el mercado, ese lugar que se encuentra (tanto física como metafóricamente) debajo de las salas de proyección y donde se mueven ingentes cantidades de dinero para financiar las películas que se rodarán próximamente o para comprar los derechos de exhibición de las que ya se han realizado.

A falta de una cifra oficial de negocio (sí, estamos en una época en que todo es, o parece que es, cuantificable), la sensación general es que había más dinero del que se ha movido y que las televisiones (especialmente las europeas) no piensan arriesgar nada; es más, si es posible van más hacia el “producto americano gran presupuesto” que hacia cualquier otro. Esto no quita para que, por ejemplo, Luc Besson haya conseguido 450 millones de euros de crédito para su compañía, pero quizá Luc Besson no sea el clásico ejemplo de cine europeo y sí nos sirva como ejemplo del perfil que tienen muchos de los acreditados y compradores del mercado del cine: financiero.

Dentro de los financieros, los “grandes” (quienes mueven grandes cantidades de dinero) no ven aún claro el VOD (Video On Demand; lo que diríamos en España: ver las películas por internet a cambio de pagar), pero no se puede negar que, arrastrados por el estreno de “Welcome To New York” (esa supuesta película con el estadounidense Abel Ferrara y el recién estrenado como ruso Gerard Depardieu) exclusivamente por internet, están empezando a contemplarlo como una remota posibilidad. A nivel de cine de autor o de documentales, hoy por hoy la aportación del VOD es mínima, casi ridícula, pero Wild Bunch (una de las productoras más potentes de Francia) ha “roto el mercado” llevándose la película sobre el asunto de DSK exclusivamente a internet. Por cierto, Vincent Maraval (co-presidente de Wild Bunch) afirmaba que la ley francesa no les permitía estrenar a la vez en salas y en internet y que para evitar la piratería han optado por lo segundo. ¿Qué ha sucedido? Que la ministra de cultura y el director del CNC (el ICAA francés, que otorga ayudas y subvenciones al cine) han anunciado que esa legislación cambiará próximamente.

¿Será una transición hacia la proyección en internet? Quien sabe, pero el caso de “Welcome …” nos lleva también a otro punto importante de este año: el Festival de Cannes está desesperado por llamar la atención. Nicole Kidman llama la atención (y además el presidente saliente, Gilles Jacob, ha declarado públicamente que le encantan sus piernas); ¿que hay un asunto de actualidad?: le hacemos una sesión especial, sea Siria, Ucrania, el 70 aniversario de Le Monde, “Cómo entrenar a tu dragón 2”, etc. ¿Os habéis fijado cuántas sesiones especiales hay este año? Y cuando no es sesión especial, no hace falta, vienen en tanque los mercenarios o incluso los medios dicen que “Welcome …” se estrena en el festival, ¡y no es cierto!, se estrenó en el MERCADO.

Dicho lo cual, y una vez que hemos hablado del mundo financiero, hablemos del mundo creativo. Os lo resumo en un nombre propio y tres palabras Nuri Bilge Ceylan. Quizá no llega a la altura de “Érase una vez en Anatolia”, pues en este caso ha optado más por el teatro, por dejar a sus personajes expresarse todo lo que quieran (tres horas y cuarto están expresándose), pero mantiene su estilo terroso en la fotografía, su enigma, su propia voz en definitiva.

El resto de películas no están mal, para nada, aunque quizá ninguna brilla en exceso. Creo que faltan grandes maestros que aporten algo nuevo. Mike Leigh quizá no sabe completar el retrato de Turner, aunque es cierto que se trata de una gran película; Tommy Lee Jones hace una obra sensacional, ¿pero por qué se recrea en el nihilismo?; Damián Szifrón ha sorprendido, y seguramente después del festival sea más valorado, pero da que pensar que el episodio más aplaudido por la prensa fuera el más inhumano y seguramente el más increíble, …

Son muchas películas y ya haremos una análisis más detallado otro día (seguramente), pero no quiero dejar de señalar que el recibimiento a “Adieu au Langage” de Godard, una obra difícil, experimental y realmente apasionante (para verla varias veces) nos habla de que el festival no necesita obsesionarse con las estrellas, ni reclamar su “posición central” dentro de los mercados de cine (algún día la perderá, en favor de Toronto o de algún mercado asiático), ni siquiera necesita descifrar lo que es la actualidad. Lo que ha hecho grande a Cannes es el cine, el buen cine (cuando lo ha habido) y espíritus como el de Godard a su ya provecta edad, o como los de Jaime Rosales (aunque “Hermosa juventud” no sea su mejor película) y Lisandro Alonso (“Jauja” quizá sí sea su mejor película hasta la fecha) son los que pueden ubicarlo donde realmente debería estar.

Cannes cumple 67 años, en un contexto en el que su presidente (G Jacob), ligado al festival casi 40 años, deja paso a Pierre Lescure, con un perfil más empresarial y ligado a televisiones como Canal +; en un año en el que todos los medios decían que apostaba por la continuadad (y puede ser verdad); en un entorno internacional en el que Europa cada vez tiene menos peso, y todo eso nos lleva hacia la pregunta final: ¿hacia dónde va el Festival de Cannes? Sólo el nuevo presidente y su delegado general (el que selecciona las películas Thierry Fremaux) lo saben, pero para el que esto escribe está claro que es el momento de cambiar el modelo, de arriesgar y de apostar por el cine, de volver a creer en la fuerza del cine.

Antonio Peláez Barceló

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